Pedro Pablo Pichardo: ¿salto al vacío?

Foto: panamericanworld.com.

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Los reportes de prensa han comenzado a aglomerarse y todas las alarmas han saltado al unísono: Pedro Pablo Pichardo, subcampeón mundial de triple salto y uno de los únicos cinco atletas en la historia que han superado la barrera de los 18 metros, lleva una semana “desaparecido” de la concentración del equipo cubano en Stuttgart, Alemania.

De acuerdo con distintas fuentes, el santiaguero de 23 años se preparaba en la ciudad germana de cara al Campeonato Mundial de Londres, previsto para agosto próximo, junto a figuras como la monarca mundial de la pértiga, Yarisley Silva, y Dayron Robles, campeón olímpico de las vallas cortas. Entre los tres reunían buena parte de las esperanzas de medallas para la Isla en la capital del Reino Unido.

Pichardo se perdió por lesión los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro el año anterior, y desde entonces su accionar se había mantenido en muy bajo perfil.

El mejor triplista cubano había cumplido una sanción por indisciplina en 2014 que le impidió participar en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz, México. A su regreso, un año después, destrozó el récord nacional en tres ocasiones, la última de ellas el 28 de mayo de 2015 cuando alcanzó los 18.08 metros en La Habana. El increíble estirón clasificó entonces como el tercero mejor de todos los tiempos, superado únicamente por la plusmarca mundial del británico Jonathan Edwards (18.29) y por el 18.09 del estadounidense Kenny Harrison.

Pichardo se instala en la fama

Sin embargo, solo unos meses más tarde en el Campeonato Mundial de Beijing el también estadounidense Christian Taylor lo venció con un fabuloso 18.21 por 17.73 del cubano. Este sería el segundo metal plateado de Pichardo en lides planetarias, pues dos años antes en Moscú había escoltado al francés Teddy Tamgho, quien saltó entonces hasta los 18,04.

El momento menos oportuno

Las expectativas que despertó Pichardo en 2015 fueron tan grandes como sus saltos. Pero luego, el estado de gracia de Taylor y la lesión de su pierna derecha le impidieron al santiaguero alcanzar la gloria olímpica en tierras brasileñas.

Desde entonces, el ambiente en torno al excepcional triplista se fue enrareciendo hasta terminar en la presunta escapada. De confirmarse por las autoridades deportivas y la prensa cubanas que, como es usual, han hecho mutis, esta no llegaría en el momento más oportuno.

Su desaparición no solo lo privaría de asistir al Mundial de Londres y le impediría visitar Cuba en los próximos años –una pena que pesa sobre todos los atletas que abandonan los equipos cubanos en el extranjero–, sino que también podría hacerle esperar mucho más de lo establecido hasta hoy por la posibilidad de competir por otro país.

El pasado 7 de febrero, la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) anunció que congelará todas las solicitudes de cambio de nacionalidad, a la espera de encontrar y adaptar un nuevo esquema, según informó el propio organismo tras una reunión de alto nivel que se desarrolló en Montecarlo.

La medida es una de las bases sobre la que descansa la revolución iniciada por Sebastian Coe al frente de la IAAF y responde a la proliferación del cambio de las nacionalidades en el atletismo mundial, que en la gran mayoría de los casos obedece a cuestiones económicas.

“He hablado con muchas asociaciones miembros que reciben periódicamente una lista de atletas que lo hacen solo por negocio”, dijo entonces Coe, quien justificó la decisión aseverando que “ese no puede ser un sistema sostenible”.

El doble campeón olímpico inglés argumentó que el atletismo, en sus niveles más altos de competición, “es un deporte basado en equipos nacionales y es particularmente vulnerable en este aspecto”.

En este sentido, fue muy sonado el caso de Ruth Jebet, quien recibió medio millón de dólares como premio por su medalla de oro en los 3.000 metros con obstáculos durante los Juegos Olímpicos de Río. Una cifra imposible en su natal Kenia, pero perfectamente al alcance del opulento reino de Bahrein, al que representó en la lid de los cinco aros.

En la urbe brasileña, 26 de los 29 atletas bahreiníes fueron nacionalizados, así como 17 de los 32 de Turquía y 4 de los 8 de Qatar. En el Campeonato Mundial de Beijing, hace dos años, ninguno de los 17 deportistas que representaron a Bahrein nació en su territorio.

Ante esta preocupante realidad, Coe ha decidido impulsar cambios drásticos en el reglamento de la IAAF, que estipula tres años de espera para representar a un nuevo país tras una naturalización, y solo uno si se produce un acuerdo entre el país de origen y el receptor. Y las autoridades deportivas cubanas, como lo han demostrado en no pocas ocasiones, no acostumbran a allanar el camino a quienes deciden salir de su tutela.

Por todo lo anterior, Pichardo podría encontrar ahora nuevas dificultades para continuar su carrera en un deporte que, si bien tiene lucrativas competencias de clubes en buena parte del año, está diseñado para que los atletas brillen con las camisetas de sus países.

A pesar de ello, múltiples federaciones europeas se pelearán seguramente por enamorar al caribeño. Y en esta clase de seducción, España lleva la delantera con los atletas cubanos, aun cuando Pichardo podría inclinarse por otro rumbo, de acuerdo a la finlandesa Annimari Korte, periodista y miembro del equipo de atletismo del FC Barcelona.

Lo cierto es que la Real Federación Española de Atletismo ha seguido una línea agresiva a la hora de granjearse el favor de los deportistas que abandonan la Isla. Así lo demuestra la medalla de plata que les entregó Orlando Ortega en los Olímpicos de Río, después de que el mismísimo Consejo de Ministros le facilitara una nacionalización “express”.

De hecho, la última presea estival alcanzada por el atletismo español antes de la de Ortega, había sido el bronce ganado por el también cubano Joan Lino Martínez en la prueba de salto de longitud de Atenas 2004.

A lo largo de dos décadas, muchos han sido los especialistas del campo y pista criollo que han representado a la nación ibérica. Desde la medalla de oro conseguida por Niurka Montalvo en el Campeonato Mundial de Sevilla en 1999, hasta la plata europea bajo techo de la cuatrocentista Indira Terrero en 2015. Este listado también lo integran nombres como el de la maratonista Yesenia Centeno, el discóbolo Frank Casañas, el saltador Luis Felipe Méliz y el vallista Yidiel Contreras.

Algunos de ellos, concluida su carrera, siguen vinculados al deporte español, totalmente integrados a la sociedad, tal y como lo ha afirmado en un artículo del diario Marca Ángel David Rodríguez, plusmarquista nacional de los 100 metros.

El velocista, 17 veces campeón de España, asegura que “Niurka entrena niños en Valencia (niños de 14 años entrenados por una campeona del Mundo), Luis Felipe Méliz hace lo mismo en Guadalajara, y Joan Lino colabora en todo lo necesario con el Comité Olímpico Español”. Montalvo, incluso, tuvo una sui géneris incursión en la política como secretaria autonómica del Deporte de la Generalitat valenciana.

Niurka Montalvo. Foto: eurosport.com.
Niurka Montalvo. Foto: eurosport.com

Esta es la historia común de tantos atletas cubanos que han decidido buscar el éxito deportivo y la realización personal en tierras lejanas a la Isla. Una historia que nunca es en blanco y negro y esconde detrás de cada caso variados matices y motivaciones.

Pedro Pablo Pichardo parece lanzarse a esta experiencia, a la conquista de un éxito sin dudas al alcance de su enorme talento. Pero, al margen de lo que la nueva etapa pueda representarle personalmente, sus saltos tendrán ahora un obstáculo importante en las nuevas políticas que impulsa Sebastian Coe.

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