Salto a la fama

La notoriedad de los hechos queda a merced de la transcendencia subjetiva de los espectadores. Su aureola permanecerá en el recuerdo según la apreciación de los que desde afuera tranquilamente juzgan el transcurso de la vida.

De ahí que el aura que se expande a través de la bogas, mitifica a los seres, los rasga, los declara, los clama y los acredita ante la celebridad.

En Cuba la fama es pasajera. Se escurre con prisa y en ocasiones solo sobrevive aquello verdaderamente sobresaliente en el instante, superior a sus sucesos contemporáneos. El resto, evapora, se aloja en la retina y volverá a renacer enunciado por alguna boca cuerda que lo traiga al presente. 
En los últimos días la prensa deportiva se ha hecho eco del nombramiento de cuatro cubanos dentro del Salón de la Fama de Lausana, Suiza de la Federación Internacional de Esgrima (FIE) que cumple un siglo de vida en este 2013.        

Los cubanos fueron incluidos dentro de una selecta lista de 100 nombres que dio a conocer la institución como los más destacados del centenario.

La noticia ha llegado sin más ni más en un momento donde la esgrima cubana juega a los escondidos. Cuando solo se oyen síntomas de su existencia con el advenimiento del Grand Prix de La Habana que años tras año se celebra en esta ciudad, pero que ve el paso inadvertido de los espadachines antillanos.
Que cuatro cubanos integren el máximo sitial de honor de un deporte en el mundo es un gran logro, un privilegio, un sueño. Y más, si hablamos de esgrima. Disciplina colonizada casi totalmente por europeos que se niegan a abolir su primacía ante las gestas de algunos americanos.

Ramón Fonst: Francia lo acogió en su infancia, adolescencia y parte de su juventud donde descubrió la esgrima. Según reportes de la época su elegante estilo no era del todo europeo, pertenecía a una escuela irreconocible. De cuerpo ligero y espigado, empuñaba el arma con la zurda y la desenfundaba a la velocidad de la luz.

Con solo 17 años se proclamó campeón olímpico de espada en Paris 1900, primera medalla para Latinoamérica en la historia de los Juegos. Después repetiría el cetro en San Luis 1904 añadiendo, también, la corona de florete.   

Rolando Tucker: Mulato habanero, pura euforia, de una zancada elástica y con una de exquisita pegada.

Palmarés: Subcampeón Mundial de Sudáfrica en 1997, Plata en florete individual y oro en florete por equipos en los Juegos Panamericanos de Mar del Plata 1995; Oro en florete individual y por equipos en Juegos Panamericanos de Winnipeg 1999; Oro en por equipo en los Panamericanos de 1991 y 1995. Medallas de oro en florete por equipo y de plata individual en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, 1993, y en los de Maracaibo 1998.

Rafaela González: Exatleta y Gloria del Deporte Cubano. Fue presidenta de la Federación de Esgrima de Cuba y miembro del comité ejecutivo de la FIE representando a Centroamérica y el Caribe.

Siendo la máxima autoridad de la esgrima en Cuba, la nación antillana alcanzaría sus mejores resultados históricos: medallas mundiales y olímpicas, organización de copas del mundo, circuitos Grand Prix y congresos internacionales.

Eduardo Johns: Sobresalió como floretista antes de convertirse en entrenador de una generación de excelentes deportistas, entre los que se encuentra Rolando Tucker, bronceado por equipos en las olimpiadas de Atlanta 1996.
 

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