Un cubano de Güines en la corte del ajedrez

Leinier Domínguez se parece bastante al estereotipo del maestro de ajedrez. Es un tipo de gestos serenos y hablar bajo, que viste formalmente y se afeita cada vez que ha de afeitarse. Nada de majaderías a lo Fischer, locuras con el sello Carlos Torre o excentricismos de Alekhine.

Así pues, cae bien dondequiera. En el barrio, donde es un “buen muchacho”. En los torneos, donde se habla de él como “nice guy”. El mejor ajedrecista cubano desde Capablanca -cuya máxima de exprimir las mínimas ventajas ha hecho suya- no se cree la gran cosa y camina por el mundo con la misma zancada de los hombres comunes.

Sin embargo, no lo es. No puede serlo, mucho menos ahora que acaba de colarse en el Top Ten del escalafón en vivo con un exagerado coeficiente de 2761. Hoy mismo, encima de su casa solo viven el rey Carlsen, un trío de ex campeones del universo, (Kramnik, Topalov y Anand), los leviatánicos Aronian y Grischuk, el otrora protegido de Kasparov (Nakamura), y dos miembros insignes de la nueva guardia (Caruana y Karjakin).

Nuevo inquilino en el club, Leinier dejó de ser Domínguez para ser Leinier de Cuba. Lo conocen en todos los rincones donde se juega al juego de los dioses, y él va armando el rompecabezas de su historia con piezas cada vez más sólidas. En Tata Steel, por estos días, ya se ha agenciado siete puntos ELO.

Empezó como si estuviera frío, a la manera de los boxeadores que se toman un round para aclimatarse a la pelea. Hizo dos tablas sin demasiada pólvora, y en su debut con piezas negras sucumbió en la tercera partida frente a un adversario inferior, Pentala Harikrishna.

Entonces fue que sacó a relucir esa capacidad de recuperación que ya ha enseñado antes. Esa fuerza moral que permite que un trebejista alce la frente luego de encajar una derrota, sin darle espacio al daño sicológico que esta acarrea normalmente. Y fue un niño mimado de Caissa, Caruana, el que pagó las culpas.

Eso le dio confianza, y a seguidas liquidó con trebejos oscuros al talentoso Richard Rapport. Luego empató dos veces más (los módulos le dieron chances ganadoras en ambas ocasiones), y en la octava jornada aplastó literalmente al filipino Wesley So, con oferta de torre incluida en el movimiento 19.

Finalista técnico, Leinier conserva la predilección por simplificar a tope los cotejos, y aunque sigue carente de instinto de killer a la hora de tirar estocadas a fondo, es un hecho que guapea la iniciativa todo el tiempo a partir de ese ajedrez posicional que pone en el tablero.

De momento, mientras sigue enfrascado en aumentar su repertorio de aperturas, se ha convertido en un jugador temible con piezas blancas y muy complicado de batir con negras. Eso, a pesar de que ni siquiera dispone de un equipo regular de entrenadores.

¿Hasta dónde podrá llegar Leinier? No me parece que a titular del mundo, pero sí creo que va a seguir teniendo asiento entre la super élite un buen rato. Como diría Guillén: “¿Tal vez un siglo? Acaso. / Acaso un poco menos: noventa y nueve años”.

LA PARTIDA CONTRA WESLEY SO

Blancas: L. Domínguez. Negras: W. So. Defensa Petrov (C42).

1 e4 e5 2 Cf3 Cf6 3 Cxe5 d6 4 Cf3 Cxe4 5 Cc3 Cxc3 6 dxc3 Ae7 7 Ae3 0–0 8 Dd2 b6 9 0–0–0 Ab7 10 h4 Cd7 11 Ad3 Cf6 12 Ad4! c5 13 Axf6 Axf6 (aunque no puedan bloquear en d5 con un caballo, que sería lo ideal, las blancas cuentan con un peligroso ataque contra el rey) 14 Df4 d5 15 h5 Te8 16 g4 g6? (So debió meterse en el lío 16…d4!, y si 17 g5 Axf3! 18 gxf6 Dxf6 19 Dxf6 gxf6 20 Tdg1+ Rh8 21 Th3 Ae4, con una mínima ventaja blanca) 17 hxg6 hxg6 18 g5 Ag719 Th7!! d4 (tras 19…Rxh7 20 Dxf7 sería mate en pocas) 20 Ac4 De7 21 Dh4, y So abandonó ante dos grandes amenazas: Txg7/Dh6+/Dxg6+ o Th1/Th8+, ambas imparables. (Comentarios de Leontxo García, El País)

Progresión de su ELO desde 2009.
Progresión de su ELO desde 2009.
Rendimiento con piezas de cada color.
Rendimiento con piezas de cada color.

 

 

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