Nuestro talento del Vóley: “de Cuba y para el mundo”

La noticia, por su relevancia y sus posibles implicaciones para el futuro inmediato del voleibol cubano, se está socializando a notable velocidad. Ya se debate por toda la web, y al unísono es tema de conversación ineludible en espacios públicos y privados de la isla. Meses atrás se dejó entrever como una posibilidad y desde este martes trasciende como realidad innegable.

Los diálogos entre directivos de la federación nacional de este deporte y jugadores que por diferentes motivos habían causado baja de las selecciones nacionales han dado inicio. Así lo confirmó este martes al sitio digital de Radio Habana Cuba, Fernando Hernández, quien fuera el opuesto titular del equipo que obtuvo medalla de plata en el mundial del 2010. En sus declaraciones añadió, entre otros detalles, que estos acercamientos iniciales habían incluido al pasador capitalino Raidel Hierrezuelo y al auxiliar Osmany Juantorena, y manifestó su disposición a regresar al plantel caribeño una vez que concluya en mayo del 2014 su temporada profesional en Japón. Constató además que la federación no contemplaba entre sus intereses llamar a atletas que hubiesen “desertado”.

Coincidiendo en el tiempo con esta noticia, aunque no en los niveles de socialización alcanzados, otras primicias informativas relacionadas con nuestro vóley van siendo develadas.  Acercarse también a ellas resulta un complemento ideal para llegar a una mejor comprensión de la escabrosa realidad que aqueja al voleibol cubano, y así dilucidar algunos porqués sobre estas nuevas estrategias recién implementadas. Veamos entonces que otras novedades merecen ser comentadas.

Hasta este instante son más de veinte los voleibolistas cubanos autorizados por la FIVB para jugar en la próxima temporada con sus respectivos clubes profesionales. Nuestras morenas espectaculares no marchan a la zaga, y ya son once las que cautivarán con su indiscutible calidad al público de varias naciones. Ambas listas no están exentas de incorporar nuevos nombres en fechas cercanas.

Es así que el público ruso podrá disfrutar en vivo de un trío temible de morenas: Nancy Carrillo, Yumilka Ruiz y Rosir Calderón. Otro trío de ensueño, varones en este caso, hará de las suyas por territorio turco: Henry Bell, Leonel Marshall y tras una temporada espectacular con el club Trentino en Italia, Osmany Juantorena. En Azerbaiyán estarán dos pasadoras de lujo: Yusidey Silié y Daimí Ramírez, que aún espera por la autorización de la FIVB. También desandando por tierras asiáticas se encontrarán entre otros a Rachel Sánchez, Egli Sabín y Odelvis Dominico en la liga kasaja; mientras, en Corea del Sur sobresale la presencia de Maikel Sánchez, “el Ruso”. En Italia permanecerá jugando para el Piacenza Roberlandy Simón, también a la espera de autorización. Una central de mucha experiencia estará “cazando” ataques en la liga rumana: Zoila Barros, acompañada en esa nación por Martha Sánchez.

De este lado del oceáno, exactamente en Brasil, seguirá dando quehacer Ángel Dennis; Yoandy Leal y Rolando Jurquín compartirán victorias y derrotas en el club Volei Taubate junto al ídolo local Gilberto Godoy “Giba”. También deslumbrando a la fanaticada carioca se mantendrá una chica: Yuslenis Herrera. El deleite con nuestro vóley se hará presente además en gimnasios y coliseos de Suiza, Portugal, Alemania, Polonia, Japón y China por el momento, con una mezcla de atletas jóvenes y otros dotados de gran veteranía.

Estar al tanto de estos detalles es motivo de alegría para todos los seguidores del voleibol cubano pero, paradójicamente, a ratos también duele. Que afloren estas sensaciones diametralmente opuestas tiene su génesis en dos lecturas que se desprenden de esa información. Por un lado, cómo no sentir satisfacción plena al conocer que mondoflex de al menos catorce naciones serán espectadores directos de mortíferos ataques, saques demoledores, pases dibujados y bloqueos contundentes, impregnados todos de un especial sabor caribeño, sabor cubano. Al unísono, la sensación de dolor remite a la imposibilidad de todos estos jugadores de representar a nuestro pueblo en eventos internacionales; de volver a vestir, al menos hasta ahora, esos uniformes con las cuatro letras dibujadas a la altura de sus pechos: Cuba.

Durante los dos últimos ciclos olímpicos ha sido notorio el aumento de las solicitudes personales de bajas por voleibolistas de ambos sexos; también han ocurrido separaciones a partir de indisciplinas cometidas, que al menos de manera oficial no han sido descritas; así como casos de jugadores que han decidido no regresar a la isla tras participar en eventos internacionales.

Este goteo continuo de atletas perdidos, ha tenido su consecuencia más visible en la notable caída de los resultados de ambas selecciones en el escenario mundial (mucho mayor en las mujeres que en los varones). La máxima expresión de esta debacle nos devuelve a un pasado inmediato: primero, el solitario éxito obtenido a su paso por la Liga Mundial del equipo masculino, acumulando nueve reveses; poco tiempo después, también fueron nueve las derrotas sufridas por las muchachas durante los fines de semanas del Grand Prix, pero en este caso ni siquiera lograron marcar su tarjeta en la casilla de las victorias. Estrepitosos derrumbes ante los cuales hasta reconocidos directores técnicos y voleibolistas de otros países mostraron su preocupación, admiradores todos de la genial historia del voleibol cubano.

En las categorías inferiores la situación tampoco resulta alentadora. Desde la base de la pirámide del voleibol en la isla: escuelas y áreas deportivas, hasta llegar a las selecciones juveniles, se van observando carencias en todos los sentidos que no invitan a soñar con un futuro a mediano y largo plazo muy diferente al ahora.

Es necesario e ineludible repensar la manera en que nuestro movimiento deportivo asume su relación con un universo atlético signado, desde hace mucho tiempo, por la profesionalización y la comercialización del deporte. Permanecer de espaldas a esta realidad nunca fue aconsejable; no darles voz a los atletas en este proceso de análisis, desconociendo sus ideas y motivaciones, tampoco. Aprender de los intentos anteriores que resultaron fallidos y caóticos en sus consecuencias, imprescindible. Merecen entonces ser aplaudidos estos diálogos iniciados en el voleibol, siempre que se respeten y concilien intereses individuales y federativos, y que alcancen a ser menos excluyentes.

Para este redactor, hay entuertos que por más utópicos que parezcan, son posibles de deshacer.  En este caso particular, la del vóley, es una de las historias que más enorgullece a los cubanos si de deportes se trata; es por eso que todos le debemos, cuando menos, el intento.

Voleibol-cubano

Por: Daniel Alejandro Fernández González

Fotos: Internet

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