Voleibol en Cuba: onceno lugar

Osmany Uriarte

En la segunda etapa del Campeonato Mundial Cuba alcanzó una sola victoria.

Con la derrota ante China (2-3) culminó la actuación cubana en el XVIII Campeonato Mundial de Voleibol, que tiene como sede a Polonia desde el pasado 30 de agosto y en el cual los dirigidos por Rodolfo Sánchez cayeron, desde la segunda plaza conseguida en la pasada edición, hasta el puesto 11 de la clasificación final del certamen.

Más allá de posibles consideraciones sobre el hipotético desempeño de un equipo nacional integrado por jugadores cubanos experimentados y talentosos como los que brillan hoy en ligas extranjeras —Turquía y Rusia, por solo citar dos ejemplos—, es imprescindible reconocer el esfuerzo realizado por estos muchachos y entender, ante todo, que no vimos otra cosa que su nivel competitivo real, el techo de una generación que entró al mondoflex mucho antes de haber culminado el imprescindible calentamiento.

Un mes atrás este mismo plantel había conseguido levantar las derruidas ambiciones de su público con los reconocimientos obtenidos en el área regional (oro en la Copa Panamericana) y la victoria en el tercer nivel de la Liga Mundial, pero siempre se mantuvo latente la expectativa de qué podría suceder cuando este grupo de voleibolistas enfrentaran el más alto nivel.

Ahora es posible asegurar que los pronósticos no estuvieron errados. Cuba sobrepasó la fase inicial como cuarto lugar de la llave B del evento mundialista, por detrás de Brasil, Alemania y Finlandia. Ya en la segunda ronda pocos confiaban en las posibilidades cubanas y sucedió lo previsible: apenas avanzaban tres elencos, y en un grupo en el cual juegan brasileños, alemanes y rusos…

Pero aun así, incluso con el estrepitoso descenso de la plata al onceno escaño, la actuación de Cuba con su renovada plantilla podría considerarse de positiva ajustándonos a las posibilidades concretas de una nómina que, año tras año, acusa un drenaje constante de sus figuras estelares.

Ya lo había dicho en varias conferencias de prensa el propio Sánchez al hablar de los errores cometidos por sus discípulos: “somos un equipo muy joven, debemos seguir mejorando”. Algo que apoyó en sus declaraciones el estelar entrenador Bernardo Rezende, tras el partido entre Brasil y Cuba en la última fecha de la primera fase del torneo.

Rezende, toda una leyenda en el mundo del voleibol y director de equipos en varios continentes, aseguró entonces que la calidad de los cubanos seguía siendo una constante en las selecciones de la Isla.

Estadísticas mediante

Lo cierto es que Cuba en sus salidas en esta segunda etapa computó tres derrotas y una solitaria victoria, conseguida esta última a costa de Bulgaria con fulminante pizarrón de 3-0. En tanto cedía ante Rusia, Canadá y China.

En sentido general los cubanos estuvieron por debajo de la media en aspectos medulares del juego. En la recepción el equipo apenas consiguió promediar un pálido 30.88 por ciento de efectividad, con 57 faltas en 699 intentos; con Osmany como el mejor en este apartado con 142 recibos excelentes y solo 33 errores.

Mientras, el saque de los aún subcampeones del mundo apenas consiguió inquietar a sus rivales, con ínfimo promedio de 0.1 aces por set jugado y 144 intentos desperdiciados. Además —esto tampoco fue sorpresa— el bloqueo de los antillanos no pudo erigirse como defensa eficaz ante la ofensiva de los contrincantes, pues apenas consiguió una efectividad de 0.23 bloqueos efectivos por set.

En cuanto al ataque, esta vez el capitán Rolando Cepeda cedió el protagonismo a los integrantes más jóvenes del equipo y culminó como tercer anotador de los cubanos con 106 puntos anotados en el torneo, en un apartado en el cual brillaron Javier Jiménez (129 puntos, repartidos en 115 ataques, 4 bloqueos y 10 aces) y Osmany Uriarte (112: 98-11-3).

Sin embargo, Cepeda sí fue el más contundente en sus remates, al promediar una efectividad del 45 por ciento en acciones ofensivas, con solo 39 faltas en 200 intentos; apenas por delante de Uriarte, quien promedió 44.92 por ciento de precisión en los ataques.

Con tales cifras se evidencia la supremacía de la ofensiva cubana ante otros renglones, como la defensa y el bloqueo. Mas lo que resulta inexplicable es el descenso en el servicio, un arma que explotaron con suma eficiencia las anteriores nóminas cubanas y que hoy palidece de forma irremediable.

Además, los excesivos errores de los dirigidos por Rodolfo Sánchez (esto sí es achacable a la falta de competencias al más alto nivel) fueron un punto muy débil en la formación caribeña, a lo cual debería sumarse la ausencia de liderazgo entre la plantilla.

Por el momento Cuba descansará. Con la derrota ante China en la ciudad polaca de Wroclaw los antillanos firmaron una caída que los ha llevado del subcampeonato al puesto once del mundo. Los muchachos jugaron al nivel que poseen —ni más, ni menos—, perdieron con rivales superiores y dejaron escapar, por inexpertos, algunos triunfos que hubiesen podido ubicarlos un poco más arriba en la tabla de posiciones.

Fuera de eso poco más podría señalarse a esta selección, heredera de errores y lastres insostenibles si se aspira a regresar a las alturas en la cuales nos acostumbramos a flotar sustentados por varias generaciones que, por desgracia, al parecer no volverán.

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