Si Moscú no cree en lágrimas, los Domadores tampoco

Los Domadores de Cuba han dado un importantísimo paso en pos de alcanzar la gran final de IV Serie Mundial de Boxeo al desbancar en el primer cartel semifinal 3 x 2 al Russiam Boxing Team. Un resultado que se antoja laudable tras las continuas variaciones en la nómina de la escuadra y que coloca a los antillanos a las puertas de acceder a la disputa del trono.

La visita a la Arena Moscow no era nada agradable, ya los cubanos habían sentido su molienda encima en la fase clasificatoria, ahora en semis, la cosa podría ser peor. Los rusos iban con todo, con el arsenal de primera y con el objetivo de sacar una ventaja, aunque fuese mínima, que les reportará algo de tranquilidad antes del incómodo viaje hacia el cuadrilátero del coliseo de La Habana.

Pero a pesar de la incertidumbre de alguno de los nombres que presentaron los cubanos en la capital rusa, la historia de esta lid siguió marcando que el mejor plantel sigue siendo el de los Domadores.

Los cubanos inclinaron la balanza desde el inicio con una excelente presentación de ese bólido del ring, Yosvani Veitía (49 kg), que le recetó una clase de buen boxeo a su rival de turno Belik Galanov. Un pleito que arrancó parejo, con muchos intercambios, donde ambos peleadores pegaban y recibían, se lanzaban y retrocedían, sonando el primer gong Veitía se fue a su esquina sangrando, con huellas de la intensidad del primer round. Quizás el hilo rojo que se tendía desde su nariz hasta la parte superior de sus labios lo haya molestado, lo haya inquietado un tanto para que tras la reanudación del pugilato, se apoderara con ambos puños del rostro de su contendiente. De ahí en adelante, Galanov fue solo un intento, un amague de desafío a la versatilidad de Yosvani que lo sacó a bailar por todo el encerado.

En el segundo turno no hubo sorpresa, el rapado subcampeón del mundo de los 56 kg Vladimir Nikitín aplastó las ganas del debutante Norlan Yera. El ruso un guapo de barrio, de esos que avanzan sin temor hacia el peligro, nunca dudó en atrincherar al cubano, un novel en estas andancias, asustado hasta con el andamiaje del recinto no tuvo otra opción que aceptar el reto de enfrentar a aquella locomotora rusa que le iba encima a cada instante. La pelea cobró algo de morbo cuando Nikitín, una máquina de lanzar swings, recibió una derecha sobria y su arco superficial izquierdo comenzó a botar sangre sin parar hasta dejarle short, guantes y cara con pintas rojas. A la postre, ni los gritos del profe Cedeño desde la esquina alentando a Yera, ni la fisionomía deteriorada de su rival, impidieron que el referee central levantara la mano triunfadora de Vladimir Nikitín.

En el tercer asalto de la velada,Yasnier Toledo (64 kg) número uno del ranking, salía como candidato de fuerza para desamarrar el empate. Enfrente, Maxim Dadashev, un peleador de riposta que nunca pudo descifrar los movimientos efusivos del cubano, un vals en el que él nunca pudo acompañarlo, solo lanzándose desbocado en busca de la anatomía de Toledo que con mucha facilidad y con excelsos meneos de weaving lo hacía quedar en ridículo y desarmado para después, él, con la pasividad de un asesino en serie poder aniquilarlo con combinaciones de jab cortos de derecha y uppercut de izquierda directos al plexo y la cara.

El pleito de los 75 kg fue el más deslucido, el más gris de los 5 combates. Tal vez porque de antemano se sabía que poco podría hacer el domador Arlen López, sin experiencia alguna, ante Cheboratev Artem. Lo único atractivo de los 5 asaltos de la pelea fue siempre el presagio de que el match volvería a abrazarse, no hubo más nada durante ese lapso en el cuadrilátero, solo, Artem disfrutando del desbarajuste estratégico de López que intento combatir tanto a la zurda como a la derecha dejando siempre abierta la persiana del centro de su guardia abierta para que la andanada de golpes del ruso entrara sin pedir permiso alguno.

Así, con el pizarrón igualado a 2, todo quedó servido para que el último combate del cartel decretara quien saldría delante en esta primera semifinal. De un lado, Erislandy Savón, inobjetable con sus rivales en la justa, hasta al momento registraba 6 salidas sin conocer la sombra de la derrota. En la otra esquina, Eugeniy Tischenko, espigado zurdo que se trepaba al ring con ansias desplomar el invicto de su opositor. Desde el inicio, Savón marcó la pauta, tuteló los hilos de la pelea, primero en la corta distancia, luego en la larga, después escurriéndose, para finalizar rematando. Una estrategia que sigue sin ser divisada por sus contendientes, una fórmula que ya archiva 7 éxitos y que sigue garantizándole a los domadores que mientras exista un empate, Savón decidirá el match.

Al final, Cuba sale bien parada de la visita al cuartel general del Russian Boxing Team, y eso que había quienes se anticipaban que hasta aquí llegaba la estela de triunfo, la seguidilla impresionante de los Domadores que los han puesto a un paso de la gran final. Ahora la Habana aguarda como zafarrancho de combate, como el envión perfecto o la bisagra exacta que coloque a los antillanos en su primera final de Serie Mundial de Boxeo. La candidatura a la corona ya está lanzada, si Moscú no cree en lágrimas, los Domadores tampoco.

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