Santiago de Cuba al bate

Antonio Pacheco, el Capitán de Capitanes de Santiago y de Cuba, brilló primero como jugador y luego como manager. Foto: cubanet.org.

Antonio Pacheco, el Capitán de Capitanes de Santiago y de Cuba, brilló primero como jugador y luego como manager. Foto: cubanet.org.

Santiago de Cuba no es solo la capital histórica del Oriente cubano. Es también la cuna de grandes figuras: patriotas, artistas, escritores, deportistas… y peloteros.

En las últimas décadas, a fuerza de batazos, el equipo santiaguero se confirmó como uno de los cuatro grandes del béisbol en Cuba. Pero la herencia beisbolera de esta tierra viene de mucho antes y un All Star histórico, para ser justo, debe considerar también nombres hoy casi olvidados pero de grandes resultados en la pelota profesional de antaño.

Nuestra propuesta contiene 20 nombres, no más, 10 de ellos lanzadores –aunque se mencionan otros aspirantes–, por lo que quedan fuera muchos con merecimientos. Pero esos son los riesgos de una selección como esta.

Estas son mis estrellas santiagueras de todos los tiempos.

Nostalgia rojiazul

Receptor: En esta posición habría que mencionar a Benito Gaínza (años 20), Pedro Lanuza (años 30), Rafael “Son” Noble (décadas del 40 y 50), Ramón Hechevarría (años 60 y 70), e incluso a Rolando Meriño (años 90 e inicios del siglo XXI). Y aunque siempre se pondera importancia de la defensiva detrás del plato, me decanto por Noble, un pichón de jamaiquino que ostenta el record de más jonrones (71) en la liga profesional cubana.

“Son” se destacó con el Contramaestre. Luego pasó al Habana desde el que fue contratado por los New York Cubans (1946-47) donde mostró una desaforada ofensiva de 404 y 302. Estuvo dos años en Panamá y a su retorno a Cuba, con el Cienfuegos, mostró la mejoría de su defensa al recibirle a pitchers como Pedro Ramos y Camilo Pascual. En los años 50 pasó por equipos como los Cuban Sugar Kings y el Oakland de la Liga del Pacífico, hasta llegar a los Gigantes de New York, donde fue cátcher suplente de Wes Westrum. En tres temporadas con los Gigantes promedió 218 al bate.

Primera base: Esta es una posición disputada entre José Bolerí (años 30), Napoleón Reyes (décadas del 30 y 40), Elpidio Mancebo (años 70), Orestes Destrade (los 80 y parte de los 90) y Orestes Kindelán (desde los 80 hasta principios de los 2000).

Todos tienen argumentos para incluirse: Napoleón fue una de las grandes estrellas de la pelota profesional cubana, muy agresivo y poseedor de varias marcas. Podía jugar con facilidad en ambas esquinas y hasta en el campo corto y también fue un gran manager.

Kindelán ancló allí por su bateo y mejoró paulatinamente a la defensa, aunque comenzó como receptor, mientras que Destrade, hombre insignia de los Marlins, y Jugador Más Valioso en Japón, podía también desempeñarse en los jardines. Por tanto, mi elección como primera base es Mancebo.

“Pillín”, como se le apodaba, fue fundamental en el mundial de 1971 y un año después fue el primer jugador oriental en ser líder de los bateadores (327) en Series Nacionales. Temible por conectar para todas las bandas, Elpidio estuvo en 17 torneos cubanos en los que promedió 282, tuvo el triple de bases por bolas que sus ponches a pesar de ser un slugger y a la defensa fue efectivo, con 982 de average como inicialista.

Segunda base: No hay discusión con Antonio Pacheco. Sus números hablan solos, aunque fuera vetado y convertido en la manzana de la discordia en la refundación del Salón de la Fama en Cuba por su decisión de emigrar.

Tal vez, quien podría disputarle el trono sería el big leaguer “Ossie” Álvarez (que no nació en Cienfuegos, como afirma alguna bibliografía), pero muy pocos en las Series Nacionales han tenido tanto liderazgo dentro de una novena. Pacheco era un caudillo seguido por toda la banca, tanto en Santiago como en los equipos orientales y la selección nacional, y su poder de mando lo confirmó como director victorioso a poco de pasar al retiro.

Bien llamado “el Capitán de capitanes”, Pacheco es segundo en hits (2356), tercero en impulsadas (1304), tercero en total de bases, sexto en dobles (366), séptimo en anotadas (1258), noveno en comparecencias al bate y duodécimo en jonrones (284) y con average de bateo de 334 está también entre los primeros en Cuba. A la defensa realizó 1140 doble plays, fue noveno en juegos y asistencias, y promedió 977 en 22 campañas.

Según la IBAF es el pelotero con más eventos internacionales (25) y el único en ganar todos los trofeos, desde las categorías infantiles hasta los mayores. Entre tres Juegos Olímpicos, cuatro Panamericanos, cuatro Centroamericanos y siete Campeonatos Mundiales golpeó con el bate para 405, sin compilar las Copas Intercontinentales y otros eventos internacionales. Un gigante.

Campo corto: Los postulantes son Evenecer Godínez (años 80), Luis Miguel Nava (siglo XXI) y Adeiny Echevarría (siglo XXI).

Aunque el último en la lista ha tenido fenomenales actuaciones defensivas en las Grandes Ligas con los Marlins de la Florida, y Nava mostró buen bateo (298) y una integralidad que lo llevó al equipo Cuba, mi elegido es Godínez.

El de Segundo Frente tuvo similar defensa a la de Nava, justo en la misma cantidad de campeonatos, pero sus números ofensivos denotan más poder a pesar del bate de aluminio. Enfrentó a un mejor pitcheo y en un line up plagado de buenos bateadores se erigió como el torpedero con mejor promedio de impulsadas por vez al bate.

En una época donde reinaron en el campo corto Luis Ulacia y Germán Mesa, la ofensiva de Evenecer tuvo que ser empleada en equipos Cuba B, topes y giras menores, en los que no defraudó y obtuvo al menos tres veces la condición de más valioso, aun ante profesionales.

Jugador de Orientales, Serranos y Santiago de Cuba, conectó 1556 hits, más de 100 jonrones y es el sexto de por vida en asistencias.

Tercera base: Podrían nombrarse como candidatos Electo García (fines de los 20 y década del 30), Santiago “Chago” Salazar (década del 30 y 40), el ya mencionado Napoleón Reyes (décadas del 30 y 40), el palmero Francisco “Sojito” Gallardo (años 40 y 50), Juan Francisco “Cachano” Delís (décadas del 50 y principios de los 60) y Gabriel Pierre (años 80 y 90).

“Sojito” fue gran infielder del Cuban Mining y Palma Soriano. Luego bateó 256 en cuatro temporadas en el béisbol rentado en Cuba, pero acaparó los mejores números de la Liga Internacional de la Florida con los Havana Cubans (juegos jugados, triples, dobles, empujadas y hits).

Por su parte, Delís conectó 269 en la liga profesional cubana y llegó a las Grandes Ligas, aunque con malos números en los Senadores de Washington en 1955.

Mi elegido entonces es Pierre, a pesar de gozar del bate de aluminio. La mole santiaguera disparó 306 jonrones, séptimo en Series Nacionales y además fue tercero en pelotazos, por el cuidado que ponían los pitchers para frenar su ofensiva (295 con 530 de slugging). Dio más de 300 dobles, más de1500 hits, impulsó más de 1000 carreras y a pesar de su poder terminó con buen equilibrio de boletos contra ponches. Representó a Cuba en los Olímpicos de Sidney, en unos Juegos Panamericanos y en copas intercontinentales, entre otros torneos.

Jardín derecho: Aunque podría pensarse en figuras como Alexei Bell, me decanto por Orestes Destrade, zurdo de poder más conocido como inicialista pero con experiencia en los jardines.

Se desempeñó como primera base en cuatro temporadas alternas en las Mayores entre Florida, Pittsburgh y los Yankees, con gran aporte al mascotín (987 defensivo), aunque su promedio ofensivo (241) fue de la media.

Orestes Destrade. Foto: splicetoday.com.
Orestes Destrade. Foto: splicetoday.com.

Entre 1989 y 1995, Destrade también jugó en la Liga Japonesa para los Leones de Seibu, donde explotó su poder ofensivo. Fue líder en cuadrangulares durante tres años consecutivos (de un total de 160 jonrones) y resultó elegido el más valioso en 1990. Esta etapa lo hace mi elegido, porque en ella actuó muchas veces como jardinero. En ella bateó para 262 y empujó 389 carreras, entre las más altas cuotas del circuito nipón.

Jardinero central: Los candidatos serían Fermín Laffita (años 60 y 70), Jorge García (años 80) y Reutilio Hurtado (finales de los 90 y siglo XXI).

Entre ellos, inclino por Laffita, a pesar de que el llamado “Alfita Oriental” nació en Baracoa, se formó en Holguín y jugó con toda clase de equipos orientales. Sin embargo, con la división político-administrativa de 1976 ancló en Santiago, donde vistió la franela de esa provincia en Series Nacionales.

Tras 20 campeonatos, el también conocido como “Satélite Oriental” mostró un excelente promedio defensivo de 968 en la pradera central y aunque su ofensiva fue de 279, era un bateador de contacto, con más de 1300 hits en su carrera, alto porcentaje de embasado y rápido en las bases, valores que le permitieron militar durante una década en el equipo nacional cubano.

Jardinero izquierdo: Podrían barajarse nombres como el de “Polito” Caraballo (años 40), Albión Garbey (década del 30 y principios del 40), Orlando Leroux (años 50, y del cual aclaro que nació en Santiago y no en La Habana), Fausto Álvarez (80 y 90) y Rey Isaac (los 90).

Me quedaría con Fausto (210 jonrones), pero ya hay muchos jonroneros en el team y otras estadísticas ofrecen otra valoración a favor de Rey Isaac.

En casi la misma cantidad de temporadas, Isaac fue más defensivo que Fausto (973 por 968), incluso más ofensivo (316 por 295), aunque Álvarez fue mejor en poder aislado (ISO) y porciento de bases por bolas.

No obstante, lo definitivo lo aporta la sabermetría, pues Isaac fue mejor en average de bateo de bolas en juego (BABIP), porcentaje de embasado (OBP) y en especial en OPS (OBP más slugging, una estadística muy completa).

Esa consistencia de Isaac se muestra en el vigente record, desde 1995, de más juegos consecutivos bateando de hit (37) y en sus torneos vistiendo la camiseta de Cuba.

Designado: No lo ubiqué en la inicial, pero como designado no tiene sombra. Orestes Kindelán es el mayor jonronero cubano de todos los tiempos, con 487 palos de vuelta completa, aunque gozó de la época del aluminio. Se dice fácil, pero es impresionante.

En 21 series su promedio ofensivo fue de 313, superó los 2000 hits, es séptimo en comparecencias, cuarto en anotadas, primero en total de bases, cuarto en slugging (por encima de 600), primero en impulsadas (más de 1500) y flys de sacrificio, además de acaparar cinco lideratos de cuadrangulares en Series Selectivas y tres de impulsadas.

Kindelán con el uniforme de Serranos.
Kindelán con el uniforme de Santiago.

Entre seis Campeonatos Mundiales, cuatros Centroamericanos, cuatro Panamericanos y tres Juegos Olímpicos, “El Tambor Mayor” conectó 392. Entre estos eventos obtuvo seis veces la corona de máximo jonronero, con sendas dupletas de triple corona y jugador más valioso.

Su defensa no fue tan elocuente como su ofensiva, incluso fue movido de cátcher a los jardines y la primera base, pero había que buscarle cupo entre los bateadores. En Santiago y en los equipos Cuba.

Utility: Mi voto es para Juan “Cachano” Delis (años 50 y principio de los 60), el novato del año 1953 con el Marianao. Con ese equipo se mantuvo en la Liga Cubana hasta 1961, ocho años en los que promedió 269 y pudo asistir con los Tigres a dos Series del Caribe (con discreto 250 ofensivo).

También pasó por los Havana Cubans (287), y estuvo dos años con los Sugar Kings (264), pero fracasó en las Grandes Ligas al no cuajar en la tercera de los Senadores de Washington (solo 189). En las Menores y en México le fue mejor.

En su carrera fue utilizado como jugador de cuadro pero también en los tres jardines, tal como lo demostró con Báguanos en la Liga Popular de Oriente.

Orden al bate: Laffita, Destrade, Pacheco, Kindelán, Noble, Pierre, Mancebo, Godínez e Isaac.

Lanzadores:

Mis diez enlistados son el “Moro” Hadad, Erasmo “Cocó” del Monte, Fidel Lora, Gumersindo Elba, Roberto “Jabao” Valdés, Orlando Figueredo, Braudilio Vinent, José Luis Alemán, Norge Luis Vera y Ormari Romero.

Hadad (años 20 y 30) puede ser un desconocido, pues actuó a principios de siglo XX entre los equipos aficionados de Oriente, pero este derecho de La Salle fue considerado el más veloz serpentinero de esa zona geográfica en su época, ganador nato y elegido por la prensa, antes de la Revolución, entre los mejores del siglo en la antigua provincia oriental.

Cocó (década del 40) fue un gran ponchador. Gracias a una supersónica recta integró los equipos Cuba a las Series Mundiales Amateurs de 1942, 1950 y 1951, y se coronó en el circuito aficionado. En 1942 fue capaz de vencer a los Estados Unidos y a República Dominicana, un año donde fue casi imbateable con el equipo de la Universidad (0.94). También estuvo en los Juegos Centroamericanos del 1950. No dio el salto como jugador profesional, sino que ejerció como médico.

Fidel Lora (década del 40) fue considerado el Conrado Marrero de Oriente, un gran ganador con Palma Soriano y el Cuban Mining contra todo tipo de equipo que visitara el indómito.

Elba (años 50) sería el único zurdo del elenco, avalado por sus actuaciones como profesional con los Havana Cubans en la Liga Internacional de la Florida (1949-1953).

El balance de ganados y perdidos de Orlando Figueredo (125-107) es incluso menos elocuente que sus 30 blanqueadas y su promedio de limpias de 2.74. Tuvo igual cantidad de victorias que juegos completos, superó la barrera de los mil ponches, pero se ofuscó en continuar en el ocaso de su carrera cuando ya era bateado con más facilidad, de lo contrario sus números serían mejores. No obstante, le conectaron poco, apenas para 229.

Parecido es el caso del Jabao, al que solo le batearon para 194, dio 28 lechadas y promedió menos de dos limpias (1.75), el segundo mejor en Series Nacionales entre los brazos con más de 100 juegos.

Braudilio Vinent, "El Meteoro de La Maya". Foto: Zona de Strike.
Braudilio Vinent, “El Meteoro de La Maya”. Foto: Zona de Strike.

Braudilio Vinent es a mi juicio el mejor serpentinero de Santiago. Con la novena de Cuba tuvo impresionante resultado de 45 vitorias y 4 fracasos en 29 eventos internacionales, con nueve lideratos, lo cual demuestra su confiabilidad como primer abridor.

Al llegar a los primeros 20 campeonatos nacionales ya era el de más victorias, líder en siete departamentos tras 14 incursiones, currículo que aumentó hasta el final de su carrera al concluir primero en cuatro acápites de pitcheo en Series Nacionales y entre los diez primeros en otros dos acápites estadísticos

Alemán (174-125) es el quinto con más juegos completos en clásicos nacionales, onceno en juegos iniciados y se fue invicto en torneos internacionales (10 éxitos). En sus 17 series le batearon para 248, propinó 1447 ponches y su promedio de limpias fue de 3,13, buena en la época del aluminio.

Ormari quedó a solo seis victorias de las 200. Fue en su momento el pitcher más alto de Cuba y tuvo una fortaleza física que lo ayudó a lanzar por 19 Series Nacionales con balance de 194-124. Es el séptimo en victorias de por vida, sexto en juegos iniciados (365), décimo en lanzados (467), con 1280 ponches propinados y 3.47 promedio de limpias. Con el equipo nacional ganó 7 veces y perdió en una oportunidad, en la final del primer Clásico Mundial.

La última perla es Vera (2000-2013). Desde que frenó a Industriales en la final de 1999 fue uno de los lanzadores de más prestigio en el equipo cubano (espectacular 21 y 1), y el líder entre los serpentineros de “La Aplanadora”, como le apodaban al imbatible equipo santiaguero que ganó tres títulos seguidos entre 199 y 2001. Se distinguía por la elegancia casi gimnástica de su wine up, su economía de lanzamientos y su buen control.

En la lista faltarían otros nombres, como los de Luis Tissert (94-55) y Wilson Hawthorne (75-38), pero no hay espacio para tantos pitchers y sería injusto depreciar a la época pre profesional.

Director: Escojo a Napoleón Reyes, el corpulento del central Santa Ana, por encima de Roberto Ledo, Manuel Miyar e Higinio Vélez.

Como bateador Napoleón participó en siete temporadas de la Liga Profesional Cubana y en un torneo independiente (bateó 264). También estuvo en la Liga de la Florida (279), siete años en Ligas Menores (304) y en las Grandes Ligas lo hizo para los Gigantes de Nueva York (284).

Sin embargo, fue tan grande o más como director y en una época muy competitiva destacó como el más internacionalizado de los técnicos nacionales.

Dirigió en Cuba, Estados Unidos, México, Venezuela y Puerto Rico, a veces con equipos sotaneros a los cuales convirtió en campeones, como el caso de Marianao. En diez ocasiones comandó novenas ubicadas en los cuatro primeros puestos de sus respectivos torneos, nunca se ubicó en un lugar por debajo del séptimo, y alcanzó dos trofeos de Series del Caribe (con Marianao). Se desempeñó en ocasiones como manager-jugador y fue todo un show por su explosividad desde los años 40 a los 70.

Ledo fue leyenda al dirigir tanto a los habaneros como a los orientales e Higinio hizo época con la temible “Aplanadora”, pero las credenciales como jugador y experimentado director de Napoleón lo sitúan por encima en mi opinión.

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