Roberlandy Simón: “Sigo siendo cubano”

Roberlandy Simón Aties te puede hablar sin abrir ni siquiera la boca, sin mover un labio. Su rostro te lo dirá todo, tiene a Cuba plasmada en plena frente. Aún luce en el rostro la insoportable fatiga de haber dejado la Isla a sus espaldas.

A sus 26 años y con un océano de por medio, todavía Simón no ha podido despojarse de la autoridad de su madre. Uno nota que sin Nancy Aties, Roberlandy no hubiera sido Simón. Su madre es uno de los tantos motivos por los que decidió emprender vuelo hacia una ciudad extraña a cientos de kilómetros del periférico barrio habanero de Alturas de la Víbora en el reparto los Pinos.

Cuando llegamos a su casa, dormía la siesta; lento y soñoliento, se sentó frente a mí, impresionante, con 2.06 m de talla. Cerca de un rincón rebosado de brillosos trofeos y medallas, recostado a la luz de su éxito, comenzamos a conversar.        

Tus padres fueron excelentes basquetbolistas. ¿Por qué voleibol y no baloncesto?

El baloncesto es un deporte que no tiene par, es uno de mis deportes favoritos. Pero el voleibol fue el que me abrió las puertas, me permitió entrar a la Escuela de Deportes ya que en el momento que intenté entrar como basquetbolista no había plazas disponibles. Los profesores de voleibol hablaron conmigo y me convencieron. Lo único que quería era jugar algún deporte, en definitiva ya había practicado baloncesto, fútbol, pelota y hasta judo.

En Cuba el voleibol tiene sus particularidades, digamos que en general no cuenta con una estructura bien definida. ¿Cómo llegas a la selección nacional?

Entré cuando todavía pertenecía a la categoría de cadetes, al inicio tuve que operarme de una rodilla y entrené muy poco con el equipo. Después de la operación me incorporé a un torneo interno, de ese campeonato escogieron a varios muchachos que integrarían el equipo nacional. De ahí es que me seleccionan para el Cuba junto a Rolando Jurquín, Oriol Camejo, Michael Sánchez y otros.

De un momento a otro Roberlandy Simón de ser un jugador con un futuro promisorio a largo plazo se convierte en una de las estrellas de la selección nacional ¿Ese momento era algo que ya esperabas?

Mi primera experiencia internacional fue con solo 17 años. Recuerdo que fuimos a un tope amistoso en Rusia y después a Argentina como preparación para la Liga Mundial. No era titular, me dedicaba solamente a mirar desde la banca, los centrales regulares eran Pavel Pimienta y Dominico.

Era muy joven y el entrenador me incluyó en el elenco para obtener un poco de experiencia. Lo único bueno era que entrenaba con los regulares y eso me daba la posibilidad de desarrollarme. Pimienta fue un gran ejemplo, me ayudó mucho. Después de esos años iníciales crecí lo suficiente como para ser titular. La primera vez que jugué como titular fue en el Mundial 2006. 

Ya como titular inamovible te viene un nuevo reto: capitán del conjunto ¿Cómo asumiste esa responsabilidad?

Ser el capitán de Cuba no era algo que me llamara mucho la atención, verdaderamente no me gustaba, quería ser simplemente yo y jugar al voleibol sin ningún tipo de responsabilidad. No quería asumir ningún cargo dentro del equipo. Éramos en su mayoría muchachos muy jóvenes que no les interesaba nada y lo único que disfrutábamos era jugar al voleibol, pero en cuanto a la disciplina no éramos muy buenos. Nos llamaban la atención por todo, la vida es así cuando uno es joven, muchas veces no piensas lo que haces.

Fue un momento difícil de mi carrera, no quería asumir ese cargo, incluso fui hasta con mi madre a la Escuela Nacional de Voleibol para poder quitarme esa responsabilidad de arriba. Después comprendí que eso no significaba nada y fui adaptándome a la capitanía del equipo. Verdaderamente no sé ni cómo lo hice, ahora miró atrás y fue bien bonito.

¿Qué factores incidieron en la desfragmentación de ese gran grupo de jugadores que integraban aquel elenco de hace 3 ó 4 años atrás?

Los mismos que inciden ahora, lo mismo que les pasa a los muchachos que hoy están en el equipo. Siempre los jugadores abandonan la selección y contra eso nada se puede hacer. En mi época siempre sufríamos la baja de algún jugador, entonces, ese que se va deja un hueco y el que entra nuevo tiene que coger la experiencia necesaria para ocupar esa posición y cuando lo alcanza, es otro el que se va. Por eso es que a los equipos cubanos les cuesta tanto mantenerse en la élite mundial, en la supremacía como decimos nosotros.

Hace dos años tomas la decisión de separarte de la selección nacional para comenzar una carrera como voleibolista profesional en Italia. ¿Cuáles fueron los principales motivos?

Fue una decisión personal. Un día que me levanté de la cama y le dije a mi mamá que no podía más. Teníamos muchos problemas internos que se mantienen y siguen generación tras generación porque los muchachos de ahora me cuentan que es lo mismo. Nosotros sabemos que el país no tiene las condiciones óptimas de entrenamiento pero esas condiciones deben mejorar. Son cosas bien difíciles de recordar, por eso no te he hablado de ello. 

Ahora en Cuba se puede percibir de cierto modo el inicio de un giro en la administración del deporte por las autoridades. ¿Ponderas estos movimientos?

Eso es muy bueno. Estos mismos muchachos de la selección nacional actual van por un buen camino pero les falta mucha experiencia competitiva. El mundo del voleibol ha crecido mucho profesionalmente y lo que tú ves en una liga profesional no lo ves en una Liga Mundial. Tienes que esperar a un Mundial o a unos Juegos Olímpicos para ver el verdadero nivel como se ve en las ligas profesionales de Rusia, Italia, Brasil.

Lo que se está manejando sería excelente para los cubanos porque si se da, podrán jugar al máximo nivel y levantar el nuestro. Obtendrían mucha experiencia y chocarían con las dinámicas actuales del voleibol, sería un desarrollo muy provechoso.

¿Tenías pensado esperar hasta Londres 2012?      

Mi carrera deportiva la tenía pensado en Cuba, simplemente me levanté ese día y le dije a mi mamá que no aguantaba más. Londres 2012 solo no, Brasil 2016 y todo lo que venía detrás, eso no era un problema para mi, el problema real es que las cosas te van agotando y llega un momento que no puedes más y no queda de otra que largarse.

¿Una vez en el Piacenza de Italia cómo te adaptas a este nuevo reto?

Muy difícil, tienes a tu familia bien lejos y las costumbres no se olvidan. En Cuba en un día de fiesta te aparece toda la gente que menos imaginas y hasta personas que ni conoces. Allá los días de fiestas son días normales. 

¿Qué diferencias de concepción has notado entre el voleibol profesional y el cubano? 

En el voleibol profesional uno se prepara casi siempre para los fines de semana y de acuerdo al rival de turno. La preparación física se trabaja para que dure todo el año, no es como en Cuba que uno se relaja un poco porque se entrena solamente para la Liga Mundial. En el profesionalismo se hace físico dos veces a la semana y no se corre, todo lo contario de aquí. Eso está dado porque lo que se deja de correr se aprovecha para la táctica y lo técnico, se entrena un poco menos con pelota pero con mucha más intensidad.

El voleibol cubano se prepara para una competencia al año, allá uno se preparaba para obtener puntos todos los fines de semana.

¿Sientes algún remordimiento por haber dejado a Cuba y a la selección?

Me siento tranquilo, a lo mejor fue una decisión que no tomé en el momento justo pero estoy sereno. Hay personas que me ven de una forma diferente, muchos me preguntan por qué abandoné el equipo y les respondo que eso no es una pregunta que deben hacerme a mí. 

¿Qué sensaciones te despertó volver al Coliseo de la Ciudad Deportiva?

Es el hecho de volver a recordar algo muy querido, aunque no sea igual porque es un Coliseo que está mucho más vacío, pero las personas siguen disfrutando. Es muy bonito, sentarse allí te hace revivir momentos, más allá que no estés dentro, sientes el mismo calor de los que están jugando. Te da mucha tristeza, porque eres un cubano igual y sabes que se siente cuando se está ahí. Es algo que no se cambia por nada.

¿Estás dispuesto a regresar a la selección nacional?

Me han ofrecido jugar por otros países, por Bulgaria, por Italia y he dicho que no, que soy cubano. No me importa el tamaño de la oferta, soy cubano y punto. Si me dejan algún día jugaré por Cuba, si no, no jugaré por ningún otro país. Le dije a Pavel Pimienta que no tenía problemas para regresar a jugar con Cuba.

Osmany Juantorena plateó una vez que quería jugar con Cuba pero le negaron la solicitud. Es un tema muy difícil. En lo personal, estaría muy contento porque sería un paso hacia delante. 

¿Cuba?

Este es mi país, aquí nací, sigo siendo 100% cubano, donde quiera que llego todos lo saben, en Italia no dejo de hablar de Cuba. Es una vida muy distinta a la de cualquier lugar del mundo, totalmente diferente. Allá  el timbre de tu casa no suena, aquí el timbre de la casa nunca para. Aquí el vecino te pide un poquito de sal o un cubo de agua, allá nadie te molesta, si quieres sal y agua tienes que bajar a comprarla, son cosas que definen a Cuba como un país único en el mundo.

Roberlandy Simón junto a su madre y hermano
Roberlandy Simón junto a su madre y hermano
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