Yarelys Barrios y la medalla desaparecida

Yarelys Barrios en Beijing 2008, donde ganó medalla de plata. Foto: Reuters.

Yarelys Barrios en Beijing 2008, donde ganó medalla de plata. Foto: Reuters.

A los 44 años Olena Antonova aguarda en Kiev que le llegue un regalo inesperado desde Lausana: la medalla de plata olímpica de 2008 que debe devolver la cubana Yarelys Barrios.

Ni por asomo se imaginaría la ucraniana esta dádiva, ya en sus nuevos trajines de la jubilación, una mujer que en 2015 cumplió una sanción de dos años al notificársele en 2013 que el re análisis de su control antidoping del Campeonato del Mundo en 2009 fue positivo al esteroide estanozolol.

Pero el fantasma del doping no se le apareció en los Juegos Olímpicos de la capital china, sino al año siguiente en Berlín. Fue a la pinareña, ocho años después, a quien le tocaron a la puerta para decirle que su orina tenía un diurético vetado, porque era “encubridor” de sustancia prohibida, que por cierto no se encontró por ninguna parte.

En fin, que a la Antonova, como ganó la medalla de bronce en Beijing, ahora le toca la plata de la cubana castigada, y la china Song Aimin, que fue cuarta, pasa al tercero. Pero Olena deberá esperar sentada la medalla que debe salir desde Pinar del Río, con escala en La Habana y Lausana antes de llegar a Kiev: Barrios no la encuentra.

La buscó por todas partes de su casa y ni modo. Se había comprometido con las autoridades olímpicas a devolverla no sin antes haberles reiterado que era inocente del doping del que se le acusa.“Yo no he tomada nada” no se cansa decir.

Pero –vaya embrollo– ahora no aparece la presea. Y me confiesa que dejó de buscarla, alicaída, cuando escuchó el mensaje que yo le había dejado ese día reciente en la contestadora diciéndole que se decía que su galardón de Beijing de su prueba del disco había sido subastado.

“Yo no he vendido nada”, repite ahora a OnCuba.

La historia de la medalla desaparecida

Según cuenta, ella estaba en abril en un entrenamiento en México cuando un hombre en atuendo deportivo, presuntamente del INDER de Pinar del Río –le narra su madre–, se presenta en su casa para solicitarle algunas medallas y exponerlas en un sitial histórico del estadio de béisbol “Capitán San Luis”, donde los atletas locales suelen exhibir sus preciados trofeos en tanto se aguarda por la inauguración de un museo del deporte.

Al estar en el extranjero, dice, es su mamá quien se encarga, y no repara en que entre las preseas entregadas al supuesto funcionario deportivo está la medalla de plata de Beijing.

“Por nada en el mundo yo me desprendía de esa presea. Hace como dos años estando yo en casa me habían solicitado prestar algunas para lo mismo, y claro que yo accedí, pero esa no. De mi medalla de plata nunca me desprendía, la guardaba con celo, era el símbolo de lo mejor que yo había hecho en mi vida”, relata hoy.

“A mi mamá le subió la presión y el azúcar de un tirón con todo esto”, revela.

Barrios dice que ha hablado con varias personas en Pinar del Río en busca de atar cabos, de rastros del que ella llama “el impostor” y llama la atención de lo “extraño” que a los tres días de difundirse el comunicado oficial del COI sobre su control positivo, saltara a la Internet lo de la hipotética subasta en eBay, un sitio destinado a la puja de artículos online, fundado en 1995 en San José, California, y que con el tiempo ha tenido en países como España y Corea del Sur importantes plataformas para su expansión.

La atleta afirma rotundamente su desconocimiento total de ese sitio, que ha registrado varios casos de transacciones con medallas olímpicas en estos años.

Un despacho de la Associated Press indicaba que su medalla fue “vendida en junio por un cubano establecido en Canadá, por 11 mil 655 dólares “. O sea, dos meses después de que la fecha en que cuenta que tocaron la puerta de su casa con aquella solicitud.

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Un calvario de cuatro meses

Ella, que había aclarado días antes a las autoridades deportivas sus opiniones sobre la decisión del Comité Olímpico Internacional de condenarla a entregar su metal olímpico, y hecho públicas sus valoraciones sobre ese proceso, debía regresar de nuevo a La Habana para notificar a los jefes deportivos su imposibilidad de devolver la medalla.

Dice que desde que fue informada del resultado de la “muestra A”, hace cuatro meses, la vida se la vuelto “un calvario”.

En Cuba, a través de la historia, pocos han sido los casos de figuras connotadas detectadas por dopaje que hayan sido “crucificados”; al contrario, ha sido habitual una campaña mediática a favor de la inocencia del atleta, también como forma de defender “un sistema de valores”. Estos atletas, tras el retiro, han proseguido incluso su carrera como entrenadores o funcionarios.

En la Isla no se han emitido declaraciones oficiales sobre el caso Barrios; ni siquiera representantes del Instituto de Medicina Deportiva o del Laboratorio Antidoping han disertado públicamente sobre el nuevo proceso de “re análisis” del COI, su fidelidad y certidumbre pese a los ocho años de almacenamiento de las muestras, el número de controles hechos a la discóbola cubana y otros asuntos sobre los que la gente se pregunta.

Por su parte, Barrios reconoce que ha sido escuchada en estos días por las autoridades, que en ningún momento le han aludido la posibilidad de una sanción interna. Le han hecho saber, además, que las puertas del estadio atlético están abiertas para cuando lo estime.

La también bronce de Londres-12 y plurimedallista mundial de 33 años, no ha recibido ninguna notificación de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) después de la comunicación del COI.

Pero dice a OnCuba que no tiene ningún ánimo de volver a tomar el disco en sus manos, ya va por cuatro meses inactiva y tiene una niña de un año y ocho meses que cuidar en su casa de Pinar del Río.

Mientras toma una decisión sobre su futuro deportivo, insiste: “Dondequiera que me pare lo haré con mi moral alta”, y lee lo que ella señala como el acápite 63 del documento presentado por la Comisión Disciplinaria del COI: “Que la atleta se mostró sincera en su alegato de que nunca había consumido ninguna sustancia prohibida”.

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