Yoandy Leal podría nacionalizarse brasileño

Yoandy Leal

En Yoandy Leal Rezende ha posado sus ojos, ha visto en él la figura necesaria para volver encarrilar a este Brasil.

En Brasil a Yoandy Leal lo quieren hacer carioca. Lo quieren vestir de verde y amarillo y nacionalizar su ficha. Tras el reciente descalabro en la final de la Liga Mundial 2014, ahora más que nunca, la Confederación Brasileña de Voleibol (CBV) lo quiere en sus filas como estandarte, como el hombre que cargará en sus hombros el peso de los últimos dos años que restan del ciclo olímpico Río de Janeiro 2016.

Sus tres excepcionales temporadas como auxiliar en el Sada Cruzeiro de la Liga brasileña lo han ensanchado como jugador y lo han puesto en la órbita de la selección nacional de Brasil a petición de Bernardinho Rezende, DT del plantel. Pero antes tendría que obtener la nacionalidad de ese país, trámites que la CBV ha comenzado a realizar ante la Federación Internacional de Voleibol (FIVB). De su lado tienen que Leal, de 24 años, no juega un partido internacional con Cuba desde 2010.

La selección nacional masculina de voleibol de Brasil ya no intimida como en antaño. Ha perdido su capacidad de amilanar al rival con solo su presencia. Hubo un momento histórico reciente que la chamarra verde amárela funcionaba por sí sola como un método de extorsión, tan descomunal, que con eso bastaba de sobra para que los brasileros apabullaran, mondoflex por medio, al resto del planeta.

Pero el tiempo ha pasado y Brasil ha perdido esa capacidad. Su juego se ha ido diluyendo, ya no es tan compacto, tan inaccesible, esa sensación de que jamás una Mikasa picaría en su territorio, o que un ataque salido de sus manos con el impulso de la zaga se iría más allá de los límites, se ha congelado.

Ese derrame que han acusado, es el natural fin de ciclo de una etapa rotulada en oro, el mismo que acaban de sellar también, hace bien poco (por hacer algunas analogías) el Barca y España en el fútbol, Federer en el tenis y Rossi en la moto GP.

Para Brasil el fin no llega precisamente ahora con la derrota de la final de la Liga Mundial ante Estados Unidos, quizá un par de años antes cuando Giba dejó vacante su rayita de capitán debajo de su mítico número siete, cuando Dante Amaral ya no vulneraba bloqueos rematando tras la finta de los centrales, y cuando Murilo Endres decidió tomarse un año sabático hastiado por el éxito y regresó para percatarse que en la vida esos momentos son para jactarse y no para aburrirse.

En Yoandy Leal Rezende ha posado sus ojos, ha visto en él la figura necesaria para volver encarrilar a este Brasil. Un sexteto que muestra falta de potencia en el ataque, ni Wallace de Souza ni Vissotto Neves son cruzados que le puedan quitar responsabilidades ofensivas a los auxiliares Lucarelli y Murilo Endres, que sobresalen más por recibir balones y dibujárselos al acomodador que por levantarse y clavarlos más allá de la net.

Con el cubano, Brasil sería aún más un cerrojo defensivo en su zona postrera. Yoandy ha elevado sus índices de recepción a niveles inimaginables, sigue manteniendo esa fiereza cuando se eleva para atacar la malla y ha alcanzado un repertorio que le permite elucubrar con la Mikasa en el aire.

De concretarse la nacionalización de Leal, perderíamos un pedazo más de esa ilusión retenida que a veces nos invade al ver a varios cubanos desperdigados por el mundo, que unidos en un sexteto sobre el mondoflex pudieran ser, con los ojos cerrados, la mejor selección del planeta.

Salir de la versión móvil