Peloteros sin rumbo fijo

Por: Duanys Hernández Torres

 

La Serie Nacional de béisbol tiene una calidad muy cuestionada. Una de las causas fundamentales más allá del éxodo de peloteros es la gran cantidad de equipos que presenta la estructura del torneo. Cada provincia tiene representación en el clásico beisbolero cubano. El trasiego de  peloteros de una provincia a otra es uno de los fenómenos actuales del mayor evento deportivo del país.

La provincia que más cede peloteros es La Habana porque con la desaparición de Metropolitanos cuenta con un solo equipo para más de dos millones de habitantes. Es aceptable que hombres como Víctor Muñoz, Jorge Luis Barcelán, Yoel Mestre, Yanier Herrera, Rigoberto Gómez y Maikel Hidalgo desarrollen sus habilidades con otras provincias.

Los capitalinos se dan hasta el lujo de «exportar» a torpederos con buenas proyecciones  como Yamil Rivalta que juega con Villa Clara, y Jorge Alomá que lo hace con Sancti Spíritus.

Sin embargo, los leones de la capital tampoco escapan a los llamativos «fichajes». Después del inmenso culebrón referido a los hermanos Gourriel pintaron de azul a dos de los lanzadores que fueron refuerzos de Industriales en la serie pasada: el cienfueguero Noelvis Entenza y Alexander Rodríguez, de Baracoa. Para no hablar de los pinareños Irandy Castro y Michel Martínez Pozo, con varias series entre los discípulos de Lázaro Vargas.

Usted puede encontrarse una selección provincial con atletas de seis o siete territorios. El caso más sonado es el de Matanzas. Incluso algunos aficionados jocosamente lo llaman el «Real Matanzas» en clara alusión al club de futbol de la capital española. Aunque Víctor Mesa por sus dotes excéntricos se asemeja más al técnico portugués José Mourinho que a Florentino Pérez. La única diferencia es que The Special One gana, y VM32 se debe un gran título .

Víctor Mesa cuenta en su nómina con hombres de Pinar del Río, La Habana, Artemisa, Sancti Spíritus, Villa Clara, Camagüey y Guantánamo. Y estuvo a punto de conseguir para su causa a Danny Betancourt y Yaumier Sánchez pero las autoridades políticas indómitas tomaron cartas en el asunto. Para esta campaña incluyó en la nómina a tres lanzadores de otras provincias.

El artemiseño Jonder Martínez cambió de camiseta, y ahora es uno de los abridores de referencia entre los cocodrilos. Rescató al zurdo espirituano Ramón Licor con experiencia en once series nacionales, y con más de cincuenta victorias. El relevista camagüeyano Alexis Mulató también se fue al pantano. Para redondear llegó Rogelio García como entrenador de picheo. Casi nada.

Desde el fichaje del torpedero guantanamero Dainer Moreira hace dos temporadas, en contra de las autoridades de su provincia, el traspaso de atletas es otra de las características que ponen en vilo la credibilidad del béisbol cubano. ¿Y la cacareada representatividad que defienden los impulsores de tantos equipos en competencia?

Es tan común este fenómeno que un lanzador puede tener cuatro series nacionales con cuatro equipos diferentes como el habanero Héctor Galindo que ahora viste la franela de la Isla de la Juventud. Militó con anterioridad en las filas de Metropolitanos, Industriales y Mayabeque. El record de jugar con seis equipos diferentes en torneos beisboleros cubanos que ostentan los villaclareños Luis Armenteros Vizcaíno y José Pérez pende de un hilo.

Un caso atípico es el del villaclareño Mauricio Hernández que está en su segunda serie, y nunca ha vestido la franela de su provincia. Debutó con la Isla de la Juventud, y ahora milita en Cienfuegos.

Hay otros casos como el del ahora matancero Jefferson Delgado que debutan con la provincia vecina, regresan a casa, y después vuelven al equipo que les dio la primera oportunidad. Otro villaclareño, el lanzador zurdo Elvis Camejo lanzó cinco temporadas con Matanzas, y debuta en esta serie con su provincia de origen.

En el oriente del país es menos común el cambio de casacas aunque existen ejemplos como el del lanzador camagüeyano Rodolfo Sorís y los granmenses Luis Manuel Castro y Yuniel García que militan en Holguín, y Pedro Agüero que dejó a las avispas santiagueras y recaló en Guantánamo.

Los entrenadores también se mudan. A Rogelio García se suman Esteban Lombillo como director de Camagüey, y el avileño Manuel Álvarez, coach de picheo del mismo equipo o los villaclareños Ronni Aguiar y Michel Pérez Bello bajo las órdenes de Roger Machado. De todo hay en la viña del señor.

A este paso las provincias más poderosas en materia económica tendrán mayores posibilidades para redondear  sus selecciones. Los peloteros cubanos están como el futuro del béisbol en la Isla. Sin rumbo fijo.

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