El moquillo canino

Las nefastas consecuencias de esta enfermedad para los animales, su tratamiento y control

Ilustración: Claudia Margarita Guillén Miranda.

En mi labor como protectora y veterinaria, me he topado un sinnúmero de perros con moquillo canino o distemper, como también se le conoce. Muchos de los que sufren esta drástica enfermedad son perros abandonados a su suerte, de los que solo una pequeña parte logran rebasar el virus. Me atrevo a afirmar que el moquillo canino es tan temible y desgarrador como común.

A consulta han llegado en el último mes casi a diario este tipo de casos. A pesar de que mis colegas, los propietarios y yo hacemos todo lo que está en nuestras manos, hay pacientes que mueren luego de una larga batalla y otros que lamentablemente nos vemos obligados a eutanasiar.

El virus del moquillo canino es una enfermedad viral de distribución mundial, que afecta principalmente al perro doméstico, pero también a algunos mamíferos silvestres. Mayormente se complica con infecciones bacterianas.

Se trata de una enfermedad sistémica, principalmente con signos respiratorios, digestivos y nerviosos, que varían enormemente dependiendo la cepa viral, la dosis infectiva y de la respuesta inmune de cada animal.

Factores que favorecen la aparición del moquillo canino

En Cuba, existe un alto índice de perros infectados por el virus. En todo el año hay presentación de casos, pero se intensifica más con un cambio de estación, ya sea verano o época de frío. La población canina del país es en exceso vulnerable, por no existir un estricto control mediante la vacunación.

¿Cómo se transmite el virus?

La transmisión ocurre directamente por aerosoles de secreciones respiratorias, o a través de secreciones oculares, orina y heces. El virus del moquillo canino es eliminado siete días después de la infección y se puede diseminar en casos extremos durante 60 y hasta 90 días, aunque generalmente los periodos de eliminación resultan menores y, por ser inestable fuera del huésped, se deteriora rápidamente. Por tanto, la contaminación indirecta es rara.

El contacto entre animales recién infectados, ya sean subclínicos o enfermos, conserva al virus dentro de una población. El abastecimiento constante de cachorros ayuda a proporcionar una población susceptible a la infección.

Los perros que se recuperan después de la infección son inmunes de por vida y dejan de expulsar el agente al medio. Aunque la inmunidad inducida por vacunación es prolongada, no es sólida o para toda la vida. Los perros que no reciben vacunaciones periódicas pueden perder su protección e infectarse después de un periodo o evento que conlleve alto estrés, inmunosupresión y exposición en ambientes altamente contaminados.

Signos clínicos típicos del moquillo canino

La duración y la severidad de la enfermedad varían mucho. Los signos clínicos también: desde pasar inadvertidos hasta la presentación de cuadros clínicos severos, con o sin signos nerviosos, con un 50 % de mortalidad.

La enfermedad puede presentarse en una forma aguda, subaguda o crónica.

En la fase aguda, entre los tres y siete días después de la infección, se presenta el aumento de temperatura, que generalmente pasa inadvertido. La fiebre disminuye durante algunos días, hasta que se desarrolla una segunda fase febril. Esta puede estar acompañada de otros signos, como conjuntivitis, y puede estar seguida de una tos seca que se torna en húmeda. También podemos encontrar una secreción nasal y ocular, además de depresión y anorexia.

Forma aguda

En esta forma, se presentan vómitos que no están relacionados con la alimentación y luego diarrea, que puede llegar a ser sanguinolenta. Cobra gran importancia tener en cuenta la hidratación del animal enfermo. Este puede perder más del 10 % de su masa corporal.

Las infecciones bacterianas pueden complicar bastante ese cuadro y los animales también pueden morir súbitamente por la enfermedad sistémica. Algunos perros desarrollan signos nerviosos después de la enfermedad sistémica: se pueden presentar ataques convulsivos y mioclonias (movimientos musculares involuntarios).

Forma subaguda

En esta forma, los síntomas respiratorios y digestivos son discretos. Se observan síntomas nerviosos entre 14 y 21 días después de la infección. Pueden incluir incoordinación, ataxia, paresia, parálisis y temblores musculares.

Una forma típica de manifestación de las convulsiones del moquillo canino es aquella en la que el animal saliva profusamente y mueve sus mandíbulas, como si masticara un chicle. Los ataques pueden hacerse cada vez más frecuentes y severos: el animal se echa al suelo y realiza movimientos con sus patas, además de presentar incontinencia urinaria y fecal.

Forma crónica

Hay dos presentaciones de esta forma en perros adultos. En la primera, se presenta una encefalitis que progresa lentamente. Ocurre normalmente en perros de cuatro a ocho años. Existe debilidad en miembros posteriores, falta de respuesta a la amenaza, parálisis y temblores de la cabeza. La recuperación de este tipo de infección por virus del moquillo canino es posible.

Por su parte, la encefalitis crónica del perro viejo constituye un desorden progresivo que afecta usualmente a perros mayores de seis años. Se presenta con ataxia, movimientos en círculos, presión de la cabeza contra objetos y cambios en la personalidad (no hay respuesta a estímulos externos o no reconoce a los dueños). La persistencia del virus en el sistema nervioso central produce una reacción inflamatoria, instalándose una encefalitis crónica. Estos animales no son infecciosos, pero su recuperación resulta muy difícil.

Otros signos

La neuritis óptica puede llevar a la ceguera y a las lesiones de retina. Algunas cepas virales producen hiperqueratosis de la almohadilla plantar y de la nariz. Estos últimos síntomas están habitualmente asociados con la aparición de lesiones neurológicas posteriores.

En perros adultos recuperados de la infección, se puede observar hipoplasia del esmalte dental, que no es más que una mineralización deficiente del esmalte. Este signo se considera patognomónico del moquillo canino, es decir, propio de la enfermedad.

Por otro lado, es posible la presencia de signos nerviosos sin otros signos previos de enfermedad generalizada.

No existe forma de predecir que los animales desarrollen problemas neurológicos. Sin embargo, hay una asociación entre la forma de presentación de la enfermedad sistémica y la posterior aparición de secuelas nerviosas. Mientras la aparición de dermatitis en cachorros rara vez está vinculada con lesiones neurológicas, el desarrollo de hiperqueratosis nasal y digital generalmente va acompañado de secuelas nerviosas.

Cabe aclarar que muchas veces se confunden las lesiones de la piel y se tratan como otro tipo de enfermedad. Solo cuando aparecen los signos nerviosos el o la veterinaria se da cuenta de que el perro está pasando por un moquillo canino.

En mi experiencia con esta enfermedad, he tenido animales que mueren de forma súbita sin tener tiempo apenas para tratarlos. Muchos han pasado la enfermedad de forma aguda y se han tratado y recuperado, pero muchos no, desgraciadamente. Otros, te das cuenta de que tuvieron la enfermedad luego de haberla rebasado satisfactoriamente, sin tratamiento alguno. En este caso, resultan muy comunes las mioclonias que quedan.

Ilustración: Claudia Margarita Guillén Miranda.

¿Qué tratamiento lleva la enfermedad?

A pesar de que no existe un tratamiento antiviral eficaz, se indica como tratamiento de sostén la terapia antibiótica, debido a la infección bacteriana secundaria, especialmente del tracto respiratorio y digestivo. Es altamente recomendable el uso de antipiréticos para controlar los estados febriles, igual que aplicar una adecuada terapia de fluidos y electrolitos, en caso de deshidratación.

El tratamiento de perros con signos neurológicos no es satisfactorio. Los sedantes y anticonvulsivos pueden mejorar los signos clínicos, pero no tienen efecto curativo.

El tratamiento con antibióticos disminuye la infección bacteriana oportunista. La terapia de fluidos resuelve los cuadros de deshidratación y anorexia. Las vitaminas tienen gran utilidad para mejorar la anemia y como bioestimulantes en la medicación anticonvulsiva y sedante.

En casos severos de anemia, debe hacerse una transfusión de sangre.

Durante el tratamiento de la enfermedad, el animal necesita recibir una buena alimentación, de ser posible, pues algunos no aceptan alimentos (excepto de forma parenteral). Hay que mantenerlos en un ambiente libre de estrés y bien abrigados.

¿Qué es el disglobín?

El disglobín o la ganma hiperinumne para moquillo canino se emplea en el tratamiento de perros con moquillo canino. Resulta más eficaz en las primeras fases de la enfermedad. La fracción IgG purificada es altamente específica para distemper canino. Su poder neutralizante garantiza controlar la infección viral 72 horas después de la aplicación. Se produce en Cuba por CENPALAB y la comercializa LABIOFAM.

Actualmente, constituye la mejor opción para tratar el virus en nuestras condiciones. Se puede administrar por vía endovenosa o subcutánea. La dosis a usar es de 1ml por kg de peso vivo. Se recomiendan tratamientos durante 72 horas como mínimo, cada 12 horas.

Las dos primeras dosis por vía endovenosa, lentamente, cada 12 horas, garantizan la circulación inmediata de los anticuerpos neutralizantes en el torrente sanguíneo. El resto de las dosis se pueden aplicar por ambas vías, a criterio del médico veterinario. El tratamiento se puede extender hasta cinco días, sin efectos adversos.

¿Cómo prevenir el moquillo canino?

Las medidas preventivas están encaminadas, en primer lugar, a lograr la inmunización de los animales: tanto la natural, por la leche materna, como la artificial, por la vacunación.

Durante el primer día de vida de la cría, la mayor parte de los anticuerpos en el calostro son absorbidos por vía intestinal. Esos anticuerpos generalmente desaparecen entre las 12 y las 14 semanas de vida.

En términos generales, el programa de vacunación de los cachorros deberá iniciar entre las seis y las ocho semanas de vida. Posteriormente, se deben aplicar de dos a tres revacunaciones separadas por tres a cuatro semanas. Se recomienda la revacunación anual, ya que puede existir una disminución de los anticuerpos, ocasionada por variaciones en las vacunaciones o en el paciente.

En cachorros que no hayan recibido el calostro de la madre, no se recomienda la vacunación antes de la cuarta o quinta semana de vida ya que las vacunas pueden producir encefalitis postvacunal.

Otras medidas de control

Además de la vacunación, el aislamiento estricto de los animales enfermos es la medida más importante en el control de un brote, ya que el virus se expulsa por todas las secreciones corporales durante la fase sintomática. El contacto directo entre perros constituye la principal vía para su diseminación.

El moquillo no requiere medidas de higiene más allá de lo normal: el uso de desinfectantes y una adecuada limpieza, porque el virus no puede subsistir mucho tiempo en condiciones ambientales, sobre todo a temperaturas muy por encima del punto de congelación. El virus no permanece mucho tiempo con capacidad de replicación a más de 30 grados de temperatura.

En las condiciones ambientales de Cuba, el virus no permanece en los lugares después de retirados los animales enfermos, por el calor, y con una buena limpieza. Para esta, se pueden utilizar soluciones cloradas. Los fenoles también son eficaces, así como cualquier detergente comercial. Productos como el silvente se puede usar para la desinfección, a razón de 2ml por litro de agua.

Los procedimientos rutinarios de desinfección suelen ser eficaces para destruir el virus.

Nota de la editora

La clínica está abierta a temas sugeridos por ustedes. Déjennos sus dudas en los comentarios, y las tomaremos en cuenta para próximas entregas.

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