Sinfonías inconclusas

El lanzador abridor Alex Lange (EE.UU.) trabajó cuatro entradas sin hits contra Cuba el lunes. Foto: Cameron Harris / USA Baseball.

El lanzador abridor Alex Lange (EE.UU.) trabajó cuatro entradas sin hits contra Cuba el lunes. Foto: Cameron Harris / USA Baseball.

Con obras inconclusas se ha escrito la historia del hombre. Montones de maravillas que han quedado a las puertas de su consumación a falta de la pincelada final, el toque definitivo, la última puerta por abrir, dejándonos en el rostro los dibujos del lamento y la misericordia.

Eso sientes cuando estás ante la Sagrada Familia de Gaudí, que tal vez nunca sea terminada. O cuando escuchas el “Requiem” de Mozart, quien parece haberlo compuesto para él. O, también, cuando ves ese enigma inacabado de Kubrick, “Eyes Wide Shut”, que todavía no alcanzo a comprender ni espero hacerlo nunca, por mi bien.

Así mismo sucede en la pelota. Solo de vez en vez un pitcher se coloca próximo a realizar esa proeza todavía por castellanizar, el no hitter, consistente en un alarde criminal de hegemonía sobre el line up del adversario. Este sábado, los lanzadores de Estados Unidos estuvieron lográndolo hasta el octavo inning. Hace apenas unas horas, hasta el sexto.

De manera que en un par de oportunidades les ha faltado ponerle firma al cuadro.

Primero fue Darren McCaughan quien echó a perder las acuarelas de un trío de colegas. Luego le aconteció a Brendan McKay –pitcher y bateador en una pieza–, mal defendido al campo y víctima de la experiencia deportiva de Urgellés y Saavedra.

El mal puede expresarse en números. Cuba batea .122, pega 3.1 hits por juego y acumula dos pobres extrabases, ambos dobles para más información. Da la impresión de habernos enfrentado en estos días a Clayton Kershaw, Jake Arrieta y Madison Bumgarner, uno detrás del otro.

Por mi parte, me invaden tres preguntas colosales, tanto como las torres de la fachada de la Pasión (ya sé que hay quienes tienen todas las respuestas, pero mi caso es el de un hombre que todavía no pierde la capacidad de asombro).

Una es: ¿Cómo han podido estos chiquillos de veinte años y menos colocarnos en dos ocasiones al borde del ridículo? (porque el no hitter siempre viene cargado con las balas de la degradación)

Otra es: ¿De qué modo han podido encarar con tanto acierto el desafío del siempre respetado equipo Cuba a pesar del terreno contrario, el cambio del aluminio a la madera, el clima hostil y el cansancio acumulado de su reciente gira por el Asia?

Y la restante, mezcla de cuestionamiento ético y llamado a la cordura: ¿Será lógico que nos vanagloriemos de ir delante en el tope, después de tantos sustos?

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