Río 2016: El llamado de la sangre

 

“Yo vengo de todas partes, y hacia todas partes voy…”
José Martí

Cuba sigue subiendo en la tabla de medallas. Ya reservó butaca en los Top Twenty, y todavía le restan unas cuantas opciones para ratificarse ahí. Es un orgullo saberse compatriota de esa gente: Mijaín, Ismael Borrero, Idalis… A veces hasta da la sensación de que somos nosotros los que competimos. Y es que existe una invisible conexión que nos acerca sentimental e irreversiblemente con los compatriotas, un enlace tan fuerte que no pueden romperlo las distancias geográficas ni los enfrentamientos ideológicos. Por eso yo celebro cada vez que un cubano lo hace bien, más allá de la bandera que defiende.

Ahora mismo, sin pecar de minucioso, en Río hay diez figuras con sangre cubana que representan otros pabellones. En unos casos como atletas; en otros, como entrenadores. Corren, saltan, tiran a puerta, hacen acrobacias, nadan… Lo hacen bien, y uno se regocija junto a ellos. A fin de cuentas, son cubanos. Tanto como los que vivimos en la Isla.

Orlando Ortega lideró ayer su heat preliminar de 110 con vallas. Ganó fácil, bajo un aguacero torrencial, con la cuarta mejor marca. Otrora coequipero del otrora recordista Dayron Robles, sexto en la final olímpica de Londres, el artemiseño se nacionalizó español (como Rolando Urios, Iván Pérez, Niurka Montalvo, Frank Casañas…) y se postula con razones sobradas para subir al podio. Bien le vendría a España, que no obtiene medallas en el campo y la pista desde que otro cubano, Joan Lino Martínez, fuera bronce en el salto de longitud de Atenas 2004.

Considerado hasta hace poco el mejor voleibolista del planeta, Osmany Juantorena debió esperar bastante para poder representar a Italia extrafronteras. Y cuando tuvo la oportunidad, el sobrino de Alberto clasificó a la Azzurra para Río con un partido memorable ante Polonia en la Copa del Mundo. Poco falta en la alforja de este atacador auxiliar: ha triunfado en campeonatos, copas y supercopas italianas y turcas; se ha impuesto en Champions Leagues y eventos orbitales para clubes; tres veces lo eligieron MVP… “La escuela cubana de voleibol es la mejor del universo”, dice él.

En cuanto a Ryan Lochte, no es leyenda: tiene una palma en vena. Vio la luz en Rochester, pero Ileana, su madre, es habanera. Fue ella quien lo enseñó a nadar desde pequeño, y la culpable de que hoy el Cocodrilo tenga una vitrina exuberante de medallas estivales (si no son más es porque existe Michael Phelps). ¿No me cree que Lochte ha vivido, de alguna manera, un proceso de cubanización? Mire algunos de los platos que prefiere: croquetas, picadillo, bistec empanizado, ¡ropa vieja!…

Seguimos. Danell Leyva, bronceado en el All Around de la gimnasia artística de Londres y actual integrante del Team USA, uno de los especialistas de la élite en barras horizontal y paralelas, es matancero. Libania Grenot, hace unas horas finalista en los 400 metros planos con la lycra azul de Italia, procede de la tórrida tierra de Santiago. Sólido candidato a una presea en la vuelta al óvalo con vallas, Yasmani Copello compitió por la estrella solitaria hasta que se mudó a Turquía en 2012. Y Rafael Capote, un hijo de La Habana, es subcampeón del mundo en balonmano con Qatar, ha sido Todos Estrellas por el lateral izquierdo al máximo nivel, y sus 31 goles en la Arena del Futuro arrastraron a su patria adoptiva a los cuartos de final olímpicos.

¿Y en cuanto a entrenadores? Le voy a referir tres casos que han logrado un global de dos títulos y un galardón de plata…

Ubaldo Duany, exsaltador de largo, ha sido pieza clave en los logros de Caterine Ibargüen, invencible a día de hoy en la prueba de triple. Fue él quien la convenció hace algunos años de olvidarse del salto de altura, ha sido él la batuta de su preparación, y a él –antes que a nadie- le dedicó la colombiana su medalla.

Iván Pedroso y Yulimar Rojas, la joven saltadora venezolana que ganó la plata.
Iván Pedroso y Yulimar Rojas, la joven saltadora venezolana que ganó la plata.

Iván Pedroso, el rey de la longitud en Sydney, el monarca de nueve coronas orbitales, obró el milagro de llevar a una venezolana hasta la plata olímpica, aventaja solamente por Ibargüen. La muchacha se llama Yulimar Rojas y cuenta que conoció a Pedroso a través de las redes sociales: “Cuando Facebook me lo sugirió de amigo decidí escribirle, le dije que era una joven atleta de Venezuela, que era mi ídolo y que quería entrenar con él”. El cubano le respondió que hacía tiempo venía siguiendo su carrera, que sí, que aceptaba. Se la llevó a entrenar en España, le cambió la mecánica de salto, y en tres meses la chiquilla ya había mejorado medio metro.

Cierro con el entrenador de Mo Farah, el fondista que humilla sistemáticamente a kenianos y etíopes en 5 y 10 mil metros. Pues bien, sepa que su preparador es Alberto Salazar, quien fuera un excelente corredor de maratones. Vencedor en tres oportunidades en New York. Una vez líder en Boston. Exaltado en Estados Unidos al Salón de la Fama de Largas Distancias. Reconocido por la IAAF en 2013. Y cubano, por más señas.

Rio-2016

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