Serie del Caribe: la misma piedra

Dominicana, con sus dos victorias sobre los Alazanes, fue esta vez la piedra en el camino de Cuba en la Serie del Caribe. Foto: @SDCJalisco2018 / Facebook.

Dominicana, con sus dos victorias sobre los Alazanes, fue esta vez la piedra en el camino de Cuba en la Serie del Caribe. Foto: @SDCJalisco2018 / Facebook.

El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. O incluso, más de dos veces. Lo dice la sabiduría popular y lo confirma el béisbol.

No importa que ese hombre se disfrace de Alazán –o antes de Tigre, que en este caso es casi lo mismo– y asegure, una y otra vez, que es necesario aprender de los errores. No importa que las ocasiones de mostrar –infructuosamente– lo aprendido se repitan, una y otra vez, en los terrenos de pelota.

Dos veces cayó Cuba ante República Dominicana en Jalisco 2018. Dos veces han perdido los Alazanes de Granma en el cruce semifinal de una Serie del Caribe. No son, sin embargo, solo dos tropiezos.

Cuba eliminada en la Serie del Caribe

Las cuitas del béisbol cubano se arrastran de un evento a otro, de Clásico Mundial a Clásico Mundial, de Serie del Caribe a Serie del Caribe. Y el uniforme que se vista, sea del equipo Cuba o sea del campeón nacional, poco importa en una hoja de factura que ha crecido hasta convertirse en un grueso expediente. En un grueso expediente manchado.

Ahora, con el puñal de la derrota en la espalda, todas las miradas y las culpas se clavan en Carlos Martí, y Carlos Martí, ciertamente, lleva responsabilidad en lo sucedido. Pero achacar la derrota –solo– al manager granmense, el más veterano en activo en la Isla por demás, sería una ligereza o, peor, una rabieta de fanático dolido.

Tampoco sería justo culpar a este u otro jugador –candidatos hay varios– por meteduras de pata que de manera directa o indirecta conspiraron contra la victoria. Porque el error está en el juego y el análisis que de seguro habrá –con agendas, “críticas constructivas” y palmadas en el hombro–, debería ir más allá de las derrotas, de los simples y aritméticos resultados, si pretende no quedarse en las ramas.

Debería ir a los detalles, es decir, al todo.

Porque, verdad de Perogrullo, los problemas de la pelota cubana no son exclusivos del equipo que viajó a Jalisco o, ni siquiera, de una Serie Nacional que, a pesar de su sobrestimada recuperación, carga más de un lastre. Los problemas son más profundos, estructurales, de mentalidad y dirección, y no hablo solo de quienes se sientan en los banquillos.

De lo contrario, los fracasos no se repetirían año tras año. De lo contrario, tampoco diera lo mismo Carlos Martí que Roger Machado o Víctor Mesa, con perdón de estos tres estrategas y sus indiscutibles logros y diferencias. Porque en lo que no se diferencian es en que, sean más añosos o noveles, más reposados o explosivos, han naufragado intentando llevar a buen puerto al buque beisbolero cubano. Naufragado en conquistar títulos internacionales, digo.

A pesar de su buen paso en la etapa clasificatoria, los Alazanes de Carlos Martí volvieron a quedarse en las semifinales de la Serie del Caribe. Foto: @SDCJalisco2018 / Facebook.
A pesar de su buen paso en la etapa clasificatoria, los Alazanes de Carlos Martí volvieron a quedarse en las semifinales de la Serie del Caribe. Foto: @SDCJalisco2018 / Facebook.

Sea quien sea el que mande –o juegue–, y por buena impresión que dé el equipo cubano –y los Alazanes de Martí van ganando en esto por la milla– tarde o temprano sucede lo mismo: fallan las estrategias, o no se cumplen, traiciona la inexperiencia, cae arriba la presión, ocurren dislates inexplicables, y crece la lista de seguras deficiencias y posibles justificaciones que no impiden a los narradores ensalzar la entrega de los cubanos y a los directivos asegurar que se analizará concienzudamente lo ocurrido.

Tarde o temprano, el iceberg de la derrota asoma su nariz y raja el en apariencia sólido casco del buque cubano, sin importarle mucho quien lleve el timón o quienes vistan el traje de marineros.

El triunfo de los Vegueros en la Serie del Caribe de 2015, con Urquiola al frente, que dio esperanzas a los más soñadores y levantó el apaleado orgullo beisbolero de los cubanos, ha terminado siendo un espejismo. La excepción de una realidad convertida en regla a fuerza de repetirse y que –tristemente– comienza a recordar el casual soplido del burro flautista.

Ahora en Jalisco, en el juego de la verdad frente a Dominicana, falló el bateo oportuno –que sí se vio frente a México y Puerto Rico, a la postre el campeón–, el pitcheo de relevo no respondió y tampoco se utilizó coherentemente –por más que Martí opine lo contrario–, hubo costosos errores mentales –el robo de Roel– y de juego –el de Raidel Martínez–, decisiones cuando menos polémicas –dejar batear a Frank Camilo en el quinto– y se borró demasiado pronto la sonrisa de los Alazanes.

Mientras las Águilas Cibaeñas reían y saltaban con cada hit, incluso estando aún debajo en el marcador, los cubanos se hundían cada vez más en la pesadumbre. Pura ley de atracción, diría cualquier gurú de manual.

Cepeda, Roel Santos y Gracial (de izquierda a derecha) fueron tres de los mejores bateadores de Cuba en Jalisco. Foto: @SDCJalisco2018 / Facebook.
Cepeda, Roel Santos y Gracial (de izquierda a derecha) fueron tres de los mejores bateadores de Cuba en Jalisco. Foto: @SDCJalisco2018 / Facebook.

No todo fue llanto en la Serie del Caribe, eso está claro. Hubo más de una actuación destacada por Cuba, nombres que resaltar –Cepeda y Lázaro Blanco, para no ir más lejos, o Roel Santos, único cubano en el Todos Estrellas del torneo–, motivos para la confianza, carriles por los que habrá que seguir rodando si se desea llegar más lejos en el futuro.

Pero hay que mirar hacia abajo, hacia las tan llevadas y traídas bases, a toda la pirámide beisbolera e, incluso, a lo extradeportivo. Como mismo un batazo o un error solitario no bastan para decidir un triunfo o una derrota, tampoco una Serie del Caribe, o un Clásico, o un torneo centroamericano, se gana únicamente en los partidos del evento.

Los éxitos empiezan, o no, desde mucho antes. Con estrategias –deportivas, estructurales– acertadas, o no. Con la adaptación oportuna, o no, a las exigencias y lógicas del panorama beisbolero contemporáneo.

La piedra nunca aparece súbitamente en el camino, como salida de la nada. Está ahí y hay que saber verla, tener la claridad para reconocerla en la distancia. De lo contrario, se repetirán los tropiezos y las lamentaciones. No importa si vestidos de Alazán, de Tigre, o con las cuatro letras de Cuba en la camiseta.

Los Criollos de Caguas, campeones por segundo año consecutivo. Foto: @SDCJalisco2018 / Facebook.
Los Criollos de Caguas, campeones por segundo año consecutivo. Foto: @SDCJalisco2018 / Facebook.

Todos Estrellas de Jalisco 2018

MVP: Anthony García (Criollos de Caguas, Puerto Rico)

Receptor: Willians Astudillo (Caribes de Anzoátegui, Venezuela)

Primera base: Balbino Fuenmayor (Caribes de Anzoátegui, Venezuela)

Segunda base: Irving Falu (Criollos de Caguas, Puerto Rico)

Tercera base: David Vidal (Criollos de Caguas, Puerto Rico)

Torpedero: Abiatal Avelino (Águilas Cibaeñas, República Dominicana)

Jardín izquierdo: Junior Lake (Águilas Cibaeñas, República Dominicana)

Jardín central: Roel Santos (Alazanes de Granma, Cuba)

Jardín derecho: Anthony García (Criollos de Caguas, Puerto Rico)

Pitcher abridor: Bryan Evans (Águilas Cibaeñas, República Dominicana)

Pitcher relevista: Isidro Márquez (Tomateros de Culiacán, México)

Manager: Lino Rivera (Águilas Cibaeñas, República Dominicana)

 

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