Raúl Cascaret: el primer gran campeón de la lucha cubana

Raúl Cascaret (al centro). Foto: Trabajadores.

Raúl Cascaret (al centro). Foto: Trabajadores.

El 26 de marzo de 1995 fue un día funesto para la lucha cubana. En la misma jornada en que se clausuraban los Juegos Panamericanos de Mar del Plata, Argentina, Raúl Cascaret dejaba de existir en La Habana.

Un accidente de tránsito truncó la vida del primer campeón mundial cubano de este deporte. Tenía 33 años, aunque había dicho adiós a los colchones con solo 29 en los Panamericanos de La Habana’ 91.

El ilustre santiaguero anunció su promisoria carrera con el cuarto lugar en la división de los 62 kilogramos en los Juegos Olímpicos de Moscú 80, con apenas 18 años. En suelo soviético solo perdería con el búlgaro Mikko Dukov y ante el anfitrión Magomedgasan Abushev, a la postre campeón olímpico.

Su primer gran éxito sería en 1981 en la Universiada Mundial de Bucarest, Rumania. Allí ganó el título sin permitir que le anotaran un punto, aunque el séptimo lugar del campeonato mundial de Yugoslavia lo dejaría con deudas.

La gran historia en mundiales comenzó en Edmonton en 1982 cuando llegó a la final y cayó 2-6 ante el soviético Michail Tscharatschura. Fue el único combate que perdió ese año en 31 salidas al colchón.

En 1983 escaló a los 68 kilogramos y en el mundial de Kiev solo pudo acceder a un quinto lugar. Pero un año después, el olímpico, ascendió a los 74 kilogramos y era uno de los favoritos rumbo a Los Ángeles. La ausencia de Cuba en aquella competencia lo privó, quizás, de una medalla histórica.

La gloria en dos años

Raúl Cascaret se convertiría en 1985 en Budapest, Hungría, en el primer campeón mundial de la lucha libre en América Latina. En la final derrotó al gran rival de su carrera, el norteamericano David Schultz, que traía como antecedentes el título mundial de Kiev y el olímpico de Los Ángeles.

Esta actuación le valió la condición de mejor atleta del año en Cuba con 74 votos de 90 posibles, por encima del jovencito Omar Linares, que ya mostraba su gran calidad como pelotero, la voleibolista Mireya Luis y otros grandes atletas como Silvia Costa, Jesús Nogueiras y Leandro Peñalver.

Además, ese propio año fue seleccionado el mejor atleta de Latinoamérica y del Caribe, aventajando a deportistas sumamente mediáticos como el delantero mexicano del Real Madrid, Hugo Sánchez, y la tenista argentina Gabriela Sabatini.

Definitivamente la capital magyar resultaba un escenario propicio para el luchador cubano porque al año siguiente repitió allí su corona mundial. En la segunda jornada enfrentó nuevamente a Schultz, y a falta de dos segundos igualó el pleito y conquistó la victoria por ser la última acción técnica. Por el título comenzó en desventaja 0-3 ante el campeón mundial juvenil, el soviético Adlan Varaew, y revirtió el cotejo para conseguir un 5-3.

La magnitud de la hazaña fue encumbrada por la prensa cubana y Cascaret fue elegido nuevamente el mejor atleta del año en el país. Entonces aventajó a una decena de estrellas, entre las que se encontraban los boxeadores Teófilo Stevenson, Felix Savón, Adolfo Horta y Ángel Espinosa, los peloteros Omar Linares y Orestes Kindelán, su esposa Ana Fidelia Quirot y la basquetbolista Leonor Borrel.

Cascaret. Foto: Armando Hernández/jit.cu.
Cascaret. Foto: Armando Hernández/jit.cu.

Estos dos años marcaron la carrera de Raúl Cascaret. Fue un período de imbatibilidad al punto de que celebró 53 combates en el bienio y venció en 51.

Ello le permitió el privilegio de ser el primer luchador abanderado por Cuba en unos juegos multideportivos, cuando lideró el desfile antillano en Indianápolis en 1987. Pero Schultz apareció en la final para impedirle el triunfo.

El mundial de Clermont-Ferrant en Francia en 1987 marcó su última actuación decorosa en eventos de primer nivel. En suelo galo terminaría en quinto puesto luego de caer 6-7 ante el alemán Westendorg y 3-7 ante el soviético Varaew.

En un intento por mantenerse en la élite subió hasta los 82 kilogramos y apareció un fantasma cubano: el matancero Orlando Hernández. Frente a él cayó dos veces aunque pudo desquitarse en el torneo Cerro Pelado de 1988 en Santa Clara, cuando lo derrotó por pegada. En ese, su último gran evento, caería en la final ante el norteamericano Mike Sheets.

El eterno rival y dos muertes trágicas

Si Mijaín López ha tenido a un Khasan Baroev, primero, y después a un Riza Kayaalp, Cascaret tuvo a un David Schultz. Se enfrentaron en cinco ocasiones con tres victorias para el estadounidense frente a dos del cubano.

La primera vez que se vieron las caras fue en la final del Torneo Henri Deglane de Francia. El pleito quedó igualado a tres pero Schultz fue el último en marcar y, por tanto, mereció la victoria. En la final de la Copa del Mundo de 1985, en propio suelo norteamericano, el campeón olímpico de Los Ángeles repitió su triunfo.

Luego vendrían las victorias de Cascaret en la final del campeonato mundial de 1985 y en la segunda jornada del mundial de 1986. El punto final a estos encarnizados duelos tuvo lugar en Indianápolis en 1987 cuando Schutlz venció al abanderado cubano. Contaba Gustavo Rollé en una entrevista que tras esta final Schultz le regaló dos casetes a Cascaret y le dijo: “Por ahí te gané, estudiándolos”.

Y es que más allá de la rivalidad eran grandes amigos. Cuentan que en la final del campeonato mundial de 1987 Schultz sufrió una gran decepción al caer en la final ante el soviético Varaew y solo contuvo su llanto por los consejos de Cascaret. Ana Fidelia Quirot, que fue la primera esposa de Cascaret, cuenta que cuando él iba a las Copas del Mundo en los Estados Unidos le hablaba mucho de Schultz y de su esposa Nancy.

El destino premió a David Schultz con una medalla de bronce a sus 35 años en los Juegos Panamericanos de Mar del Plata justamente unos días antes del fatídico accidente de Raúl Cascaret. Sin embargo, unos meses después, en enero de 1996, el norteamericano tendría un trágico final al morir asesinado a manos del multimillonario John Du Pont. Dos muertes trágicas para grandes adversarios en el colchón

Raul Cascaret inició el sendero dorado que luego continuaron Héctor Milián, Alejandro Puerto, Filiberto Azcuy, Yandro Quintana y el inmenso Mijaín López. La lucha cubana le debe una constante reverencia.

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