Profesor Eugenio George recibió “Orden Collar de Oro” de la FIVB

El primer recuerdo que tengo de las “Morenas del Caribe” se remonta a los Panamericanos de 1991. Sí, esos que La Habana acogió en instantes que ya advertían la proximidad de tiempos complejos para nuestra pequeña isla. Tuve la oportunidad de disfrutar en vivo el triunfo de las chicas del vóley, su quinto consecutivo en las citas multideportivas del continente. Apenas contaba seis años de edad e imagino que, en aquel momento, no reparé su presencia en la cancha.

Para esa fecha ya Eugenio George llevaba más de dos décadas hilvanando una historia fascinante. Las primeras medallas regionales, los primeros títulos, la fantástica victoria en la lid universal de 1978 en la URSS. El proyecto de la escuela cubana de voleibol era una realidad latente. Llegaron entonces las tres olimpiadas consecutivas: Barcelona 1992, Atlanta 1996 y Sidney 2000. Cada una con su dosis particular de dramatismo y emociones por doquier, desde las épicas remontadas hasta las geniales narraciones de René Navarro: “balón que sube Marlenis, balón que baja Mireya”… “de Cuba y para el mundo”… “torre a dos manos por la muralla color chocolate”.

Hubo más, los mundiales de 1994 y 1998; el bronce estival de Atenas 2004, podio que muy pocos esperaban y por eso resultó tan especial; Grand Prix, Copas del Mundo, nada escapaba al halo mágico de las Espectaculares Morenas del Caribe. Y con ellas el profe Eugenio como artífice de la leyenda, junto a él: Ñico, Calderón, su hermano Eider.

Cuando finalizó el siglo vinieron lógicos tiempos de recuento. Resultó seleccionado el mejor entrenador del mundo en la centuria. Distinción más que merecida, pero su legado estaba más allá de los mondoflex, los títulos alcanzados, de esos entrenamientos que tenían igual o mayor nivel de exigencia que un partido, o el casi invencible sistema cuatro-dos. Eugenio no solo edificó la escuela cubana de vóley, sino que creó una escuela para la vida en la que se formaron varias generaciones de mujeres únicas. Ese es el mérito más grande de su obra. Basta escuchar a cualquiera de las morenas para darse cuenta de ello.

Hace tan solo unos días Eugenio recibió la Orden Collar de Oro de la Federación Internacional de Voleibol (FIVB). El homenaje aconteció en República Dominicana, sede de la confederación caribeña (NORCECA). Llevaba tiempo sin aparecer en televisión, solo a fines del 2013 supe que había estado presente en la reunión nacional de voleibol y que en una de las jornadas había tenido que marcharse pues no se encontraba muy bien de salud. Quizás por ello verlo visiblemente emocionado mientras recibía el premio, me reconfortó.

 Se imponía entonces reseñar el agradable acontecimiento. Apenas comencé a acoplar las primeras ideas sobre lo que escribiría, me di cuenta que no debía ser yo el que hablara sobre Eugenio. “Darle voz” a esas geniales mujeres que, con su acertada guía, escribieron una de las páginas más bellas del deporte cubano resultaría más gratificante. ¿Quién mejor sino ellas? Estos dos comentarios son fiel reflejo de la satisfacción con que varias de las morenas recibieron la noticia de la orden entregada a Eugenio y las palabras que escribieron en los sitios que socializaron el hecho.

Yusleyni Herrera: “Conocer la noticia me puso muy contenta. Él merece eso y mucho más. Fue un magnífico entrenador, me enseñó mucho como atleta, pero supo ir más allá…me enseñó a ser una persona humilde, como mujer a ser respetada. Con gran satisfacción puedo decir que fue como un padre.”

Yaima Ortiz: “Sobre Eugenio no nos bastaría un día para platicar. Eugenio es como decir la leyenda del vóley. Padre, educador…nos enseñó a no rendirnos jamás, a ser disciplinadas, abnegadas, de generación en generación. Muchas veces hasta nos molestábamos por las cosas que nos decía o por los interminables entrenamientos, pero al final dábamos gracias a su entrega y sabiduría, Hoy estoy segura que cada una de nosotras nos sentimos orgullosas al conocer sobre ese premio otorgado al “viejo” como muchas le llamábamos de cariño.”

“Gracias profe…”

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