Perú entrega por ley restos de desaparecidos

En imagen del 15 de agosto de 2018, Marta Tineo Espinosa se sienta al lado de los féretros de sus parientes, que murieron a manos del grupo armado Sendero Luminoso y el ejército peruano en 1984, en el día de su entierro en Tantana, en la provincia de Ayacucho, Perú. Foto: Rodrigo Abd / AP.

En imagen del 15 de agosto de 2018, Marta Tineo Espinosa se sienta al lado de los féretros de sus parientes, que murieron a manos del grupo armado Sendero Luminoso y el ejército peruano en 1984, en el día de su entierro en Tantana, en la provincia de Ayacucho, Perú. Foto: Rodrigo Abd / AP.

Por primera vez el Estado peruano entregó durante la semana 14 restos óseos de personas consideradas desaparecidas a sus familiares bajo una ley pionera en América Latina que enfatiza y agiliza la entrega humanitaria de las osamentas de los asesinados a sus seres queridos, que los buscaron por décadas tras un sangriento conflicto armado interno.

“En otros países de América Latina no se ha usado este modelo de enfoque humanitario”, dijo a The Associated Press Susana Cori, responsable del programa de desaparecidos del Comité Internacional de la Cruz Roja.

En la mayoría de los países de la región se necesita presentar una denuncia antes de realizar la exhumación. Colombia aprobó una ley similar a la de Perú para buscar los desaparecidos de su conflicto interno de más de medio siglo pero todavía no ha sido puesta en vigencia.

La ley, aprobada en 2016, privilegia la identificación y devolución de los restos. Luego, si es posible, investiga las razones de las muertes de más de 20,300 peruanos que aún tienen la condición de desaparecidos tras las dos décadas de violencia entre las fuerzas de seguridad y el grupo armado Sendero Luminoso.

Antes si una familia quería buscar a un familiar desaparecido en Perú tenía que denunciarlo obligatoriamente ante la fiscalía, presentar testigos y seguir un extenso proceso que demandaba tiempo y dinero. En la mayoría de casos la fiscalía –con escasos recursos y sobrecarga de trabajo– no lograba identificar al autor del delito y no ordenaba la exhumación de los restos, prolongando el sufrimiento de los familiares.

En imagen del 14 de agosto de 2018, el obispo de Ayacucho, Salvador José Miguel Piñeiro, izquierda, permanece de pie junto a un asistente detrás de los ataúdes de aldeanos que murieron a manos del grupo armado Sendero Luminoso y el ejército peruano en la década de 1980, en la Catedral de Ayacucho, Perú. Foto: Rodrigo Abd / AP.
En imagen del 14 de agosto de 2018, el obispo de Ayacucho, Salvador José Miguel Piñeiro, izquierda, permanece de pie junto a un asistente detrás de los ataúdes de aldeanos que murieron a manos del grupo armado Sendero Luminoso y el ejército peruano en la década de 1980, en la Catedral de Ayacucho, Perú. Foto: Rodrigo Abd / AP.

Entre los desaparecidos, la ley peruana también incluye a quienes fueron enterrados de manera informal durante el período de la violencia política y que no poseen un certificado de defunción.

Uno de esos casos era el de Alberto Ramos, agricultor asesinado en 1983 por los militares y enterrado por su familia en su comunidad. Más de tres décadas después, sus restos fueron exhumados en junio y tras un examen genético se verificó el parentesco con su padre Andrés Ramos, de 98 años, quien esta semana junto con decenas de familiares le dio sepultura por segunda vez a dos metros de su antigua tumba. Existen casi 6,000 peruanos en la misma situación de Alberto Ramos.

Las exhumaciones en parajes usualmente remotos de los Andes o la Amazonía son realizadas por el Equipo Forense Especializado del Instituto de Medicina Legal dirigido por el arqueólogo Luis Rueda. “En 16 años hemos exhumado los restos óseos de 3,823 peruanos”, dijo Rueda.

Según los expertos, para buscar a los miles de peruanos desaparecidos se necesita un presupuesto de al menos 900,000 dólares anuales. El Comité Internacional de la Cruz Roja tuvo que donar el dinero para construir la mayoría de los nichos en los que fueron enterrados los 14 desaparecidos identificados y el transporte de los campesinos hasta las oficinas de la fiscalía donde recibieron los restos de sus familiares.

AP / OnCuba

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