Yasmani Tomás: la versión moderna del gran Armando Capiró

Cuando era niño tenía dos enfermedades crónicas: el asma y la pasión por el béisbol. La primera me llevaba de la mano y corriendo, de hospital en hospital, y la otra le daba luz a mi vida, más cuando escuchaba leyendas urbanas sobre los Marquetti, Changa, Vinnent, Muñoz, Cheito, Huelga, Chávez o Capiró.

Esas historias dejaron su impronta para siempre en mi pensamiento y, ahora, cada vez que oigo mencionar el nombre de alguno de aquellos mitos de la pelota cubana activo una especie de censor cognoscitivo para enriquecer mis saberes beisboleros.

Hace unos días, en una de mis estancias en el estadio Latinoamericano, el coloso del Cerro capitalino, entrevistaba al otrora receptor de los equipos Industriales, Pedro Medina, y en alguno de sus parlamentos comparó a Armando Capiró con Yasmani Tomás, una estrella en ciernes que hoy milita en la escuadra industrialista.

“Tomás es la viva estampa de Capiró. En la caja de bateo, tiene un poder descomunal a base de muñequeo, la potencia de su brazo es escandalosa y su recorrido en los jardines es aceptable. Por su edad todavía le faltan horas de vuelo, pero el margen de mejora es enorme”, describió así Medina al joven slugger de 21 años, que lleva una veintena de cuadrangulares en la presente temporada, a razón de uno cada 12.95 veces al bate.

La comparación se me antojó interesante en grado superlativo debido a la fama adquirida por Tomás en los últimos meses, en los que ha disparado bambinazos que pudieran haberlos firmado toleteros de la talla de Lázaro Junco, Orestes Kindelán, Luis Giraldo Casanova o el mismo Capiró.

El cuadrangular más impresionante de todos se lo conectó al lanzador zurdo tunero Darién Núñez, al ‘volarse’ de solo un picón las tribunas del jardín izquierdo del parque Latinoamericano, un batazo fácilmente a más de 500 pies que deslumbró a media Cuba.

“A Capiró nunca lo vi jugar, pero desde muy chiquito he oído hablar mucho de él. Conozco sus características como jugador, dicen que tenía un brazo de película. Es un honor que me comparen con él, ahora tengo que hacer hasta lo imposible para estar a la altura”, me aseguró el portentoso slugger capitalino.

Mi asombro fue mayor cuando el archiconocido expatrullero central de los equipos Cuba Víctor Mesa dijo recientemente en conferencia de prensa que Tomás tiene un talento único, sus límites no los conoce nadie y parecen lejanos.

Ahora bien, Capiró fue el primer jugador cubano en disparar más de 20 jonrones en una temporada, específicamente 22 en la campaña 1972-1973, cuando ya era considerado por la mayoría como el slugger más temible del béisbol capitalino de la época.

Además se convirtió en el primer toletero en arribar a los 100 vuelacercas en series nacionales, una cifra que hoy parece accesible para cualquiera pero que en la década del 70 del pasado siglo era una odisea alcanzarla, por la pésima calidad de las pelotas y los triviales sistemas de entrenamiento de bateo existentes entonces en el país.

Estas proezas hacen de Capiró un jugador único e incomparable. Ahora mismo, poner a emular a esta rutilante luminaria con Yasmani Tomás resultaría chocante para la mayoría de los fanáticos, e incluso –según mi opinión- perjudicaría al talentoso pelotero industrialista.

Como siempre le corresponderá al Dios Chronos dictar sentencia dentro de algunos años, sin embargo la incógnita ya está en el aire ¿habrá nacido el nuevo Capiró?
 

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