Amelia Flores al 110 por ciento

Amelia Flores. Foto: cortesía del entrevistado.

Amelia Flores. Foto: cortesía de la entrevistada.

Cuando a Amelia Flores le dijeron por teléfono que sería la conductora de Quédate conmigo, dio tantos gritos que su madre pensó que le había pasado algo malo. Tenía 14 años y, salvo en el casting, no había estado delante de una cámara de televisión.

“Nunca pensé que me elegirían –cuenta a OnCuba. Pero por alguna razón que siempre voy a agradecer, decidieron que fuera la nueva locutora. Ese día empezaron siete años maravillosos.”

Hace ya una década que Amelia no conduce Quédate conmigo, el programa que la hizo conocida en toda Cuba. Ahora mismo ni siquiera está en la Isla, sino en Uruguay. Y aunque no ha perdido la frescura de sus comienzos, hoy se siente una profesional más hecha y convencida del camino que eligió.

¿Cómo te vinculaste al mundo de la comunicación?

Empecé en la radio de mi ciudad natal (Matanzas), a los 10 años, después de ganar un concurso en la escuela primaria donde estudiaba. El premio era colaborar con el programa infantil Tiempo musical, de la emisora Radio 26, y aquello me encantó. Antes había pasado por clases de ballet, de piano, de pintura, pero estar en los estudios de radio se convirtió en mi actividad favorita.

Ya de adolescente pasé a formar parte del colectivo de un programa juvenil. Se llamaba En un dos por tres y en cada emisión participábamos varios jóvenes, alternando entre la locución y los dramatizados. Todavía no pensaba en dedicarme por completo a la comunicación, pero al menos me tomaba el hobby muy en serio.

¿Cuánto te ha marcado tu trabajo en Quédate conmigo?

Imagínate… Fue una experiencia maravillosa, desde todo punto de vista. Entré en el 2000 en sustitución de su primera conductora y estuve desde los 14 hasta los 21 años, así que fue mi escuela doblemente, en lo personal y en lo profesional. Me dejó clara mi verdadera vocación.

Nunca antes había trabajado en la televisión. El día del casting estaba súper nerviosa, no conocía a nadie, todo era nuevo y extraño para mí. Pero cuando por fin fue mi turno sentí que ese era mi lugar. Me dije “aquí es donde yo pertenezco. Esto es lo que quiero hacer”.

Amelia junto a Dayron Medina, su compañero de conducción en Quédate conmigo. Foto: cortesía de Amelia Flores.

Quédate conmigo abarcaba un espectro muy amplio de temas relacionados con la adolescencia y la juventud, y además de encaminarme profesionalmente me puso en contacto cada semana con personas y vivencias extraordinarias, de las que pude aprender muchísimo. Pasamos de hacer un espacio de 19 minutos que se transmitía en Matanzas dos veces al mes a ser uno de los programas de mayor audiencia en el país, transmitido semanalmente por la televisión nacional y por Cubavisión Internacional.

Tengo los mejores recuerdos de esa época y estoy enormemente agradecida a Yudarys Berland, la creadora del proyecto, por haber confiado en mí y haber tenido la paciencia para lidiar con la muchachita voluntariosa, terca y de “combustión espontánea” que yo era en ese tiempo. También al resto del equipo, especialmente a Dayron Medina, mi compañero en la conducción, y a Yosvany Albelo, el guionista. Todos nos convertimos en una gran familia.

Por eso, a pesar de que han pasado varios años, no sabes la satisfacción que me da cada vez que alguien me reconoce como la muchacha de Quédate Conmigo.

De Matanzas pasaste a La Habana. ¿Cuán difícil y enriquecedor ha sido ha sido ese salto?

Desde mi punto de vista, lo fácil no resulta divertido. Creo que para crecer, en todo sentido, se debe salir de la zona de confort. Por eso di el salto a La Habana, uno de los retos más grandes a los que me he enfrentado. En primer lugar, porque suponía estar lejos de mi familia y de mi entorno hasta entonces. En segundo, porque debía romper con la imagen de niña y presentarme en los medios nacionales como una profesional con mucho más que ofrecer, aunque conservara la esencia natural y desenfadada de Quédate Conmigo.

Mi período en La Habana ha sido muy intenso, lleno de incertidumbres y nuevas experiencias. Algunas muy buenas, otras no tanto. Pero todas enriquecedoras y necesarias. No cambiaría ninguna de ellas, porque todas me han hecho convertirme en mejor persona y en una profesional más completa.

Amelia en la conducción del programa televisivo Onda retro. Foto: cortesía de Amelia Flores.

Entre los canales cubanos, has trabajado sobre todo en el Educativo 2. ¿Cuáles son las razones de este vínculo?

Al poco tiempo de estar en La Habana recibí una propuesta del Canal Educativo 2 para ser la locutora que los representara en varios de los espacios promocionales de la televisión nacional, como Mediodía en TV y Todo Listo. A partir de ahí se convirtió en mi espacio laboral permanente y en mi segunda casa. Me dio la oportunidad de trabajar en vivo diariamente, con todos los desafíos que eso representa. Pude dar mis primeros y casi únicos pasos en el periodismo y descubrir cuánto se disfruta también detrás de las cámaras, como asistente de dirección.

De mi trabajo en el Educativo 2 le tengo especial cariño a Onda Retro y Cineflash, en los que he tenido la oportunidad de hablar sobre dos de mis grandes aficiones: la música y el cine. Ambos programas me han permitido mostrarme como locutora en dos facetas totalmente distintas; una muy desenfadada y alegre, otra muy sobria y seria. También debo mencionar a Más que dos, proyecto que me permitió entrar en contacto con relevantes figuras de la cultura cubana y comprender la verdadera complejidad del proceso de creación de un programa televisivo, al ser parte activa de todas sus etapas.

Cuéntame sobre tu trabajo en la radio, una arista menos conocida de tu carrera…

La radio es para un locutor lo que el teatro es para un actor. Es base y escuela. Tiene su propia magia, sobre todo por la complicidad e intimidad que se establece con el oyente. No hay mejor entrenamiento para un locutor que trabajar en la radio y, desde mi experiencia, resulta aún más compleja que la televisión, más cercana al público. Por eso siempre regreso a ella.

En Matanzas, ya como profesional, trabajé en varios espacios radiales de la emisora provincial y de estaciones locales como Radio Taíno Varadero. Y ya en La Habana estuve varios años vinculada a Radio Progreso, a través del espacio juvenil De mí pa’ ti, un proyecto interesantísimo y muy divertido, creado por Nathalie Llizo y Ahmed Otero Prado, que me hizo no ya conducir en vivo, sino actuar en vivo en la radio nacional.

Amelia (centro) como locutora en la radio. Foto: cortesía de Amelia Flores.

Me gustaría volver a la radio en un futuro próximo, siempre que pueda encontrar un proyecto que se ajuste a mis intereses como profesional y no choque con mis otras labores.

¿Y la actuación?

Como actriz empecé en el programa infantil Barquito de Papel, también de Matanzas y transmitido en la televisión nacional. Durante un tiempo simultaneé en pantalla Quédate Conmigo y ese programa, al que le tengo también muchísimo cariño. Allí tenía un personaje de marinerita, Marisol, la que salió del caracol, y me divertía mucho en las competencias con los niños. Aprendí enormemente con Farah Madrigal y Jesús del Castillo, que me impulsaron a seguir mis estudios de actuación.

Ya en La Habana me vinculé a la Agencia ACTUAR y conocí a gente maravillosa como Rolando González, que me integró a la familia del proyecto A propósito. Con ellos he estado colaborando intermitentemente a lo largo de los últimos 10 años, trabajando para niños y adultos en varios espectáculos y obras de teatro.

En la televisión, he participado como actriz en espacios como Cuando una mujer y he colaborado en varios cortos independientes o realizados por la Facultad de Medios Audiovisuales (FAMCA) y la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños.

¿Qué proyectos no realizados te ilusionan?

Me ilusiona lo difícil, lo complicado. Quisiera en un futuro próximo dedicarle más tiempo a la actuación, a la radio, que son mis áreas menos exploradas y, en algún momento, llegar a dirigir mi propio espacio de televisión. En eso me gustaría enfocarme próximamente.

Amelia (derecha) en una obra de teatro. Foto: cortesía de Amelia Flores.

¿Cómo te definirías profesional y personalmente?

Profesionalmente, soy una comunicadora. Por vocación, formación, y obligación autoimpuesta. Personalmente: lectora empedernida, cinéfila amateur, amante de los gatos, gamer aficionada –soy fan de Asassin’s Creed– y optimista incurable.

¿Cómo ves el panorama de la locución y la conducción en Cuba, en especial la hecha por los jóvenes?

El panorama de la locución o conducción en Cuba es muy extenso y matizado. Cada profesional tiene sus particularidades, sus características propias, que pueden o no ser del gusto del público. No iría tan lejos como para calificarlo de bueno o malo. Sí veo con alegría que cada vez hay más diversidad de voces, estilos y formas de hacer entre quienes se incorporan a los medios de comunicación. Lo que no se renueva se pierde en el mar de la mediocridad, por eso aplaudo a los que llegan con ganas de hacer y brillar con su propia luz.

¿Crees que en la televisión la belleza es una ventaja, una necesidad o, incluso, una desventaja?

Depende de las circunstancias. Definitivamente no la considero una necesidad. No soy una mujer especialmente bonita ni muy alta o voluptuosa. Disto muchísimo de tener una cara perfecta o una figura de top model y, sin embargo, he tenido una carrera en la televisión que pudiera calificarse de exitosa. Sí creo que a veces es una desventaja que te consideren “bonita”, porque muchos tienden a asociar la “belleza” (entre comillas porque es un concepto muy relativo) con baja capacidad neuronal. Y eso hace que subestimen a la persona en cuestión, hombre o mujer.

Foto: cortesía de Amelia Flores.

En ese aspecto creo que los medios en Cuba funcionan diferente a los de otros países. Claro que un rostro agradable llama más la atención que uno que no lo es. Pero aquí más que una figura perfecta o una cara simétrica, se buscan y miden otros parámetros como la fluidez, la habilidad de comunicar ideas y la técnica de locución o actuación. Sin perder de vista la importancia de un aspecto cuidado y una imagen adecuada, por supuesto.

El año pasado se articuló un movimiento internacional contra el acoso sexual. A partir de tu experiencia, ¿cuán expuestas están las locutoras y actrices cubanas?

No creo que en nuestro medio sea un fenómeno especialmente distinguible, pero sí en la sociedad cubana en general. Al menos desde mi experiencia, las mujeres sufrimos mucho con las situaciones a las que nos vemos expuestas constantemente. Te sorprenderían las barbaridades que he tenido que escuchar en la calle. Las miradas lascivas, los gestos obscenos, la intrusión a tu espacio personal (hablo de 30 a 50 cm de cercanía) y otras mil variantes del acoso sexual son el pan nuestro de cada día. Se confunde el halago, el piropo, la galantería, con la grosería y el asedio. Sería genial si se tomara nota de esto y se crearan mecanismos que permitieran restringir y sancionar ese tipo de comportamiento.

Como locutora eres una figura pública, ¿cómo lidias con eso?

Ser una persona visible a través de los medios de comunicación implica que tienes más miradas encima de ti que el sujeto promedio. Miradas que valoran, analizan, aprueban o desaprueban. Implica que debes ser muy cuidadosa con lo que haces y dices; que tienes que pensar doblemente cada sencilla decisión que tomas, como la ropa que utilizas o lo que posteas en las redes sociales. Implica que no importa el contexto (hospital, funeraria, escuela, cita, fiesta) siempre va a haber alguien que te mire como “la muchacha de la televisión”. Fuera de las 4 paredes de tu casa debes estar constantemente preparada para que alguien te aborde como tal.

Al principio sientes una gran presión, pero luego lo vas incorporando como parte de tu comportamiento cotidiano. No siempre se logra, lo reconozco, pero al menos debes tratar de hacer el mayor esfuerzo para conciliar tus necesidades e intereses como persona con esa imagen social. Supongo que el haber empezado a lidiar con eso desde muy joven ha hecho que lo asuma ya como parte del carácter del medio en el que me desenvuelvo.

Amelia junto al locutor Marino Luzardo (centro) y el dúo Buena Fe. Foto: cortesía de Amelia Flores.

Muchos no lo saben, pero ahora mismo no estás en Cuba…

Estoy en Uruguay. Fui invitada para impartir una serie de conferencias sobre comunicación interna y otros temas relacionados con mi carrera. Quizá la docencia entre dentro de mis proyectos a largo plazo. Luego de estos meses acá, realmente lo estoy considerando.

En general, ha sido una nueva experiencia que me ha dado muchísima satisfacción. Además de lo profesional, he podido conocer un nuevo país, las particularidades de su cultura, sus modos de vida y visitar sitios maravillosos. También la de volver a ver a excelentes amigos que desde hace varios años residen en Uruguay. Pero no te preocupes que pronto regreso a Cuba.

¿Qué puede esperar entonces de ti el público cubano?

Mi mayor esfuerzo. En cada emisión, en cada programa. En cada cosa que haga, va a estar Amelia al 110 por ciento.

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