Serie del Caribe: Cánones

Lázaro Blanco. Foto: Ricardo López Hevia.

Lázaro Blanco. Foto: Ricardo López Hevia.

A diferencia de lo ocurrido en el período 2014-16, Cuba ganó en su estreno. Gran noticia, porque un triunfo más garantizaría la asistencia a las semifinales, y porque el éxito del miércoles se consiguió con autoridad, categoría monticular y ante el equipo que más veces se ha coronado en la Serie del Caribe; lo cual inspira, fija y da esplendor.

Sin embargo, quedaron ciertas dudas de orden táctico (si su interés se limita al resumen del choque puede consultarlo más abajo, debidamente organizado en tablas estadísticas). Son dudas que no pesan ahora, porque en medio de la felicidad de la victoria es difícil reparar en detalles –ya se sabe, Santa Bárbara cuando truena– que pudieron conjurarla.

Roel Santos en el juego inaugural de Cuba en la Serie del Caribe. Foto: Ricardo López Hevia.
Roel Santos en el juego inaugural de Cuba en la Serie del Caribe. Foto: Ricardo López Hevia.

Para mi gusto, el primer grito de alarma surgió cuando República Dominicana anunció la designación del zurdo Yohan Flande para la apertura (a la postre el abridor sería un derecho, pero eso fue tiempo después, por un imponderable físico de Flande). Según adelantó el manager cubano previo a la sustitución, Roel Santos no estaría en la pradera del centro, ni tampoco Guillermo Avilés –otro hombre de la llamada «mano equivocada»– formaría parte del grupo titular.

Error. Era como que saltaran los fusibles sin corriente. Lo de Avilés podía entenderse, mas Roel Santos había bateado .367 contra zurdos en 35 comparecencias durante el último torneo nacional, y pagaba los platos rotos única y exclusivamente por prejuicios técnicos. Esto es, por obra y gracia de la camisa de fuerza que establece que el zurdo no le batea al zurdo, algo que sugirió hace décadas (y a fuerza de empirismo) el viejo John Mc Graw.

¿Santos fuera? ¿Santos, con .367? Pero si los derechos Yoelkys Céspedes (.190) y Dennis Laza (.273) habían lucido mucho menos ante los siniestros, y no obstante seguían contando en los cálculos del manager para custodiar el área del outfield.

A menos que Santos estuviera indispuesto, no existía motivo razonable para prescindir de sus servicios. Que hacían falta, según números. Porque decía Ford Frick, esa leyenda, que el béisbol es el deporte mejor documentado, y lo decía con toda la razón, a pesar de que entonces aún no había explotado el fenómeno de la sabermetría con su caterva de esclarecedores algoritmos.

Hace ya muchos años la pelota dejó de ser una práctica donde la corazonada se imponía ante la ausencia de argumentos de las ciencias exactas. Dondequiera que el juego ha alcanzado niveles de franca profesionalidad, los managers apelan, más que a lo que sus criterios recomiendan en situaciones decisivas, a lo que dice la laptop del asistente. Cierto: se veo feo. Es seco. Carece del más elemental toque romántico. Pero es –gústenos o no– la línea que gobierna, porque estamos en el siglo XXI y la pelota no puede ser ajena a la dialéctica.

¿Existe el béisbol moderno? Sí. Desde hace muchos años. Lástima que lo sigamos ignorando con olímpica soberbia. Porque aunque la ingeniosidad de Toby Harrah sea acertada (“las estadísticas del béisbol son como las chicas en bikini: enseñan mucho, pero no todo”), lo cierto es que carecemos de asidero más firme y a mano para encarar distintas situaciones en el juego.

No sé cómo Martí pudo pensar en dejar fuera de la alineación a Santos. La teoría “zurdo versus zurdo” ha caído con esa fuerza más sobre nuestra pelota, sin atender a que lo verdaderamente lúcido no es aferrarse al dogma, sino emplear de manera pragmática cada estadística (el porcentaje de probabilidades) en función de la victoria.

Roel Santos en el juego inaugural de Cuba en la Serie del Caribe. Foto: Ricardo López Hevia.
Roel Santos en el juego inaugural de Cuba en la Serie del Caribe. Foto: Ricardo López Hevia.

Definitivamente, hay apego a la norma. Al famoso “librito”. Pero nos olvidamos de él cuando conviene. Ejemplifico: el catecismo beisbolero reza que los segundos bates deben ser capaces de llevar la pelota a la banda derecha y adelantar alos coequiperos en el recorrido. Ok. Aceptado. ¿Y cómo se explica que Yunior Paumier sea el encargado de batear detrás del hombre proa, si se trata de un halador natural? (De acuerdo con las estadísticas del GIIB*, casi el 45 por ciento de sus últimas conexiones por el cuadro fueron por el ala izquierda, lo que facilita la factura salvadora de las doble matanzas).

Posiciones

Al final, a veces somos papistas y a veces, no. En ocasiones nos aferramos al dictado de los cánones, y en otras ocasiones nos lo pasamos “por las barbas”. Falta la coherencia. Es una deuda.

Todos los números de Cuba

Strikes enprimer envío/Bateadores enfrentados:Blanco 12-27; Moinelo 3-10.

Strikes cantados/Strikes tirándole/Fouls/Bolas en juego:Blanco 23-8-13-17; Moinelo 7-5-6-8.

Rodados/Líneas/Elevados:Blanco 3-3-6; Moinelo 2-0-4.

Puntuación del abridor:66.

DEFENSA

Cogidos robando: Morejón, 2do inning.

Double plays: Céspedes-Saavedra, 3er inning.

Resumen

*GIIB es la sigla del Grupo Independiente de Investigación del Béisbol.

 

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