Preguntas a un cubano que vive la Copa Mundial en Brasil

Pedro Cuba

Pedro Cuba / Foto: Cortesía del entrevistado.

Ayer 8 de julio, el cubano Pedro Cuba publicaba en su perfil de Facebook: “Hoy veremos un partido de fútbol que le hará un guiño a la historia! Los alemanes con dos mundiales menos han estado 13 veces entre los cuatro mejores del mundo; y los brasileños con todo jugado lo han hecho 11 veces. Esto molesta e incomoda mucho a la torcida brasileña, que desde niños les han dicho que son el país del fútbol y que nadie es mejor que ellos”.

Pedro Cuba es un reconocido intelectual cubano que trabajó por años en el Instituto de Investigación de la Cultura Cubana Juan Marinello y se ha dedicado a estudiar la etnicidad y la africanidad, tema sobre el cual se doctoró en la Universidad Federal de Bahía.

Quizás este profesor universitario residente en Brasil, que nos tiene acostumbrados a sus comentarios en la antesala de los partidos, estaba muy lejos de imaginar lo que unas horas después acontecería en la sede del Campeonato Mundial. Es más, nadie podía imaginar que tal enfrentamiento se convertiría en lo que algunos ya han apodado como “Brasilicidio” o Mineirazo.

Sobre las impresiones de Pedro Cuba a propósito de la Copa Mundial Brasil 2014, y lo acontecido en la tarde-noche de ayer, versa esta entrevista.

¿Cómo has vivido este Mundial de Fútbol?

Vivir una Copa del Mundo en el país sede es muy especial, sobre todo cuando eres cubano y sabes que tu país está muy lejos de organizar un megaevento como ese. Ya tuve la oportunidad de seguir aquí las incidencias del Mundial de Sudáfrica (2010) cuando vivía y estudiaba en Salvador, Bahía.

Ahora en Fortaleza, no veo diferencias en el ambiente de Copa del Mundo (re)creado por la afición brasileña. Por ejemplo, sales a las calles y están engalanadas, ves pasar carros con la bandera de Brasil, las personas con las casacas (oficiales o reproducciones) de la canarinha, vas a un mercadito –como el que está detrás de la casa en que vivo– y los trabajadores visten con los colores verde y amarillo de la enseña nacional, encuentras la imagen de “Fuleco”, la mascota del torneo; la frase “Rumo ao Hexa/Rumbo al Hexa”; la venta de productos alegóricos a los símbolos nacionales y futbolísticos; las chicas que te atienden se maquillan con los colores nacionales incluyendo el azul y usan un sombrerito pequeñito.

En las horas previas al partido entre Brasil y Colombia me sucedió una cosa interesante. El miércoles por la noche estuve por casualidad frente al hotel (con vista al mar verde de aquí) donde se hospedaba la selección cafetera. Vi el ómnibus Hyundai que los transportaba y varios aficionados, sobre todo colombianos, disfrutando el momento aquel en la avenida Beira-Mar. Y el jueves por la tarde mientras hacía mis ejercicios en la calle, la selección brasileña entrenó en el Estadio Presidente Vargas, que está muy cerquita de donde vivo. Había muchos aficionados que querían ver a sus ídolos. Cuando jugaba Brasil en la Copa siempre se decretaba como día feriado. Esta ciudad recibió seis partidos de fútbol y no quise ir a ninguno. Pero he tenido la gran oportunidad de realizar mi sueño juvenil de ver cómo se vive un Mundial en el país sede.

Acerca del partido contra Alemania, háblanos de las reacciones que se sucedieron alrededor tuyo a medida que más y más goles entraban en la portería.

La verdad es que vi el partido en casa y no puedo hablar mucho de las reacciones a mi alrededor. Cuando Alemania marcaba los goles no percibí exclamaciones en la calle. Pero la pirotecnia no dejó de funcionar. Aquí en Brasil tienen la costumbre de que cuando hay juegos y se marcan goles puedes oír el estruendo de las bombas y de los fuegos artificiales. Como Brasil sólo marcó al final no era preciso formar gritería para conmemorar el gol de Oscar. Para mí fue una sorpresa esa goleada que los alemanes le propinaron al Scracht.

Me sentí muy triste por lo que estaba pasando. Siempre pensé que Brasil tendría que jugar muchísimo para doblegar a los alemanes; pero nunca hubiera pronosticado una goleada a favor de ningún equipo en semifinales. Después que acabó el partido en la calle no se sentía ni un alma y cuando salga de casa espero ver muchas caras de velorio y las calles ya no estarán engalanadas con los colores nacionales.

Siento que toda la suerte estaba echada antes de que empezara el Mundial, pues mucha gente se opuso a su realización, hubo personas desplazadas, detenidas, reprimidas, principalmente provenientes de poblaciones originarias y afrodescendientes. ¿Qué crees de este asunto?

Con el prurito de cumplir con las exigencias del Patrón FIFA, Brasil utilizó mucho dinero público (a través de la corrupción) y continuó desatendiendo cuestiones de importancia social: escuela pública, transporte público, salud pública, etcétera.

El estado dijo que se usaría dinero del sector privado para la construcción de las instalaciones deportivas y la ampliación de la infraestructura, pues la FIFA, según ella se presenta, es una organización privada sin fines de lucro. Ahí comenzó la mentira. El gobierno petista dio oídos a las exigencias de la FIFA y pasó por alto cuestiones relevantes como la prohibición de la venta de bebidas alcohólicas en los estadios. Las cervezas patrocinadoras del evento tuvieron su espacio garantizado con la anuencia de la FIFA y el gobierno federal. Las protestas durante la CONFECUP 2013 fueron reprimidas con violencia y algunos manifestantes fueron detenidos.

Al mismo tiempo desplazaron algunas comunidades que vivían en puntos de construcción de los estadios como Itaquera en São Paulo. Los indígenas como poblaciones autóctonas y los afro-brasileiros están entre los perjudicados; pero no son los únicos. Los movimientos sociales tuvieron una actividad de peso antes de la Copa con los slogans “Não vai ter Copa”; “Copa para quem”.

La situación estuvo inestable con esa oleada de protestas. El gobierno quedó muy mal parado por doblar las rodillas ante la FIFA y subordinar todo a la celebración de la Copa como si eso fuese una economía de guerra. Además, se promulgó una ley sobre la Copa del mundo para reprimir a la afición y negarle sus derechos. Es decir, echaron por tierra el estatuto del aficionado. En esto también hay que destacar las muestras violentas de racismo y abusos de poder contra la población subalternizada, en la cual los sujetos racializados como negros e indígenas sufren los desmanes de las fuerzas represivas que hicieron y hacen todavía una limpieza étnica en las favelas, en las cuales mueren mujeres y hombres jóvenes en edad reproductiva y no son criminales.

¿En tu opinión, cómo transcurrirán los días que quedan de Mundial? ¿La gente de Brasil seguirá disfrutado de él o el Mundial ya se acabó para ellos?

El Mundial acabó para Brasil. Los brasileños no aceptan la derrota y siempre buscan culpables sin mirarse a sí mismos; no asumen sus propios errores. Les falta humildad y eso lo demuestran los efectos del Maracanazo de 1950. Pienso que 54 años después la tragedia ha sido más que una pesadilla. Hoy el orgullo nacional está herido y comenzamos la era del Mineirazo. Hablo de los fanáticos brasileños al fútbol fundamentalmente. Otras personas están contentas y muy felices con lo acontecido y ya se ríen del Scracht por el papelazo que hicieron ante los teutones. La afición seguirá yendo a los estadios; pero nunca será igual. La llamada “Copa de las Copas” tuvo un desenlace triste y dramático para este bello país donde el fútbol es como respirar, o sea, una pasión.

No se podrá entender el complejo y problemático nacionalismo brasileño sin dimensionar en su justa medida la importancia del fútbol en la construcción de la identidad nacional y en la idea de nación. Lo que muy pocos se atreven a decir es que ese mito de Brasil como “El país del fútbol” se está desmoronando desde hace tiempo cuando cambiaron la alegría del jogo bonito (que les dio tres títulos fantásticos y varias actuaciones inolvidables) por el pragmatismo del fútbol post-moderno y rácano (cuyo resultado fueron dos títulos sin brillo, y varios momentos de hacer el ridículo como hoy).

Brasil ha traicionado sus raíces, su identidad de juego que tanta fama le ha dado. Por eso la afición recuerda tanto a Pelé y hoy llora por la ausencia de Neymar Jr., porque este último representa la gran esperanza de que el fútbol brasileño siga siendo ante todo un arte en su más amplio sentido: música en el corazón latino, danza en la cadencia del regate, performance en el movimiento de zigzag durante una serie de fintas y tretas, pintura hecha con los pies y la cabeza para que la pelota se incruste en las redes del rival y canto en forma del grito poético de pasión cuando el aficionado y los narradores de esa pletórica escena dicen a coro ese sonido agudo tan maravilloso que todos esperamos de un crack como él: goooooooool…

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