El día cero del Mariel

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, invitada a la II Cumbre de la CELAC, acompañará a Raúl Castro mañana lunes en la apertura de la nueva terminal de contenedores. Rousseff y Castro no estarán simplemente abriendo las puertas de una nueva instalación marítima, sino también estrenarán un capítulo en la historia económica de Cuba, a pocos meses de la entrada en vigor de una ley de la inversión extranjera que será discutida y aprobada en circunstancias extraordinarias.

El Mariel es una apuesta hacia un futuro un tanto incierto, pues toda la inversión está pensada para el momento en que Estados Unidos y Cuba reanuden completamente sus relaciones económicas.

La ampliación y modernización del puerto le ha costado a Brasil más de 640 millones de dólares. La obra ha estado a cargo de la Empresa Constructora de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y de la corporación Odebrecth. La marcha de su construcción tuvo un seguimiento de alto nivel, involucrando directa y públicamente al propio Raúl Castro.

La Zona Especial de Desarrollo que acompaña al puerto pretende ser la base para una nueva ola de inversión foránea en Cuba. También funcionará como un gigantesco centro de almacenamiento y manejo de carga marítima regional. Para atraer a los empresarios, el Consejo de Estado cubano aprobó un regimén tributario especial, que reduce o elimina algunos impuestos.

Con el Mariel, el gobierno cubano espera lograr un aumento de las exportaciones, la sustitución de importaciones, la realización de proyectos de alta tecnología y generar nuevas fuentes de empleo, dentro de una economía cuyo crecimiento se ha desacelerado progresivamente en los últimos años.

La entrada de nuevos inversores extranjeros estaría encabezada por empresas brasileñas como la Marco Polo, la mayor ensambladora de carrocerías de autobuses en el mundo, o el productor de vidrio Fanavid, que utilizaría el Mariel como base para suministrar sus productos a la zona del Caribe.

La apuesta de Brasil implica inversiones más allá del Mariel. El gobierno de Rousseff ofreció en 2013 más de ciento setenta millones de dólares para que Odebrecht modernizara también los aeropuertos de La Habana y otras ciudades cubana.

Toda este despliegue obedece a una lógica geográfica. El Caribe es el Mediterráneo americano y todo el comercio entre América del Sur y Estados Unidos pasa por sus aguas; también los millones de contenedores procedentes de Asia que atraviesan el Canal de Panamá y son descargados en los puertos de la costa este norteamericana.

El Mariel complementará la ampliación de la vía interocéanica panameña, pues podrá recibir en sus muelles a las gigantescas embarcaciones de tamaño post Panamax, que no pueden fondear en el puerto de La Habana o en otros enclaves marítimos del Caribe.

La aparición de petróleo en las aguas ubicadas justo frente a ese puerto podría ser un incentivo más. El Departamento del Interior de Estados Unidos estima que en la porción cubana del Golfo de México yacen más de 4 mil millones de barriles de crudo.

El puerto del Mariel es solo uno de los tantos negocios que Cuba y Brasil tienen entre manos. El gobierno brasileño está dispuesto a contratar casi 13 mil médicos cubanos, lo que supondría una inyección directa e inmediata de varias decenas de millones de dólares en la economía nacional. Los profesionales de la salud de la Isla son la columna vertebral del programa Más Médicos Para Brasil, con el que Dilma Rousseff está respondiendo a las demandas populares de una mejor salud pública.

Incluso antes de la aprobación de la nueva ley para la inversión extranjera, los brasileños ya tienen bandera blanca para invertir en un sector que durante más de medio siglo estuvo “cerrado”: la industria azucarera. Una empresa subsidiaria de la Oberdrecht (la constructora del Mariel) firmó a finales de 2013 un contrato de administración del central 5 de Septiembre, de la central provincial de Cienfuegos.

La alianza Cuba-Brasil apenas comienza, y promete sumar al gigante sudamericano a la misma lista en que se encuentra China y Venezuela, los dos principales socios económicos de la Isla.

Foto: Cubadebate

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