Flechas y celulares: la vida de los tembé en la Amazonía

"Para nosotros, es extremadamente importante seguir en el bosque, escuchar el sonido de los pájaros, las llamadas de los animales”.

En esta imagen del 2 de septiembre de 2019, Emilia Tembé, de 7 años, tensa un arco de juguete hecho a mano con palos y hojas, de pie sobre un árbol caído en el poblado de Ka 'a kyr, en el estado brasileño de Para. “Esta zona era un bosque original. Esto era bosque primario. Pero llegó el fuego y despejó la tierra”, dijo Emidio Tembé, abuelo de Emilia y el jefe de Ka’ a kyr que le puso nombre a la aldea. (AP Foto/Rodrigo Abd)

Cazan con arcos y flechas, pescan pirañas y recolectan plantas silvestres, mientras algunos ven novelas en televisión o navegan por Internet en sus celulares dentro de sus chozas con tejado de paja.
Se pintan el rostro con tintes de semillas o se preparan para la batalla, y utilizan tecnología de video para combatir la tala ilegal y otras amenazas.
La vida cotidiana en los remotos poblados indígenas tembé, en la selva amazónica brasileña, combina la tradición y la modernidad.

Una niña se mantiene quieta mientras una mujer le pinta el rostro antes de una reunión de tribus en la Reserva Indígena Alto Río Guama, en el poblado de Tekohaw, en el estado brasileño de Para. (AP Foto/Rodrigo Abd)
El jefe Cajueiro Sergio Muxi Tembé lidera a varios vecinos en el segundo día de reuniones entre tribus tembé en la Reserva Indígena de Alto Rio Guama, en el estado de Para, Brasil. Bajo un tejado de paja en la selva amazónica, guerreros armados con arcos y flechas, ancianos jefes de rostro pintado y madres con niños de pecho se reunieron para debatir un plan con el que algunos confiaban en mantener a raya a leñadores y otros intrusos que amenazan a las tribus tembé. (AP Foto/Rodrigo Abd)
Un árbol derribado por un incendio en una zona deforestada cerca del pueblo de Ka ‘a kyr, en el estado brasileño de Para, Brasil. “Tenemos que luchar por los árboles que nos permiten respirar”, dijo Gleison Tembé, del pequeño poblado de Ka’ a kyr, que en su lengua nativa significa Selva Verde. (AP Foto/Rodrigo Abd)

Por la mañana se bañan en ríos pardos por el lodo, y por la tarde juegan al fútbol en campos de arena con camisetas de equipos europeos como el Chelsea.
En un estado brasileño marcado por la deforestación y miles de incendios, los Tembé toman fotos y videos para documentar la tala en sus tierras y los comparten en medios sociales. Hace poco también se reunieron con un grupo no gubernamental que ofreció a la tribu drones y dispositivos GPS para rastrear a los infractores, a cambio de cortar madera de forma sostenible.

Un joven lava su ropa en un lago en el poblado de Ka ‘a kyr, en el estado brasileño de Para. Los pueblos a lo largo de los ríos Guama y Gurupo, que dividen la reserva, pueden tener desde unas docenas de personas a centenares. (AP Foto/Rodrigo Abd)
Los restos de un árbol calcinado en medio de una zona de cultivo en el poblado de Ka ‘a kyr, en el estado brasileño de Para. La preocupación sobre la selva amazónica se ha incrementado desde que el presidente de ultraderecha Jair Bolsonaro asumió el cargo este año, tras una campaña en la que pidió reducir la protección de reservas naturales y territorios indígenas. (AP Foto/Rodrigo Abd)
Niños tembé juegan al fútbol en un campo en el poblado de Cajueiro, en el estado brasileño de Para. En un rito de madurez que puede llevar días, los miembros de la tribu también cazan monos y aves que después cocinan, mientras los jóvenes que entran en la vida adulta saltan, cantan e imitan sonidos de pájaros con otros miembros de la tribu dentro de una choza comunal, al ritmo de pies golpeando el suelo y sonajeros agitándose. (AP Foto/Rodrigo Abd)

Y como sus ancestros, plantan árboles para enseñar a los niños el valor de preservar el bosque amazónico más grande del mundo, un baluarte crucial contra el calentamiento global.
“Les digo a mis hijos: yo planté para ti, ahora tienes que plantar para tus hijos”, dijo Cidalia Tembé en su patio en el poblado de Tekohaw, donde cultiva frutas, verduras y hierbas medicinales.
“Estos son nuestros remedios caseros”, dijo. “No vamos a farmacias en la ciudad, hacemos nuestras propias medicinas. Tenemos más fe en lo que es nuestro”.

Vecinos viendo una novela en su casa del poblado de Tekohaw, en el estado brasileño de Para, Brazil. Tradición y modernidad se cruzan en la vida cotidiana de los indígenas tembé en la Amazonía brasileña. (AP Foto/Rodrigo Abd)
Una familia Tembé prepara el desayuno en una cacerola sobre una rueda de bicileta que sirve de grilla, ante su casa en el poblado de Tekohaw, en el estado de Para, Brasil. Los tembé cazan con arcos y flechas, pescan pirañas y recolectan plantas silvestres. También ven novelas en televisión o navegan por Internet desde celulares en sus chozas con tejado de paja. (AP Foto/Rodrigo Abd)
Niños Tembé se ocupan de otros más pequeños mientras la gente empieza a reunirse para comer en el poblado de Ka ‘a kyr, en el estado de Para, Brasil. (AP Foto/Rodrigo Abd)

También señaló con orgullo a cuatro plantas de caña de azúcar, cada una cuidada por uno de sus hijos, y de aguacates, cocos, limones y acai, una baya amazónica llena de vitaminas que es habitual en los desayunos en Brasil.
“Esto es el paraíso”, dijo su esposo, Muti Tembé. “No se ve nada del humo que contamina de los autos, porque no tenemos ninguno. En la ciudad, a mediodía hace demasiado calor (…) Aquí se está tranquilo y no se oyen ruidos. Solo los cantos de los pájaros”, dijo mientras se oían los gorjeos en los árboles.
Uno de los árboles fue plantado por el abuelo de Muti, un jefe tembé y fundador de Tekohaw. Durante generaciones, los miembros de la tribu han extraído un tinte negro del árbol del jenipapo, en el patio de la pareja, para pintarse el cuerpo en las celebraciones.

Gente reunida para una reunión de las tribus tembé en el poblado de Tekohaw, en el estado de Para, Brasil. Bajo el tejado de paja en la selva amazónica, guerreros armados con arcos y flechas, jefes ancianos con el rostro pintado y madres con niños de pecho se reunieron para debatir un plan que algunos esperan ayude a mantener a raya a los leñadores y otros intrusos que amenazan a los tembé. (AP Foto/Rodrigo Abd)
Una gallina camina junto a unas chanclas de Mickey Mouse en el poblado de Ka ‘a kyr, en el estado de Para, Brasil. La vida cotidiana en los remotos poblados tembé de la selva amázonica brasileña son una combinación de tradición y modernidad. (AP Foto/Rodrigo Abd)
El fotógrafo local Orerero Tembé edita su cobertura de una reunión de las tribus tembé en el poblado de Tekohaw, en el estado de Para, Brasil. En un estado brasileño arrasado por la deforestación y miles de incendios, los Tembé toman fotos y videos para documentar la tala en sus tierras y compartirlos en medios sociales. (AP Foto/Rodrigo Abd)

En un rito de madurez que puede llevar días, los miembros de la tribu también cazan monos y aves que después cocinan, mientras los jóvenes que entran en la vida adulta saltan, cantan e imitan sonidos de pájaros con otros miembros de la tribu dentro de una choza comunal, al ritmo de pies golpeando el suelo y sonajeros agitándose.
Unos 2.000 tembé viven en sus tierras ancestrales, un área de 2.766 kilómetros cuadrados en Alto Río Guama, a donde solo se puede llegar tras un largo viaje en bote o por carreteras de tierra. Los pueblos a lo largo de los ríos Guama y Gurupo, que dividen la reserva, pueden tener desde unas docenas de personas a centenares.
Sobre el papel, la reserva indígena está protegida, pero se ve bajo un asedio constante de leñadores que intentan llevarse de forma ilegal la codiciada madera.

Un cliente de pie junto a un calendario que muestra una caricatura burlándose de los indígenas en un taller mecánico junto a la carretera entre la ciudad de Paragominas y el poblado de Ka ‘a kyr, en el estado brasileño de Para. (AP Foto/Rodrigo Abd)
Un tendero que vende objetos variados aparece iluminado por luces de freno ante su casa en el pueblo de Cajueiro, en el estado brasileño de Para. Los 900.000 indígenas de Brasil suponen en torno al 0,5% de la población, y sus reservas abarcan en torno al 14% del territorio. (AP Foto/Rodrigo Abd)
El jefe de Cajueiro, Sergio Muxi Tembé, de pie mientras se llena el depósito de su motocicleta en el estado de Para, Brasil. “Sabemos que a Bolsonaro no le gustan los indios. Es antiindio”, dijo el jefe, que llevaba un tocado de plumas de guacamayo y otras aves, y un brazalete tradicional de hueso en la muñeca junto a un reloj digital Casio. “Tenemos una cultura diferente y esa cultura debe respetarse”. (AP Foto/Rodrigo Abd)

La Amazonía, de la que el 60% está en Brasil, también acoge a un 20% de las especies vegetales del mundo, muchas de las cuales no se encuentran en ningún otro sitio.
Imágenes por satélite tomadas por la Agencia Espacial Brasileña muestran un drástico aumento de la deforestación y los bosques forestales en el último año. La agencia emitió una alerta en agosto señalando que los fuegos en la Amazonía habían aumentado en un 84% en los primeros siete meses del año, en comparación con el mismo periodo de 2018.

Una vista aérea de la frondosa Reserva Indígena de Alto Rio Guama junto a una zona deforestada propiedad de ganaderos, en el estado brasileño de Para. Imágenes por satélite tomadas por la Agencia Espacial Brasileña muestran un drástico aumento de la deforestación y los bosques forestales en el último año. (AP Foto/Rodrigo Abd)
Una boa constrictor repta por una carretera de tierra que lleva a Tekohaw, en el estado brasileño de Para, Brasil, donde miembros de la tribu tembé se reunieron para debatir un plan. Algunos vieron esperanza en un plan de desarrollo sostenible presentado en el encuentro, que incluiría drones y otras herramientas tecnológicas para perseguir a los intrusos y conseguir beneficios para la tribu cosechando madera, bananas y bayas de acai de forma limitada de una parte de sus tierras. (AP Foto/Rodrigo Abd)

La preocupación sobre la selva amazónica se ha incrementado desde que el presidente de ultraderecha Jair Bolsonaro asumió el cargo este año, tras una campaña en la que pidió reducir la protección de reservas naturales y territorios indígenas.
“Tenemos que luchar por los árboles que nos permiten respirar”, dijo Gleison Tembé, del pequeño poblado de Ka’ a kyr, que en su lengua nativa significa Selva Verde.
“La Amazonía, la naturaleza, es mi madre, porque me crió. Los animales de los que cuida nos dan fuerza. Mis hijos solo comen comida natural y toda viene de aquí, del bosque”, dijo. “De modo que, ¿por qué deforestar?”

En una esquina secó pescado bajo un sol abrasador en una guilla sostenida por ladrillos. Dentro de su casa, algunos de sus hijos y vecinos se arremolinaban en torno a un celular en una hamaca morada para ver una serie animada en YouTube. Más tarde, durante un breve paseo por el bosque, su hija de 7 años, Emilia, trepó a un árbol caído que se había quemado y apuntó con un arco y flechas que había hecho con ramas.

La imagen de una niña se ve colgada en una pared de adobe en su casa en el poblado de Ka ‘a kyr, en el estado brasileño de Para. (AP Foto/Rodrigo Abd)
Hermanos y primos reunidos en torno a un celular en una hamaca morada para ver una serie animada en YouTube, en la casa de Gleison Tembé, en la aldea de Ka ‘a kyr, estado de Para, Brasil. (AP Foto/Rodrigo Abd)
Un niño tembé se apoya en un árbol mientras juega utilizando una hoja gigante como sombrero en el poblado de Ka ‘a kyr, en el estado de Para, Brasil. Como sus ancestros, los tembé plantan árboles para enseñar a los niños el valor de preservar el bosque amazónico más grande del mundo, un baluarte crucial contra el calentamiento global. (AP Foto/Rodrigo Abd)

“Esta zona era un bosque original. Esto era bosque primario. Pero llegó el fuego y despejó la tierra”, dijo Emidio Tembé, abuelo de Emilia y el jefe de Ka’ a kyr que le puso nombre a la aldea.
“Nuestra preocupación aquí es la comida, la tala, los incendios”, dijo Emidio, que hace poco viajó a la capital del estado de Belén para vender su artesanía de madera en una feria literaria.
“Nos preocupan porque nos alimentamos con pescado, pájaros, lo que cazamos en el bosque. De modo que para nosotros, es extremadamente importante seguir en el bosque, escuchar el sonido de los pájaros, las llamadas de los animales”.

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