El turismo en Cuba: los arrastres de la locomotora

Varadero. Foto: Fernando Borges.

La locomotora de la economía cubana –el turismo– sigue arrollando, pero preocupa el número de coches que tiene que arrastrar y la velocidad que está obligada a mantener.

El año 2017, la Isla recibió 4,689,895 visitantes internacionales, que representan el 16,2  por ciento de incremento con relación al año precedente. En estos resultados, hay que destacar el crecimiento de la modalidad turismo de cruceros (251  por ciento) y de las llegadas de viajeros desde Estados Unidos (67,3 por ciento).

Según los principales indicadores de la economía cubana en 2017, reportados en la Asamblea Nacional del Poder Popular el pasado diciembre, el PIB cubano creció 1,6 por ciento, y el sector más dinámico fue el turismo (4,4 por ciento). Según este informe los ingresos del turismo crecieron 10,5 por ciento.[1]

El turismo internacional forma parte de la exportación de servicios, y se incrementó de 2,503 millones de dólares en 2011, a 3,069 en 2016 (22,6 por ciento de crecimiento en cinco años). Sin embargo, el estimado de ingresos por exportación total de servicios se redujo en esos años en 959 millones de dólares, para una caída del 9,5 por ciento, lo cual implica que los incrementos del turismo no compensaron la disminución de ingresos por exportación de fuerza de trabajo calificada.[2]

Su peso en el total de las exportaciones de bienes y servicios aumentó del 14 por ciento en 2011 al 19 por ciento en 2015.[3] La locomotora del turismo tiene mucha carga que halar cuando los demás motores están trabajando a media máquina.

Cuba creció en 2017 un 1,6 por ciento, impulsada, según Cabrisas, por sectores como el turismo, el transporte y la agricultura. Foto: Ramón Espinosa / AP.
Cuba creció en 2017 un 1,6 por ciento, impulsada, según Cabrisas, por sectores como el turismo, el transporte y la agricultura. Foto: Ramón Espinosa / AP.

Si bien el turismo fue el sector de mayor crecimiento en 2017, su eficiencia no corrió la misma suerte, ya que mientras los visitantes aumentaron un 16,5 por ciento, los ingresos lo hicieron solo un 10,5 por ciento, lo que refleja una disminución del ingreso por turista, que bajó de 760 dólares en el 2016 a 722 en el 2017.

En La Habana, la llegada de visitantes internacionales aumentó de 2,1 a 2,6 millones, pero la relación turistas-días disminuyó de 3,2 a 3 millones de 2016 a 2017.

De igual forma, la ocupación lineal de las habitaciones en los hoteles alcanzó un 60,7 por ciento en 2016, última cifra disponible. El índice de ocupación hotelera en 2016 de dos competidores importantes fue de 80,4 por ciento en Cancún y de 78,1 por ciento en República Dominicana.[4]

El sector fue el que más creció en 2017, sin embargo no aumentó igual su eficacia.
El sector fue el que más creció en 2017, sin embargo no aumentó igual su eficacia.

El turismo de cruceros experimentó el mayor crecimiento en 2017 comparado con 2016: arribaron un total de 437,429 turistas en cruceros, sin contar los tripulantes, más de 3 veces el número de 2016 y 15 veces la cifra de 2015, después de que en ese año el gobierno de EE.UU. autorizara la visita a Cuba de buques provenientes de ese país.

Se produjeron el año pasado 706 escalas de cruceros en ocho puertos cubanos. Destacó La Habana, a donde llegaron 395,588, muchos para continuar viaje hacia puertos de escala en Cuba como Cienfuegos, Santiago de Cuba y Casilda (Trinidad), y hacia otros del Caribe.

Cuba se ha convertido en uno de los principales destinos de cruceros del Caribe. Como muestra de ello, las tres principales compañías de cruceros de EE.UU. –Carnival Corporation, Royal Caribbean y Norwegian Cruises Line– anunciaron su intención de realizar 286 escalas en puertos cubanos hasta 2019, lo que representaría más de 623 mm USD para las navieras y el arribo de unos 455,000 pasajeros a la mayor de Las Antillas.[5]

Foto: Kaloian.
Foto: Kaloian.

Pero, ¿qué representa en beneficios económicos para los países destinos el turismo de cruceros comparado al de estancia? La Organización de Turismo del Caribe (CTO, por sus siglas en inglés) estimó que a inicios del año 2000 cada pasajero de crucero generó un promedio de $17 en impuestos por visita ($9 en impuesto por pasajero y unos $8 en impuestos a ventas), mientras los turistas de estancia en el país generaron como promedio $133 en impuestos –lo cual significa que los gobiernos recaudaron ocho veces más en impuestos por cada visitante de estancia que por cada pasajero de crucero.

En términos de gastos por visitante, en 2015 la CTO calculó que 28,7 millones de turistas de estancia y 24,4 pasajeros de cruceros visitaron los 32 países caribeños, y generaron un total de $30 mil millones en gastos por visitantes a tierra. De esto, solo el 8 por ciento, o $2,4 millones, fue gastado por pasajeros de crucero, y 92 por ciento, o $27,6 mil millones, por turistas de estancia.

Por lo tanto, si bien las cifras de llegada de pasajeros de cruceros y de visitantes de estancia son más o menos similares en el Caribe, los turistas de estancia generaron 11,5 veces más por persona que los cruceristas.[6]

El Insignia en la bahía de Santiago de Cuba. Foto: Claudia García.
El Insignia en la bahía de Santiago de Cuba. Foto: Claudia García.

A pesar de que las estadísticas análogas no están disponibles para Cuba, es de suponer que el crecimiento del crucerismo no va a representar un aumento correspondiente en los ingresos para el país.

A partir de la apertura en las relaciones entre Cuba y EE.UU. en diciembre de 2014, y hasta junio de 2017,  en que el nuevo Presidente decidió revertirla, la llegada de viajeros provenientes de EE.UU. dio un salto importante.

Las estadísticas distinguen entre los cubano-americanos que entran al país con pasaporte cubano, y los estadounidenses “puros” –que lo hacen con pasaporte de ese país.

Como se puede ver en el gráfico abajo, la llegada de cubanoamericanos partió de un número superior 273 mil –y creció mucho, pero paulatinamente: 8 por ciento en 2015; 17 por ciento en 2016 y 26 por ciento en 2017. Pero el número de turistas estadounidenses se disparó, de solo 91 mil en 2014 a casi 620 mil en 2017: un aumento de casi 7 veces.

Dos salvedades: no todos los estadounidenses de origen cubano entran al país con pasaporte cubano. Los nacidos en EE.UU. lo hacen con ese pasaporte, aunque vengan de visita familiar; y las estadísticas recogen el número de entradas, no de personas, por lo que aquellos viajeros que vienen varias veces en el año a Cuba son contados cada vez.

Sin embargo, la luna de miel del turismo norteamericano en Cuba está en peligro. Por un lado, el turismo canadiense, primero entre todos los países emisores a Cuba con más de un millón de visitantes anuales, ha disminuido un 13 por ciento desde 2015. Las causas no están claras, pero la competencia en calidad-precio de otros destinos como República Dominicana y Cancún, puede estar haciendo mella.

Por otro lado, el gobernante de turno en Estados Unidos, en alianza con los legisladores anti-cubanos de la Florida, se ha dado a la tarea de revertir la política de entendimiento con Cuba trazada por su antecesor, centrándose justamente en aminorar el turismo a la Isla. Desde junio de 2017 Trump ha dictado una serie de restricciones y cambios de política que incluyen:

–nuevas regulaciones para restringir los viajes individuales, autodirigidos, de intercambios pueblo-a-pueblo (people-to-people)

— prohibición (a los nacionales de EE.UU.) de cualquier transacción financiera con un conjunto de 180 entidades vinculadas a los servicios de defensa, inteligencia y seguridad cubanos

— retirada forzosa de la mayoría de los funcionarios de la embajada de EE.UU. en La Habana y, a la inversa, de la embajada de Cuba en Washington D.C.

— la Advertencia de Viajes emitida por el Departamento de Estado en septiembre 2017, y

– el nuevo sistema de Advertencias de Viaje del Departamento de Estado presentado en enero 2018, que clasifica a Cuba como Nivel 3: “reconsiderar viajar… debido a los ataques a la salud dirigidos a trabajadores de la Embajada de EE.UU. en La Habana”.

Foto: Claudio Peláez Sordo
Foto: Claudio Peláez Sordo

En una encuesta realizada por el Center for Responsible Travel (CREST) [Centro para el Turismo Responsable], 42 turoperadores de EE.UU. que llevaron más de 17,000 personas a Cuba en 2017 informaron que ninguna de ellos reportó síntomas de enfermedad similares a los experimentados por los empleados de la Embajada.

Sin embargo, la encuesta reveló que el 85 por ciento de las empresas encuestadas ha visto una caída mayor en sus reservas, o aumento en sus cancelaciones en la segunda mitad de 2017 comparado con la primera mitad; el 66 por ciento ha experimentado cancelaciones de sus socios de viaje (universidades, museos, asociaciones profesionales, etc.), y el 85 por ciento pronostica menos reservas de viajes pueblo-a-pueblo en 2018 que las de 2017.

Conversaciones informales con arrendadores privados, propietarios de restaurantes y bares, artesanos, taxistas y cocheros de La Habana, que el año pasado gozaron de una nutrida clientela norteamericana, confirman que sus negocios han sufrido significativamente.

Sanciones contra Cuba: Morderse la cola

A pesar de que el anuncio del presidente Trump, de junio de 2017, de revertir varias de las medidas de apertura turística de Obama excluyó específicamente al turismo de cruceros, el mismo no obstante lanzó una señal de que el levantamiento completo del bloqueo de EE.UU. a Cuba se mantiene lejano.

Para Cuba la vitalidad de la industria turística no es solo un asunto económico, es también una prioridad política. De ella depende en parte la imagen de que la economía cubana avanza a pesar de las dificultades, mensaje clave para proveedores, financieros e inversionistas extranjeros. Por eso la insistencia en Cuba de que el turismo crece… y sigue creciendo.

La corta “primavera” de normalización de relaciones entre Cuba y los EE.UU. iniciada por Barack Obama se ha convertido en un “invierno de descontento” bajo el gobierno de Trump.

Ahora más que nunca, resuenan las palabras de Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana: cada vez que un buque de crucero de EE.UU. entra a la bahía de La Habana y cientos de estadounidenses se vuelcan a la bella ciudad y se mezclan con sus habitantes, “estamos rompiendo el bloqueo” [económico y financiero de los EE.UU.].

 

Notas

[1] Discurso de Ricardo Cabrisas ante la Asamblea Nacional del Poder Popular (21/12/2017): www.cubadebate.cu

[2] J.L. Rodríguez: “Cuba y su economía: el 2017 recién concluido y un 2018 que apenas comienza (II)”, en Cubadebate (02/02/2018) www.cubadebate.cu

[3] R. Betancourt: “La importancia del turismo en la Balanza de pagos de Cuba”, en Cubadebate (24/11/2016): www.cubadebate.cu

[4] J.L. Rodríguez: “Cuba y su economía: el 2017 recién concluido y un 2018 que  apenas comienza (III)”, en Cubadebate (02/02/2018): www.cubadebate.cu

[5] J.L. Perelló: “El turismo y las relaciones comerciales Cuba-USA”, en Progreso Semanal (19/02/2018).

[6] M. Honey; J. Wilkins; J.L. Perelló y R. Betancourt: Por el Mar de las Antillas: 50 años de turismo de cruceros en el Caribe, Ediciones Temas, La Habana, 2018.

 

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