Padura desde el cajón de bateo

En un conversatorio sobre cómo escribir el deporte, organizado por la Embajada de Francia, el autor habanero habló de su pasión por el béisbol, su carrera frustrada en los diamantes y las obras literarias relacionadas con el tema.

Leonardo Padura ofreció sus consideraciones sobre cómo escribir el deporte en un panel organizado por la Embajada de Francia en Cuba. Foto: Duanys Hernández.

La Embajada de Francia en Cuba, como parte de la octava edición del Mes de la Cultura francesa, organizó un panel sobre cómo escribir el deporte. Otra vez la celebración de los Juegos Olímpicos París 2024 resultó el pretexto ideal para combinar la actividad deportiva con la cultura.

El conversatorio fue moderado por el periodista deportivo Carlos Alberto Hernández Luján, y contó con la presencia de Thomas Bauer, presidente desde 2017 de la Asociación de Escritores Deportivos de Francia, y el escritor cubano Leonardo Padura, quien se robó los reflectores de la tarde.

De izquierda a derecha, el periodista Carlos Hernández Luján; el Embajador de Francia en Cuba, Lauren Burin Des Roziers; el escritor Leonardo Padura; y Thomas Bauer, presidente desde 2017 de la Asociación de Escritores Deportivos de Francia. Foto: Duanys Hernández.

Padura habló de pelota, el deporte que lo apasiona, e hizo swing a cada lanzamiento: “El béisbol hizo que mi infancia fuera feliz. Fui un beneficiario de la tradición del béisbol. Entre mis primeras fotos estoy con un traje del Almendares, y una pelota. Tenía que ir a recibir el Premio Princesa de Asturias en 2015 con algo que ratificara mi cubanía. Y fui con una pelota de béisbol, y no cualquier pelota, sino una firmada por Orestes Miñoso.

“Yo quería ser pelotero. Y hasta los 18 o 19 años invertí 15 horas diarias en el béisbol. Recortaba los box scores y los pegaba en las libretas. Como no tenía condiciones, quise ser cronista deportivo, pero como en los países socialistas todo está planificado, no necesitaban periodista en ese momento, y terminé estudiando la carrera de Letras”, así comenzó el juego.

En la velada se le dedicó un momento importante a su libro de entrevistas El alma en el terreno, escrito en coautoría con Raúl Arce.

“En mi paso por el periódico Juventud Rebelde me acerqué a Raúl Arce, el cronista de béisbol, y le propuse el proyecto para realizar 17 entrevistas que conforman el libro. Pretendí mostrar cómo se comportaban esas estrellas que eran mis ídolos de infancia. Como Raúl y yo somos industrialistas, la proporción de peloteros capitalinos es mayor. Seguir a esas grandes estrellas me ayudó a ser la persona que soy, porque todos ponían el alma en el terreno”, confesó tras batear el segundo lanzamiento.

Padura entre sus obsesiones

Hernández Luján le preguntó cuál de las entrevistas lo impactó más. Padura no dudó, y conectó con fuerza la recta: “Al lanzador Manuel Alarcón, un hombre marcado por la tragedia, debido a las lesiones y un accidente automovilístico que lo obligaron a dejar temprano el béisbol; un hombre que había tenido toda la gloria del mundo, y se había convertido en un cantante de cabaret. Fue duro ver a ese hombre tan grande, que fue invencible, que venció a los Industriales que ganaron cuatro campeonatos consecutivos, luchando con la vida para no ser derrotado. Y lo que estaba haciendo en aquel cabaret de quinta categoría, era exhibiendo una derrota”.

El escritor ratificó su pasión por el equipo de sus amores. Sin medias tintas. Sangre azul corre por sus venas: “Soy un industrialista absoluto. Solo no fui industrialista el año que Víctor Mesa dirigió el equipo de la capital. La novela de mi vida con Industriales no ha terminado, porque todavía existimos los dos. Mientras exista ese quipo y yo exista, tendré esa relación. Es una pertenencia de muchos años”.

Sin que nadie preguntara, apuntó sobre sus gustos en el mejor béisbol del mundo: “En la pelota de Grandes Ligas no tengo equipo. Mi equipo es el que más cubanos tenga. Ya he pasado por varios: los Yankees, los Medias Blancas, los Astros de Houston”.

Leonardo Padura ofreció sus consideraciones sobre cómo escribir el deporte en un panel organizado por la Embajada de Francia en Cuba. Foto: Duanys Hernández.

Padura disertó sobre lo que pudo ser en el mundo del béisbol. Quizá perdimos un gran director de equipos: “Soy zurdo y donde mejor defendía era en los jardines, pero era un bateador discreto. Habría sido un buen mánager. Incluso, cuando Lázaro Vargas asume la dirección de Industriales le comenta a Javier Méndez que quería hacer algo diferente con los peloteros, y Javier le dice que viniera a verme. Tuvimos una conversación desde las 6 de la tarde hasta la una de la mañana. Fui a una reunión con los jugadores, para hablarles del valor cultural y humano de la práctica del deporte, y lo que representa para el público, y sobre todo para los niños”.

Padura conectó, además, batazos literarios y mostró ejemplos en los que aparece el béisbol en sus novelas: “En el final de Vientos de cuaresma, Conde va con sus amigos a un juego de pelota, y narro lo que se siente cuando vamos al estadio. También en Herejes, un judío polaco en su proceso de cubanización se hace fanático del club que no ganaba, Marianao, hasta que llegó un pelotero de nombre Orestes Miñoso, y le dio dos títulos”.

El escritor nacido en Mantilla ponderó las obras artísticas vinculadas con el deporte: “En Cuba solo tenemos una película dedicada al béisbol. Las películas de béisbol de Estados Unidos son de triunfadores, y eso nos da cierto pudor. Acabo de leer una novela de una escritora cubana, Mayra Montero, que vive en Puerto Rico, aunque no es de béisbol: La tarde que Bobby Fisher no bajó a jugar. Aborda las dos visitas del ajedrecista norteamericano a Cuba en 1956 y 1966. Excelente novela que cuenta, basado en un hecho real, la relación de la autora, una adolescente en aquel momento, con Fisher, y la compleja personalidad del campeón mundial de ajedrez”.

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En la parte final de su comparecencia en el cajón de bateo, el escritor tuvo palabras de elogio para los atletas: “Cuando vemos el deporte, no valoramos la concentración mental de los jugadores. Defender esa camiseta ante miles de fanáticos es una tarea difícil, y por eso mi admiración hacia todos estos atletas. El deporte es una manifestación, un espectáculo, a través del cual se expresan muchas características de un país. El deporte tiene que ver con el ADN de cada uno de los territorios. No es lo mismo la afición beisbolera de Japón, de Estados Unidos, que la de Cuba”.

Con un gran swing, uno de los escritores cubanos más universales ratificó la importancia del deporte de las bolas y los strikes para la nación: “En la columna vertebral de la cultura cubana hay tres o cuatro manifestaciones artísticas muy importantes; y el béisbol es una de ellas. El béisbol es comunión espiritual. Es mucho más que el deporte nacional”, dijo quien, a pesar de la lesión temporal que presenta en su mano izquierda, supo conectar con fuerza todos los lanzamientos esta tarde.  

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