Juanito Camacho: “Me siento como un lobo solitario”

Una voz inconfundible de la radio habanera, dedicado a promover la música underground cubana y mundial, especialmente el rock and roll.

Juanito Camacho. Foto: fac.cu

Para muchos cubanos se ha convertido en un ritual sintonizar en las mañanas el programa “Disco Ciudad”, de Radio Ciudad de La Habana, conducido por Juanito Camacho. Su voz, tan inconfundible, vertiginosa, nos ha acompañado durante casi tres décadas para mantenernos actualizados sobre la escena del rock cubano e internacional y trazar puntos de unión en la geografía espiritual de los seguidores de este género en la isla.  

Juanito ha vivido varias de las décadas más complejas para el rock en el país, primero como espectador, luego como músico, y más tarde como crítico y promotor. Por sus manos ha pasado la obra de muchos músicos que hoy son nombres relevantes y que en sus inicios ayudó a darles el espaldarazo definitivo. Sin ese espacio que ha conducido, en ocasiones sacando fuerzas de las reservas, nuestra vida en el rock and roll no hubiera sido la misma.

Juanito Camacho. Foto. Faceboook del entrevistado

“El programa abrió con el nombre de Disco Ciudad en marzo de 1990. Al principio yo era el director. Antes ese espacio se llamaba la Discoteca de Radio Ciudad y tenía una hora y media de duración. El guitarrista Dagoberto Pedraja lo dirigió unos meses pero tuvo que dejarlo por cuestiones de tiempo y propuso que lo asumiera yo. En esa faena de dirigir periodistas, locutores y una actriz, Zulema Cruz, estuve un tiempo y luego ese mismo año comencé a conducirlo”, recuerda Juanito en entrevista con OnCuba.

¿Cómo fueron los inicios de Disco Ciudad?

Previo a este espacio,  había comenzado en octubre de 1988 con el programa “Terapia”, que al principio yo lo escribía y conducía junto al desaparecido locutor Robert Martín. Luego él dejó de trabajar en Radio Ciudad y tuve que ocuparme también de la dirección desde 1989. Alrededor de esa etapa también hacía con Humberto Manduley el programa “Ad Libitum”, a las 7:00 a.m., en Radio Ciudad, un horario verdaderamente malo. 

    Juanito Camacho con Osamu Menéndez en El Submarino Amarillo. Foto Cortesía del entrevistado

Otro de los programas en los que estuve fue “Collage”, que se transmitía los sábados con un perfil trovesco y música tradicional y rock y heavy metal. En este espacio se incluían entrevistas a artistas plásticos, actores de teatro. En un momento determinado sentí tanta presión por la carga de trabajo que tuve que dejar “Collage” y “Ad Libitum”. Y Humberto también tenía otros compromisos.

Mi compromiso con Disco Ciudad me impedía mantener tantos espacios. Me quedé entonces con este programa y “Terapia”. Más tarde asumí la dirección de “Jazz P.M”, que realizaba un colega músico, el bajista Omar González. Omar también fue el que creó en Radio Metropolitana, “Scala Master”. Tras su salida, pasaron varios directores, pero nadie quería asumirlo hasta que me encargué yo a petición de Alfredo Torga.

Juanito Camacho junto al guitarrista Luis Manuel Molina.

¿Mantuviste siempre la misma temática musical en Radio Ciudad?

Al principio eran 90 minutos. Durante ese tiempo todavía ponía a Issac Delgado, Van Van, Fito Páez, Sabina y autores brasileros, para respetar el hecho de que tenía como antecedente una discoteca. En cierto momento me plantearon que habían hecho una revisión y decidieron quitarle media hora. A partir de ahí, me planteé una sonoridad mucho más fuerte y comencé a poner nombres del rock que apenas colocaba como Metallica, Sepultura, Soundgarden, Alice in Chains.

Juanito Camacho junto al músico estadounidense Kid Rock. Foto: Cortesía del entrevistado.

Una de las mayores dificultades para los seguidores de estos géneros en Cuba era estar actualizado de la música. ¿De qué forma conseguías los discos para mantener al aire el programa?

Fui muy afortunado en ese sentido. Amigos que ya habían emigrado me mandaban discos desde México, España Estados Unidos. Ellos me enviaban paquetes con otras personas entre los que se incluían solicitudes propias de discos que sabía que nos iban a ayudar en el programa.

Tuve también ayuda de músicos que vivían en Holanda y había conocido en Cuba. Por ejemplo, el decano de la Facultad de percusión de Ámsterdam, venía  y me traía mucha música o me la enviaba con alumnos suyos que viajaban a La Habana. Reinar Ravel, mi mejor amigo de toda la vida, también me enviaba mucho material desde España con su hermano. El radialista mexicano Betto Arcos también ayudó mucho al programa. Hubo otras vías efímeras y estaban limitadas a personas que oían el programa y querían colaborar. Otros salían de viaje y me traían cosas con un gran nivel de actualidad. Yo también era un coleccionista que atesoraba mucho material, tanto antiguo como reciente.  

¿Inicialmente cómo hacías la selección del programa?

Creo que en algunos casos ayudé muchísimo a diversas figuras, incluso las más polémicas, que no sé hasta que punto sabían cómo se movía el producto de ellos. Hago una excepción tremenda con X Alfonso, que lo escuchaba y me entregaba materiales con una frecuencia asombrosa y Carlos Valera, con quien tenía muy buen contacto. Por otro lado, estuvo el caso de Santiago Feliú, a quien ponía habitualmente. Pero cuando me dijeron que él no oía el programa me dio un a tristeza tremenda. Yo llegué a conversar con él solo dos veces.

Camacho tuvo invitados recientemente al grupo Sweet Lizzy Project en el espacio ADN Music en la Fábrica de Arte.

En la selección no existía la presencia de un manager que me pidiera este o aquel tema. Yo lo hacía por olfato propio. Incluso gente que luego trajo otro verbo como Garage H, que eran muy crudos, los ponía. Lo mismo sucedió con Perfume de Mujer, Paisaje con Río, Expreso Inconexo, Havana, Cosa Nostra, Naranja Mecánica. Eran en su mayoría grupos con letras raras, que traían un sabor amargo, pero lograba en ese tiempo que salieran al aire.

¿Cómo fue el proceso que te llevó a ser un conocedor enciclopédico de una amplia variedad de géneros?

Desde niño me aficioné mucho a ser un lector de libros de epopeyas, enciclopedias, era un fanático a la Historia Antigua. Lo mismo atesoraba un libro de piratería o de historia sobre los pueblos de Eurasia. Si aparecía uno sobre los mayas también me lo leía. Siempre he tenido una gran curiosidad con la etnografía. Me interesaba mucho La Biblia y la leí varias veces confrontando mapas.

Juanito Camacho con músicos de la banda Bandera en blanco. Foto: cortesía del entrevistado.

Partiendo de esa base, mi afición por la música me convirtió en una especie de Cao, esa  ave que se roba cosas. Me daban libros o atrapaba revistas sobre música como Melody Makers, Cream, New Musical Express y revisaba en la biblioteca del ICRT las revistas Rock and folk de Francia, aunque no supiera francés.

Recuerdo a Humberto Manduley prestándome  la biografía de Janis Joplin por solo dos días y tuve que leerla corriendo. Y él la tenía por el Guille Vilar, algo muy parecido me sucedió con la biografía de Jaco Pastorius que me entregó Jorge Chicoy. Le prestaba mucha atención a emisoras de radio norteamericana como WQM, o de Fort Lauderdale de la Florida que eran lo máximo a fines de los 70 e inicios de los 80. Era brutal la música que ponían. Desde punk rock, jazz rock, country, cantautores estadounidenses.

¿Cuáles fueron tus primeros conciertos?

Iba a las actuaciones en fiestas, círculos sociales. Recuerdo como una gran experiencia los conciertos  de Arte Vivo y Tanya a a finales de los 70, pero el primer concierto al que asistí fue el de Síntesis en La Plaza de la Catedral. Después dieron otro en el teatro América que nunca se me olvida. Estaba cerca de la puerta y el público me apretó la cara contra el cristal y temí por mi vida.

Juanito Camacho junto a parte del grupo Sonido X.

También iba con frecuencia  a las actuaciones de Los Dada en las Playas del Este, en el Vedado, en el otrora Johnny Dreams, que, por cierto, se ha convertido en un antro espantoso

La primera vez que me paré en un escenario fue en una casa en La Víbora en 1972. Era un chamaquito. Cantaba con gente del grupo Primera Generación y teníamos un grupo aparte que se llamaba Talismán. Luego canté con Los Dada en unos carnavales en 1999 así como con Sombra blanca, un grupo muy underground con el que interpretaba temas de ZZ Top, Bad Company y Havana Express, que  tenía temas propios y en inglés. De nada de eso existe grabación. Otro de los grupos que integré fue Lex, con Horacio El Negro Hernández, Juan Carlos Valladares, Julio Perera, y Yoro “El búlgaro”. Entonces llegó el éxodo del Mariel en el año 80 y se echó a perder aquello. La gente temió que prohibieran el rock totalmente y se fueron a la desbandada.

El Mariel afectó el rock en Cuba porque mucha gente que se fue era el público potencial y entre ellos también había músicos. Sin embargo, unos meses más tarde entré en el grupo RH en el que había músicos de Almas Vertiginosas. Con ellos estuve desde el verano del 80 hasta el 81 en que lo pararon de manera total. Aquello fue un libretazo.

Estábamos tocando con otro grupo de Bauta que se llamaba Génesis y llegaron las tropas especiales. Cargaron con todos y confiscaron los instrumentos. Fue muy desagradable. Nadie se lo imaginaba. Parece que alguien dio una mala información asegurando erróneamente que había mujeres desnudas, consumo de drogas. Sin embargo, habíamos actuado antes en varios sitios y no había pasado nada. Fue a finales de febrero del año 81. Ahí se acabó la carrera del grupo. Nadie entendía qué había pasado.

Luego me hice la firme voluntad de encaminarme para que no hubiese por dónde cogerme. Comencé a estudiar canto. Recibí clases particulares y en el  conservatorio de canto. Tengo un rango de tenorillo ligero pero es imposible convertirse en algo que uno no es a nivel vocal. Lo que pasa es que me era todo un poco confuso en cuanto a técnica porque cada profesor tenía su librito. Pero eso finalmente me sirvió para no tener miedo, para presentar conciertos…

Camacho con el baterista Horacio El Negro Hernández y su amigo Ramón Navarro.

¿Cómo enfrentaste la salida de tus amigos? ¿Te pasó la idea de seguir sus pasos?

Lo primero que siempre tuve en cuenta es que no quería dejar a mi madre y a mi tía en Cuba. Yo pasé muy atareado desde el año 81 hasta el 87 cantando con Sonido X. Ganábamos bien de acuerdo a los estándares económicos de Cuba en esa época. Tocábamos temas propios, y en español. Esos años nos mantuvieron muy entretenidos. En el 87 la dirección del grupo, por decirlo de manera fina, quería pasar a tocar timba y les dije que no me interesaba y me fui. Estuve meses sin hacer nada. Tenía el proyecto de crear otro grupo pero no pudimos. Entonces gracias al pintor Luis Bencomo, que me puso en contacto con Ernesto Fundora, apareció la radio en el verano de 1988. Esa fue mi gran tabla de salvación al punto de que desterré en ese momento cualquier idea de volver a cantar, aunque no me faltaron propuestas. Hasta que en el año 91 armamos una banda llamada Sexto Sentido con repertorio propio. Tuvimos poquísimas actuaciones a pesar de que ensayábamos mucho.

Athanai Castro y Frank Delgado con Juanito Camacho Foto: Facebook del entrevistado

¿Recuerdas  alguna época que te haya obligado a alejarte de la radio o de la escena rockera?

Uno de los momentos más tristes fue en el año 95 cuando cogí una hepatitis. Me sentí raro porque estuve varios meses en casa, lejos de todo.  En el 2005 me dio un dolor muy fuerte que parecía un infarto y me medicaron de esa manera y luego resultó que no lo era. Me vieron varios cardiólogos y uno de ellos me dijo que fue una angina vasoespástica, una cosa que muerde el corazón y suelta. Fue un fenómeno raro a nivel biológico. Aquello me impidió ver el concierto de Rick Wakeman, pero me permitieron ver a Audioslave desde lejos.

Por mi casa en el reparto Sevillano hay un río que nos ha marcado la vida a varias personas. En una de esas lluvias en 2001 se desbordó y perdí muebles, música, de todo. Tampoco fue muy agradable realmente.  

Camacho junto al baterista Dafnis Prieto. Foto: Facebook del entrevistado

¿Hay algún momento de tu infancia que haya presagiado tu afición por la música?

Soy hijo de padres divorciados. Todo se lo debo a la enorme paciencia de mi madre y de mi tía que nunca dejaron de estimularme. En un tiempo tuve que soportar la presencia de un padrastro que era un tipo antagónico conmigo, que al final, por suerte, se fue de la casa.

Aun así guardo recuerdos muy bonitos de la infancia. Mi mamá se graduó de violín pero no lo ejerció por problemas familiares, pero era una violinista en potencia.

Has conocido a varios de tus héroes musicales. ¿Cómo ha sido esa experiencia?

Lo más increíble fue conocer a Jack Bruce porque siempre he coleccionado su música. Lo escuchaba  desde que era el cantante de Cream. En 2007 Horacio “El Negro” desde Nueva York me dijo que estuviera atento porque Jack venía a Cuba con la esposa, las hijas y el hijo. “El Negro” me dijo que le había hablado mucho de mí y que me iba a contactar. Entonces el tipo me llama a la casa un miércoles a las 6: 00 p.m. “Hello: It’s Jack” me dice y aquello me impactó. Me pidió que fuera hasta el hotel Saratoga en ese momento pero quedamos en vernos al día siguiente. 

Yo estaba tan contento que me cuesta trabajo explicarlo. Cuando se abrió la puerta del elevador y salió vestido de camuflaje vi la historia del rock frente a mí. De ahí fuimos a los estudios Abdala porque él quería conocer una instalación de ese tipo. Jack quería venir a grabar un disco con su banda y traer a Eddie Van Halen y Carlos Santana de invitados y mezclarse con músicos cubanos. Me dijo que le caía muy bien la gente aquí, que quería grabar, pero nunca pasó.

Otro de los grandes que he conocido fue Jimmy Page, el guitarrista de Led Zeppelin. Sabíamos que estaba en el Saratoga y quedé en verme una tarde a las 4:00 p.m. con el fotógrafo Nacho Vázquez, Beatriz Valdés y Roberto Perdomo, de Tesis de Menta.  Cuando apareció yo estaba revisando con Beatriz un mapa de Cuba antiguo. Perdomo le fue arriba pero enseguida lo alerté de que no podía ser de esa forma. Me acerqué entonces con tremendo tacto y le pregunté: “¿Jimmy Page?” “Quizás”, me dijo con una sonrisa. Le presenté a los músicos y conversamos un ratico sobre Jeff Beck, que era su amigo, y le mencioné a la cantante Natacha Atlas, a quien él estaba promoviendo. Cuando nos despedimos,  me abrazó fuerte y sentí un erizamiento de cabeza a pies que fue muy bonito.

Hace algúnos años publicaste una serie de textos en la prensa cubana. ¿No piensas retomar la crítica musical en estos espacios?

He hecho algunas cosas. Lo más reciente fue un comentario largo sobre las actuaciones de Blondie en Cuba que publiqué en La Corchea, de Instituto Cubano de la Música. En los años 90 escribí para una revista inglesa que ya no existe. También he colaborado con algunas revistas estadounidenses y fanzines. Pero actualmente casi nadie en Cuba me convoca para escribir. Para hablar de ciertas cosas tiene que haber espacios sin demasiado prejuicio con lo que se vaya a decir. Aunque creo que ha existido dejadez por parte mía.

Camacho junto a amigos y seguidores. Foto: Facebook del entrevistado

¿Eres accesible para las personas que siguen tu trabajo y los seguidores del rock?

Soy una especie de obrero. Si me tuvieran que dar un tipo de grado, aunque por el esfuerzo que hago me merezco algo grande, me quedaría con el sargento de tropa. Soy accesible en la medida que se pueda entrar en una buena charla conmigo. Si la gente quiere tomarse una foto conmigo, lo hago. Si quieren hacerme una pregunta sobre algo curioso, la respondo en la medida que pueda. He tenido conversaciones con personas que no conozco y han fluido bien. Pero también he tenido encuentros escabrosos con algunos sin mucho tacto. Me parece que soy un tipo accesible aunque en ocasiones me vuelvo temperamental. Este trabajo lleva una gran profundidad y dedicación y lo hago con tremenda buena leche.

¿Te has sentido retribuido de alguna forma por los músicos que has ayudado a promover,  incluso cuando nadie los conocía?

Ninguno me ha retribuido nada. En gran  parte han sido muy desagradecidos con ligeras excepciones de algunos que han mantenido el contacto. Me he sentido abandonado y decepcionado. En momentos determinados he creído que han tratado de desligarse rápido y han traicionado el vínculo que permití. Si en algunos casos alguno han querido brindarme algo a nivel espiritual, material, festivo, es lo menos que se podría esperar. Menciono, por ejemplo, gente de los grupos Cosa Nostra, Paisaje con Río, tal vez Perfume de Mujer, Moneda Dura. Es asombroso cómo insistía en poner el primer disco de Moneda Dura y luego hubo una ruptura.

Algunos podrían pensar que has trabajado solamente para que te retribuyan algo.

Para nada. No se trata de esperar retribución, sino de que luego de tantos intercambios a través de estos años, del ir y venir de tanta gente de la música, creo que podía esperar a que hubiera esa actitud, porque al menos algunos contactos por cortesía no hubieran estado mal.

Por otra parte creo que hay algún poco de miedo a la labor que realizo, o un desconocimiento o falta de interés, de desidia, una sensación de temor ante lo desconocido. Sigo pensando que algunos no saben muy bien cómo aproximarse a mí, y motivarme a estar un poco más cerca de eventos que en ocasiones ni me entero.

¿Cómo es tu relación con otros promotores o críticos de rock de renombre en la isla?

Con Guille Vilar mis relaciones son súper cordiales; pero si yo hubiera estado en su lugar en el Submarino Amarillo hubiera luchado por integrar a bandas con un sentido creativo. Me parece pueril el hecho de que los grupos no puedan tocar su propio material en ese sitio.

Al Guille, como te dije, lo respeto mucho. Joaquín Borges Triana sé que me respeta mucho y me reconoce. Puedo conversar con él y siempre me sorprende. Me asombra su enorme posibilidad de escribir tanto y con tanta coherencia. A Carlos Fornés lo veo como alguien que está buscando siempre algo novedoso en la radio. No lo veo muy al tanto de la información. Con Humberto Manduley tenía una linda amistad, pero actualmente no tenemos contacto.

Juanito Camacho. Foto: Facebook del entrevistado

A veces da la impresión de que a pesar de tener esa dinámica tan vertiginosa en la música, estás un poco solo…

Estoy muy solo. Las personas con las que puedo compartir, si se trata de amistades, casi nunca tengo chance de verlas. La vida, a nivel geográfico, me ha privado de grandes amigos. Pero he podido conocer a otras personas y sé que me quieren mucho. Yo estoy abierto a las experiencias que puede traer el futuro. Soy del criterio de que en un abrir y cerrar de ojos la vida te puede sonreír. Y pienso en algunas damas que me harían la vida feliz pero no están al lado mío. Ahora me siento como un lobo solitario.

Lo que sucede es que está todo a nivel mundial tan confuso, tan feo, tan amargado. Eso me obliga a tratar de mantener mi lucidez intacta, lo pido y rezo por eso. Creo que a mi manera lo voy consiguiendo. Yo amo a los animales, me encantan los perros, los gatos y siempre estoy atento a ellos. Es una vertiente de mi personalidad que mucha gente no se imagina. Trato de evadir la violencia, lo negativo. Todo eso es para mí deleznable.

 

Salir de la versión móvil