Un Caballero de 120 años

Alejandro Oms

Alejandro Oms

Este 13 de marzo se cumplieron 120 años del nacimiento de uno de los mejores peloteros en la historia del béisbol cubano. Alejandro Oms Cosme –o, sencillamente, «El Caballero Oms»– ha sido una de las grandes figuras del deporte cubano. Más allá de una calle que lleva su nombre en Santa Clara o de su elección por el pueblo entre los cien mejores deportistas del siglo XX cubano poco se conoce del excelso pelotero.

El historiador Félix Julio Alfonso, siempre atento a la rica historia beisbolera de este país, me lo recuerda, y la temprana madrugada no impide la realización del trabajo. El Caballero, Cristóbal Torriente, El Diamante Negro y Adolfo Luque se merecen el recuerdo como los grandes antecesores de este deporte.

Alejandro Oms participó en 16 campeonatos de la Liga General de Baseball de Cuba y tres torneos independientes. Fue junto a Pablo «Champion» Mesa y Oscar Charleston artífice en el triunfo de los míticos Leopardos de Santa Clara que en la temporada 1923-1924 igualaron el difícil record de los Filis de Filadelfia en 1894, al batear colectivamente para 343. Por si fuera poco le sacaron once juegos y medio de ventaja al Habana.

En los torneos cubanos fue el tercer bateador con más alto promedio de la Liga (627 H en 1820 VB para 345), quinto en carreras anotadas (373), sexto en triples (35) y octavo en dobles (99). Posee el récord de más temporadas consecutivas conectando sobre los 300 con 8, y de más temporadas sobre esa cifra con 11. En 1928 implantó un récord de 30 juegos consecutivos bateando de hit, desde el 31 de octubre, hasta el 24 de diciembre. Bateó en esa campaña para un astronómico 432 que parece de otra galaxia.

Durante catorce temporadas en las Ligas Negras de Estados Unidos bateó para 332 con un SLU de 495 y un magnifico OBP de 404. Está exaltado en el Salón de la Fama de las Ligas Negras. También jugó dos campeonatos en la Liga Dominicana en 1929 y 1937, y lo hizo con buenos resultados en la pelota venezolana.

En el ocaso de su carrera y vida prácticamente no tenía dinero para vivir; Conrado Marrero, al frente del Cienfuegos en la temporada 1945-1946, decidió ayudarlo y ponerlo en la nómina del equipo para que recibiera algún dinero por esa vía. Tuvo solo dos veces al bate como emergente: en una recibió boleto de Pedro «Natilla » Jiménez y terminó su labor como pelotero activo ponchándose frente a otro ilustre villaclareño: el zurdo Agapito Mayor. Murió de tuberculosis en 1946, en un sanatorio capitalino, pobre y olvidado por todos.

El mayor reconocimiento que recibió en vida fue ser exaltado al Salón de la Fama del Béisbol Cubano en 1944. La entrada principal del estadio «Augusto Cesar Sandino» de Villa Clara, la provincia que lo vio nacer, tiene un cuadro en la pared con su traje de pelotero y un resumen de su labor, pero pocos se detienen a contemplar la ejemplar trayectoria del santaclareño.

El hombre que hizo grande a los Leopardos de Santa Clara en la década del 20 y del 30 del pasado siglo solo permanece vivo en una calle de su ciudad natal. Nadie recuerda al Caballero de 120 años.

Salir de la versión móvil