Un técnico azzurri conduce a Santiago

Equipo de fútbol de Santiago de Cuba. Foto: Tiempo Extra

Equipo de fútbol de Santiago de Cuba. Foto: Tiempo Extra

La cancha del complejo deportivo Antonio Maceo, en Santiago de Cuba, nada tiene que ver con los pastos de Italia. Digámoslo sin tapujos, la cancha de Santiago apenas parece un sitio donde, humanamente, sea posible patear un balón: el suelo, reseco; la tradición, débil; el calor, infernal. Las condiciones, malas.

Sin embargo, contra cualquier pronóstico, los jugadores santiagueros son hoy cuartos en el 101 Campeonato Nacional de Fútbol (CNF) en Cuba, el evento deportivo en activo más antiguo del país.

Cómo entender que estos chicos derrotaran en la primera ronda del certamen doméstico a habituales protagonistas del certamen como Villa Clara, Ciego de Ávila y los actuales campeones de Camagüey. Cómo hallar una explicación racional para que los santiagueros —más habituados al ron, la conga y el béisbol— se ubiquen hoy entre los cuatro primeros de la tabla y en camino a superar su actuación del año anterior, cuando culminaron quintos.

La respuesta podría ser el entrenamiento, la resistencia física, la mezcla de juventud y veteranía entre sus filas.

Mas, junto a tales factores, hallaríamos siempre a un hombre: Lorenzo Mambrini, un italiano de 37 años que lleva las riendas santiagueras desde el inicio de la temporada en este 2016 y que escogió Cuba como segunda patria desde 2015, cuando se estableció legalmente en el país.

Lorenzo Mambrini. Foto: Tiempo Extra
Lorenzo Mambrini. Foto: Tiempo Extra

Aclaremos un par de cosas antes de comenzar: primero, Lorenzo no es una rara avis dentro de la dirección de los equipos provinciales; segundo, su presencia en el 101 CNF viene a sumar otro grano de arena a la relación del fútbol cubano con la mayor península del Mediterráneo.

Por solo citar otros nombres, en la edición 99 del CNF el conjunto capitalino contó con los servicios del joven Pietro Resta, otro florentino que, por la banda izquierda, correteó por los estadios de Cuba durante aquella campaña. Además, bueno es recordar que por la temporada 93, celebrada entre 2007 y 2008, el también italiano Roberto María Coda se hizo cargo de la conducción del equipo de La Habana.

Lorenzo no llegó a Cuba por el fútbol. Hace más de treinta años su abuelo venía a la isla, y al volver a Italia contaba al niño lo que había visto en el Caribe. Así conoció Lorenzo la isla, un país al que luego llegaría varias veces como turista, y más tarde para dirigir en el deporte que ama.

Tampoco arribó directamente a Santiago de Cuba. Ya en 2013 su participación como asesor del equipo de Guanabacoa permitió al municipio habanero ascender a la primera división provincial por primera vez en la historia.

Por entonces no contaba aún con los documentos necesarios para trabajar en el país, por eso sus funciones oficiales fueron las de asesor, tanto con el elenco municipal como en la Academia de Fútbol de La Habana. “Pero en ambos lugares me daban libertad de trabajo y yo, un apasionado al fin, me sentía o hacía la función de director técnico. Aunque en realidad no lo fuera. Es algo que agradezco a los amigos que trabajaron en Guanabacoa y en la Academia conmigo”, explica Mambrini al recordar aquellos momentos.

Tras su paso por el certamen provincial habanero, muchos de los que interactuaron con el florentino creyeron que podría llevar sus conocimientos al primer nivel de Cuba. A Lorenzo le hubiese gustado asumir la dirección del elenco capitalino, pero “no se podía, pues el puesto de entrenador ya estaba ocupado por Darien Díaz, quien a llevando a La Habana —con una buena labor— a estar por varios años entre los mejores del país. Pero Santiago de Cuba presentaba dificultades desde hacía años con su fútbol, y siendo una de las provincias más importantes de Cuba, me propusieron que fuera a dirigir al equipo santiaguero”.

Con su llegada a los predios orientales la situación cambió. En la primera ronda de competencias Santiago de Cuba acumuló balance de seis triunfos, un empate y dos derrotas. Los muchachos de la conga y el béisbol arrollador, demostraban que sí podían jugar al fútbol; Lorenzo, por su parte, dejaba claro que Guanabacoa no había sido una casualidad.

Bajo la batuta del italiano, Santiago de Cuba exhibe un récord total de ocho triunfos, dos empates, cuatro derrotas y un duelo suspendido ante la Isla de la Juventud que se efectuará de ser necesario. Si bien la plantilla no es precisamente una máquina de marcar goles —apenas 17 dianas en 14 duelos—, su portería es la menos vulnerada de este campeonato, con apenas 12 goles recibidos.

Pareciera entonces que la tan aclamada defensa italiana hubiese recalado en la capital cultural del Caribe, como si Santiago, con Lorenzo a la cabeza, hubiese transformado el fútbol de oriente. De la fuerza abrasadora de esta tierra, a la defensa fríamente calculada de los azzurri.

Lorenzo con sus pupilos. Foto: Carolina Vilches
Lorenzo con sus pupilos. Foto: Carolina Vilches

Lorenzo tiene claro su propósito: “hacer crecer el fútbol cubano. Mostrar donde están las fortalezas y las debilidades del fútbol cubano, para entonces demostrar cómo se puede trabajar para mejorarlas. Todo eso desde la perspectiva del fútbol santiaguero. Pues si bien no tiene la calidad y las condiciones de La Habana o Villa Clara, podemos demostrar, con el crecimiento en el fútbol local en un año, los resultados de nuestra labor aquí. Será Santiago de Cuba una vitrina de cómo podemos mejorar el fútbol de Cuba”.

Al hablar de sus pupilos, Lorenzo asegura que “muchos de ellos han mejorado considerablemente su calidad individual, debido a que el campeonato nacional cubano es muy agotador y fuerte. Agotador por el clima de la isla y los horarios de la tarde en que se juega, que desgastan mucho a los jugadores. Y fuerte porque el juego de contacto es constante, y eso se suma a las condiciones climáticas. También los juegos de visitantes son muy duros, porque los equipos de tradición como Camagüey, Villa Clara, La Habana y Ciego de Ávila te ponen las cosas muy difíciles con su calidad, y con la presión que hace el público sobre los jugadores y árbitros”.

En realidad, en Santiago Mambrini ha encontrado un sitio que lo recibió con los brazos abiertos. Tanto es así que en su contrato, firmado inicialmente por un año, la tercera cláusula permite una prórroga por tres años más. Ante tal posibilidad, el técnico transalpino asegura no tener objeción alguna en “mantener un trabajo estable en Santiago de Cuba con los jugadores y los entrenadores que trabajan conmigo. Si la provincia y la comisión nacional creen que aquí estoy haciendo algo importante por el fútbol cubano, no hay problema”.

 

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