1968

Paris. Mayo de 1968. Foto: Tomada de El Mundo.es

Paris. Mayo de 1968. Foto: Tomada de El Mundo.es

Uno de esos años que marcan una suerte de parteaguas. Prolífico y tenso, caracterizado por los sucesos del Mayo Francés durante un verano en el que estudiantes y obreros decidieron retomar el protagonismo de los días de la Comuna. La madrugada del 20 al 21 de agosto los tanques soviéticos invadieron la Praga de Alexander Dubček (“Operación Danubio”), como lo habían hecho antes en Hungría, contra un movimiento de cambio interno que anduvo buscando un “socialismo con rostro humano”. Un pequeño país europeo veía cercenada así su soberanía a partir de la Doctrina Brezhnev, avalada por el Pacto de Varsovia con la excepción de Rumania y Albania. Quedaba instalada en la izquierda internacional la discusión sobre el otro imperialismo, reforzada casi diez años más tarde con la invasión a Afganistán (1979-1989).

 

En Estados Unidos, dos asesinatos estremecieron al mundo: el 4 de abril el reverendo Martin Luther King Jr. (1929-1968), líder de un movimiento de no violencia y desobediencia civil que dejaría huellas de largo plazo en la cultura estadounidense, era abatido a balazos en Memphis, Tennessee. En junio, caía en Los Ángeles, California, Robert Kennedy (1925-1968), ex Fiscal General de la nación durante la presidencia de su hermano John. Se apagaba otro de los símbolos del liberalismo norteamericano contemporáneo, en especial por su oposición a la segregación racial y la guerra de Vietnam.

Los Panteras Negras: "Todo el poder al pueblo".
Los Panteras Negras: “Todo el poder al pueblo”.

En 1968 varios documentos internos del FBI clasificaban al Partido Panteras Negras, fundado en octubre de 1966 por Bobby Seal (1936) y Huey P. Newton (1942-1989) en Oakland, California, como “una organización comunista” y “la mayor amenaza para la seguridad interna del país”. Los Panteras Negras se montaron sobre un programa con reivindicaciones históricas afro-americanas: “Queremos libertad. Queremos tener el poder de determinar el destino de nuestra comunidad negra. Creemos que el pueblo negro no será libre hasta que seamos capaces de decidir nuestro destino”, decía el manifiesto. Rechazaron la no violencia y en su lugar elaboraron una doctrina militar, finalmente neutralizada por el programa COINTELPRO y por diversas circunstancias domésticas. Infiltrarlo, criminalizarlo y desprestigiarlo fueron desde el principio los objetivos básicos. Con varios de sus efectivos asesinados o sentenciados a largas condenas en prisión, se disolvieron en 1982.

Foto: Lee Balterman/The LIFE Picture Collection/Getty Images.
Foto: Lee Balterman/The LIFE Picture Collection / Getty Images.

En agosto se efectuó la Convención Demócrata en Chicago. El partido seleccionó a Hubert Humphrey, quien perdería las elecciones ante Richard Nixon. Pero el mayor impacto de este evento no recayó precisamente sobre candidatos, oropeles y globos, sino sobre las protestas encabezadas por el National Mobilization Committee (MOBE) y el Youth International Movement, esta última –“movimiento” — una palabra bastante difusa en la que se mezclaban, indistintamente, el rock and roll, las drogas y el sexo, pero efectiva en la medida en que contribuyó a movilizar la condena pública a la intervención estadounidense en Vietnam. El mundo entero estaba mirando.

1968 Democratic Convention

En música, cuajaban tendencias y modalidades del rock en diálogo con cambios sociales, culturales y generacionales, esos que habían llevado al grupo británico The Who a estrenar en 1965 “My Generation”, contentivo de toda una actitud hacia padres y viejos, marcados por la incomprensión y el conservadurismo: I hope I die before I get old, cantaba Pete Townshend (1945).

Al revisar la lista de los cien mejores hits de ese año, sobresalen clásicos como “All Along the Watchtower”, tonada compuesta por Bob Dylan (1941) y versionada por Jimi Hendrix (1942-1970), el hombre que elevó al cielo la guitarra; también “Born to be Wild”, de la banda canadiense Steppenwolf, en la que por primera se utilizaban dos palabras que llegarían para quedarse –“heavy metal thunder”. “Jumpin’ Jack Flash”, de los Rolling Stones, mezclaba las raíces negras de aquellos ladrones irreverentes de los muelles de Liverpool con el pop barroco y la psicodelia; en “Touch Me”, Jim Morrison (1943-1971) y The Doors continuaban encendiendo a mansalva el fuego del sexo; y en “In A-Gadda-Da Vida” los músicos de Iron Butterfly entregaban 17 minutos de sonoridades psicodélicas, solos de guitarra prima, bajo, órgano y batería. El heavy metal alcanzaba su primera mayoría de edad. Al año siguiente, Woodstock.

En noviembre salió al mercado un LP doble de cubierta blanca, como moviendo el péndulo respecto a la fiesta pop que había ilustrado al Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band.  Grabado en los estudios Abey Road, tradicional y a la vez experimental, el disco pasaría a la historia como el Album Blanco de The Beatles, ya por entonces muy lejos del yeah yeah de los inicios en Liverpool y Hamburgo.

Al otro lado del mundo, durante la Revolución Cultural china los anónimos tomaron la forma de dazibaos, literalmente “carteles con caracteres grandes”. Continuando una tradición iniciada por el filósofo Deng Xi para desafiar la ortodoxia de la dinastía Zhou, en mayo de 1966 el propio Mao Zedong la había inaugurado al escribir uno de los más famosos en la Universidad de Beijing: ¡Bombardeen el cuartel general!, apelación a tomar acciones contra Deng Xiaoping y Liu Shaoqi en un contexto de luchas internas en la alta jerarquía del partido y, en específico, de acusaciones de revisionistas, derechistas y precapitalistas contra ambos dirigentes y contra todos los “enemigos de clase” después del fracaso del llamado Gran Salto Adelante.

Foto: AP.
Foto: AP.

Una de sus vertientes, los llamados dazibaos ético-morales, sirvieron para poner a miles de ciudadanos bajo las botas de los guardias rojos y para enviarlos a campos de trabajo, medidas que implicaron traumas indelebles e incluso la destrucción de familias enteras. Uno de los capítulos más sórdidos del proceso, que los chinos de hoy perciben con una mezcla de estupor y asombro en medio de un acercamiento crítico a Mao Zedong visible en filmes como Adiós a mi concubina (1993), de Chen Kaige. El saldo fue de unos 30 millones de perseguidos políticos y unas 250,000 personas asesinadas. Un afiche de 1968 rezaba lo siguiente: opónganse al economicismo. Destruyan la nueva ofensiva reaccionaria de la clase capitalista.

Continuará…

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