Un torneo amateur de lucha en Cuba

Jóvenes luchadores escuchan la oración de un sacerdote en la ceremonia de apertura de una competición de lucha de nivel aficionado en Chicharrones, Santiago de Cuba. Foto: Ramón Espinosa / AP.

Jóvenes luchadores escuchan la oración de un sacerdote en la ceremonia de apertura de una competición de lucha de nivel aficionado en Chicharrones, Santiago de Cuba. Foto: Ramón Espinosa / AP.

Relativamente pequeña y con pocos recursos, Cuba es desde hace años una potencia en deportes a nivel aficionado. Atesora cientos de medallas en Juegos Olímpicos y en competiciones internacionales en disciplinas como el boxeo, el atletismo o la lucha.

Estos esfuerzos están totalmente controlados por el Estado y los deportistas más talentosos entran en el sistema desde jóvenes y pasan sus primeros años como adulto en un programa oficial que centra cada minuto de sus vidas la gloria deportiva.

Niñas desfilan con una bandera de Cuba durante la ceremonia de apertura de una competición de lucha de nivel aficionado de una semana de duración organizada en enero por vecinos de Chicharrones, en Santiago de Cuba. Foto: Ramón Espinosa / AP.
Niñas desfilan con una bandera de Cuba durante la ceremonia de apertura de una competición de lucha de nivel aficionado de una semana de duración organizada en enero por vecinos de Chicharrones, en Santiago de Cuba. Foto: Ramón Espinosa / AP.

Pero en el vecindario de Chicharrones, en la ciudad de Santiago de Cuba, un maquinista amante de la lucha llamado Leandro Heredia Marrero está intentando replicar estos éxitos sin la ayuda del gobierno, con un programa local respaldado por el vecindario para apoyar a aspirantes a luchadores.

Hace dos años, Heredia Marrero, de 55 años, empezó a llevar niños a Chicharrones para entrenar y competir. Los jóvenes se alojan con familias locales, que a menudo suelen depender de pequeñas donaciones para alimentar las bocas extra y entretenerlos durante los siete días que dura el torneo. Médicos y enfermeras locales trabajan como voluntarios para controlar la salud de los deportistas y tratar sus lesiones.

Nalis Mendoza corta un tomate mientras da de comer a sus hijos, que participan en el torneo amateur de lucha de Chicharrones, Santiago de Cuba. Foto: Ramón Espinosa / AP.
Nalis Mendoza corta un tomate mientras da de comer a sus hijos, que participan en el torneo amateur de lucha de Chicharrones, Santiago de Cuba. Foto: Ramón Espinosa / AP.

«Lo hicimos sin pensarlo demasiado, de una manera bastante improvisada», dijo Heredia. «No teníamos árbitros ni todo el equipo que necesitábamos, pero finalmente todos se pusieron detrás».

Niños locales sostienen carteles con los nombres de las provincias de las que proceden los jóvenes luchadores (detrás de ellos) que participan en el torneo de lucha. Foto: Ramón Espinosa / AP.
Niños locales sostienen carteles con los nombres de las provincias de las que proceden los jóvenes luchadores (detrás de ellos) que participan en el torneo de lucha. Foto: Ramón Espinosa / AP.

Heredia nunca se ha dedicado a la lucha, pero desarrolló un ferviente interés por el deporte cuando sus hijos participaron en programas estatales. Se formó como árbitro en una escuela deportiva local, como los otros jueces en los eventos de Chicharrones.

La enfermera voluntaria Elena Bandera Silega y el médico Félix Ame Pérez asisten a un combate. Foto: Ramón Espinosa / AP.
La enfermera voluntaria Elena Bandera Silega y el médico Félix Ame Pérez asisten a un combate. Foto: Ramón Espinosa / AP.

El segundo torneo comenzó a finales de enero con las actuaciones de bandas locales y artistas de circo, y los jóvenes participantes bailando en un desfile por las calles que rodean la sede de la competición. Pese a que no está autorizado oficialmente, el gobierno local dio su aprobación implícita, por ejemplo, cediendo algunos equipos.

Jóvenes luchadores se entrenan en la calle. Foto: Ramón Espinosa / AP.
Jóvenes luchadores se entrenan en la calle. Foto: Ramón Espinosa / AP.

Los más de 150 jóvenes luchadores que participaron se dividieron en equipos procedentes de diversas regiones del país y del propio Chicharrones. Los representantes de la provincia de Santiago se proclamaron vencedores.

La gente llena un gimnasio para la competición de lucha de nivel aficionado. Foto: Ramón Espinosa / AP.
La gente llena un gimnasio para la competición de lucha de nivel aficionado. Foto: Ramón Espinosa / AP.

Entre las disciplinas a competición había lucha libre, grecorromana y femenina. Los participantes se alojaron con unas 70 familias del vecindario. Una escuela estatal donó la colchoneta de lucha y los vecinos limpiaron, pintaron y repararon el gimnasio donde se desarrolló la competición. Las gradas de fabricación casera no fueron suficientes para sentar a los cientos de personas que atestaron el recinto para seguir el campeonato.

Luchadoras se entrenan en un gimnasio antes del torneo. Foto: Ramón Espinosa / AP.
Luchadoras se entrenan en un gimnasio antes del torneo. Foto: Ramón Espinosa / AP.

Heredia, que ha estado conduciendo trenes durante 38 años, dijo que su sueño es crear una escuela de lucha de calidad profesional que pueda alimentar el apetito de los jóvenes cubanos por este deporte.

Luchadores de provincias del este y el centro de Cuba descansan junto a niños locales que juegan con papalotes. Foto: Ramón Espinosa / AP.
Luchadores de provincias del este y el centro de Cuba descansan junto a niños locales que juegan con papalotes. Foto: Ramón Espinosa / AP.

Ramón Espinosa / AP / OnCuba

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