Río2016: Yarisley quedó lejos del cielo

Yarisley Silva. Foto: Roberto Morejón / JIT.

Yarisley Silva. Foto: Roberto Morejón / JIT.

 

Eran cerca de las nueve de la noche –hora de Cuba–, cuando Yarisley Silva tumbó la varilla por tercera vez. La competencia apenas iniciaba. El listón estaba ubicado en los 4.70 metros, altura harto conocida, pero el estadio olímpico Joao Havelange no resultó un lugar ideal para la pinareña.

Silva era la chica morena que parecía presionada. La pequeñita, de cinco pies y tres pulgadas, que vistió de azul y rojo y empolvó sus manos de magnesia cada vez que comenzó una carrera de impulso. Ella buscó concentración, respiró profundo, despegó en busca del cielo, pero esta vez no lo consiguió.

Curtida en miles de batallas y dueña de unos nervios que en el instante preciso se vuelven de acero, Yarisley nos tenía (tiene) acostumbrados a hacer cosas grandes en los grandes momentos. Río de Janeiro parecía ser una nueva ocasión perfecta para demostrar su estirpe, sus manías de gigante ante colosales pertiguistas.

Séptimo puesto olímpico fue el saldo; cuatro metros y 60 centímetros la marca. La reina mundial de Beijing 2015, esa que se fue en blanco en los tres intentos en las olimpiadas de 2008 y que alcanzó medalla de plata en Londres 2012, se despidió con las manos vacías de Brasil.

Las horas y los minutos pasaron y ahora nos queda el aliento de saber que igual peleó, que el azar nada tuvo que ver en el resultado final, y que otras fueron mejores. La griega Ekateríni Stefanídi, la norteamericana Sandi Morris y la neozelandesa Eliza McCartney se llevaron los honores, en ese orden.

Yarisley Silva. Foto: Roberto Morejón / JIT.
Yarisley Silva. Foto: Roberto Morejón / JIT.

Torres-Dayán, a favor de la corriente

Cuba pescó entre Sidney 2000 y Atenas 2004 tres medallas de platas olímpicas en el canotaje. El oro nunca llegó, pero de las aguas se sacaron tesoros. Después los resultados en citas bajo la sombra de los cinco aros se diluyeron. Y aunque lejos en el tiempo, sería imperdonable olvidar aquellos  logros de Leobaldo Pereira, Ledys Frank Balceiro e Ibrahim Rojas.

En busca de emular esas excelsas actuaciones, se estrenaron este viernes en el lago Rodrigo Freitas los cubanos Serguei Torres y Fernando Dayán Jorge, quienes componen el C-2 a 1000 metros. Torres, de 29 años, experimentado, en sus terceras olimpiadas; y Jorge, de tan solo 17 abriles, inexperto, debutante.

La pareja, en extremo optimista desde que arribó a la villa del magno evento, no pudo estar mejor. Durante la clasificatoria fue sublíder (3:34.939 minutos) de su regata, solo por detrás de los alemanes Sebastian Brendel y Jan Vandrey (3:33.482). Y en las semifinales mostró su potencia, al dominar el heat con tiempo de 3:40:192 minutos y clasificar directamente a la final A.

El dúo se vio fuerte, compacto, sincronizado, seguro. “Queremos escribir nuestra historia”, manifestó Serguei Torres, sexto junto a José Carlos Bulnes en Londres 2012. ““Vamos paso a paso”, espetó después, consciente de la titánica faena que tienen este sábado en la discusión de las preseas.

Falla la lucha libre en su debut

Antes de la inauguración de Río2016, buena parte de los expertos colocaban a  Yowlys Bonne como uno de los potenciales medallistas cubanos. El guantanamero era, además, una de las grandes esperanzas de la lucha libre. Varios resultados avalaban ese vaticinio. Bronce mundial (en los 61 kilogramos) en 2014, oro en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 y rendimientos sobresalientes en la Bundesliga alemana con el club Nendingen.

Todo ello se diluyó en la sala Carioca 2 del Parque Olímpico, cuando Bonne cedió frente al iraní Hassan Sabzali en la discusión de la presea de bronce. Al final, alcanzó el quinto puesto de la división de los 57 kilogramos. Meritorio lugar, pero no ajustado a lo planificado.

Insatisfecho se mostró Julio Mendieta, entrenador del antillano. “Hoy (viernes) se debía aportar una medalla a nuestra delegación”, expresó a OnCuba. Y es que el también cubano Liván López, bronce olímpico de Londres 2012, debutó perfecto en los 74 kilos con victoria 8-6 ante el ruso nacionalizado español Taimuraz Friev, pero luego cayó 7-8 contra el kazajo Galymzhan Usserbayev.

Yowlys Bonne cae frente al japonés Rei Higuchi. Foto: Roberto Morejón / JIT.
Yowlys Bonne cae frente al japonés Rei Higuchi. Foto: Roberto Morejón / JIT.

“Fue una competencia durísima, de un alto nivel técnico-táctico. Esto estuvo tan duro que Jordan Burroughs, de Estados Unidos, se quedó sin nada y era el favorito de 74 kilogramos. Eso es un ejemplo”.

En el caso de Yowlys, que comenzó con éxitos ante el uzbeko Abbos Rakhmonov y el senegalés Adama Diatta, perdió en su tercera salida con el veinteañero japonés Rei Higuchi. “En muchas ocasiones no encontró la forma de entrar a sus piernas y eso dificultó el combate. Además, no atacó como él hace normalmente y estuvo demasiado al contraataque”, comentó Mendieta.

“Liván se mostró nulo en la defensa de los desbalances y así no se puede ganar. Todavía me quedan tres hombres y con ellos vamos a luchar hasta el final”, agregó el avezado adiestrador.

La lucha libre busca tributar a la comitiva nacional y, de paso, sumarse a la actuación descomunal que alcanzó el estilo grecorromano. Este sábado, los sueños están en Reineris Salas (86), triple medallista mundial, mientras que un día después saldrán al colchón Alejandro “Calabaza” Valdés (65) y Javier Cortina (97).

 

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