Rigondeaux y Lara triunfan en peleas por el título de la AMB

“El boxeo soy yo”, afirmó con total desparpajo el mítico Kid Chocolate mientras conquistaba los rines newyorkinos y deleitaba a todos con su elegante vestir, en los años treinta del pasado siglo. Este sábado la pintoresca frase se hizo presente de nuevo en los alrededores de la Gran Manzana, reclamada por dos púgiles cubanos dignos herederos de aquel chico ilustre de la barriada del Cerro.

Erislandy Lara (19-1-2, 12 Ko) y Guillermo Rigondeaux  (13-0-0; 8Ko). El primero cambió su faja interina por la de titular mundial superwelter de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB). El santiaguero, dos veces monarca olímpico como amateur, retuvo el cinturón universal de las 122 libras en la AMB y el de la Organización Mundial de Boxeo (WBO).

Lara dio una clase magistral sobre el encerado a Austin Trout (29-2-0, 14 Ko). La pelea se celebró en el Barclays Center de Brooklyn y el guantanamero se impuso por decisión unánime de los jueces en doce asaltos (118-109, 117-110, 117-110). Dar y que no te den mientras se danza rítmicamente sobre el ring, sello indiscutible de los púgiles de la isla. Para su rival resultó un estilo indescifrable. “Vengo de la escuela cubana desde chiquito y por eso digo que a Trout lo atrapó la escuela cubana’’, señaló Erislandy.

Desde el primer asalto la exactitud en el golpeo y la velocidad de piernas de Lara se convirtieron en un enigma indescifrable para Trout, que apenas conectó golpes de consideración, mostrándose fuera de distancia y sin armas para cambiar el curso del combate. A partir del octavo round el cubano aumentó progresivamente su ritmo de pelea, llegando al clímax en el onceno, cuando  con una potente izquierda envió a Trout a la lona.

Con esta victoria Lara se puso en inmejorables condiciones para enfrentar al mexicano Saúl “Canelo” Álvarez, a quien no tardó en calentarle el ambiente al afirmar: “Al Canelo le digo que contra Trout lo hice mejor que él, y por eso le pido que se suba al ring conmigo’’

El virtuosismo de Guillermo Rigondeaux parecía, a priori, un obstáculo insalvable para Joseph Agbeko. Lo acontecido en la pelea estelar en el Boadwalk Center, New Jersey validó la anterior afirmación. Imagino el público presente no haya salido muy complacido pues el africano nada hizo por el espectáculo, al parecer consciente de que provocar al “Chacal” santiaguero no sería una buena opción.

Rigondeaux cumplió e incluso por momentos aceleró su ritmo de combate, algo poco usual en él, pero definitivamente Agbeko no estaba dispuesto a que la paliza fuera excesiva. Al final victoria por unanimidad con idénticos 120-108 en las tarjetas. A estas alturas para nadie es un secreto que en las 122 libras no hay rival en condiciones de hacer frente a la maestría del cubano. Quizás por ello su mirada ya está puesta en un oponente de la categoría inmediata superior.

En ese sentido el Rigo comentó: “Si Nonito acepta el reto, le vuelvo a dar una paliza, todavía sigue traumatizado de la que le di’’, referencia directa a la pelea en la que superó a Donaire, favorito de los magnates del boxeo, en el mes abril. El santiaguero fue más allá y también le prometió el mismo resultado a estelares de las 126 libras como Orlando Salido y el ucraniano Vasily Lomachenko.  Cinco palabras terminaron por resumir su estado actual: “Yo soy el número uno”.

De fiesta anda el boxeo cubano. Aquí en la isla le recetamos una pollona a la escuadra rusa que nos enfrentó como parte de la IV Serie Mundial que organiza la AIBA. Un día después, Erislandy Lara y Guillermo Rigondeaux dieron continuidad la estela de títulos profesionales que atesora el pugilismo de la isla, iniciada en los albores del siglo XX. ¡Enhorabuena!

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