Siete argumentos de por qué urge Nicaragua

En abril reflejamos qué había detrás de la crisis en Nicaragua. Decíamos que las protestas que hubo en la capital, Managua, entre el 18 y el 22 de abril fueron reprimidas de manera salvaje por la policía. Una reforma al sistema de seguridad social propuesta por el gobierno que promovía mayor pago al fisco, fue lo que encendió la mecha.

Diez claves para entender la crisis en Nicaragua


Hoy, tres meses después, el conflicto se profundiza. Los momentos más tristes son aquellos en los que se asume una actualidad terrible y al mismo tiempo la certeza de que será todavía peor. Este es el cuadro de situación en Nicaragua al día de hoy.

Imagen tomada el 8 de junio de 2018, donde un universitario dispara un mortero casero en honor del estudiante de secundaria Chester Chavarría, asesinado mientras hacía guardia en una barricada en la Universidad Autónoma de Nicaragua, donde estudiantes contrarios al gobierno se atrincheraron. Foto: Esteban Félix / AP.

1- Todo mal

Dejó de funcionar el triángulo que sostuvo a Ortega en el poder en la historia contemporánea: capital nacional, leales y Ejército. El presidente ya no convence. Ni al empresariado local, ni al empresariado extranjero.
La represión se volvió cotidiana. Pero la fuerza ya no genera miedo y menos respeto. La policía reprime asesinando y la gente sigue saliendo a la calle. Si para gobernar hace falta una mezcla de coerción y consenso, Ortega perdió las dos. El problema es que a pesar de eso sigue gobernando. Se niega a convocar elecciones anticipadas porque eso “crearía inestabilidad, inseguridad y empeoraría las cosas”.

Una manifestante con el rostro cubierto sostiene una bandera nacional sobre una pintada, durante una protesta contra el gobierno de Daniel Ortega con motivo del Día Nacional del Niño en Managua, Nicaragua, el 1ro de junio de 2018. Más de una docena de personas murieron en tiroteos en torno a las protestas del Día de la Madre en Nicaragua, pero el gobierno y los grupos de derechos humanos discrepan sobre quién es el responsable. Foto: Alfredo Zúñiga / AP.

En Nicaragua hoy está en crisis la economía, la seguridad, el oficialismo y hasta la oposición, la Iglesia, los empresarios. Pero sobre todo la paz y el tejido social. Ya hay 400 presos políticos, 292 muertos, 1500 heridos y 156 desaparecidos.
La inmensa mayoría a manos de las fuerzas de seguridad gubernamentales oficiales o paramilitares. La inmensa mayoría jóvenes.
Amigos y familia entierran a Erick Jiménez López, de 15 años, en Masaya, Nicaragua, el miércoles 18 de julio de 2018. Foto: Alfredo Zúñiga / AP.

2- Le dan la espalda

Cada vez más de sus propios seguidores lo acusan de haber “secuestrado” el partido para su clan familiar. Muchos ex sandinistas le dan la espalda a Ortega.

El presidente nicaragüense, Daniel Ortega, llega a la plaza Juan Pablo II para celebrar el 39 aniversario de la revolución sandinista en Managua, el jueves 19 de julio de 2018. Foto: Alfredo Zúñiga / AP.

Varios referentes progresistas de la región también. Mujica le dijo “a veces hay que reconocer cuándo irse”. Leonardo Boff, teólogo progresista cercano a Lula da Silva, dijo: “Nicaragua necesita del diálogo, pero antes de todo, que las fuerzas represivas cesen de matar, especialmente a jóvenes. Esto es inaceptable”. Venezuela lo sigue respaldando políticamente aunque económicamente no tanto: la cooperación chavista se redujo más de un 50 por ciento.
La universitaria Valeska Sandoval posa para una fotografía frente a una entrada bloqueada por pupitres en uno de los edificios ocupados por estudiantes antigubernamentales en el campus de la Universidad Autónoma de Nicaragua, donde se protegen de las fuerzas de seguridad gubernamentales y de grupos armados aliados, en Managua, 10 de junio de 2018. Foto: Esteban Félix / AP.

3- El rol de EE.UU.

EE.UU. hasta hace poco tenía una relación cercana con Ortega, a pesar de las críticas en el discurso. Ortega no representaba para ellos el mismo problema que Fidel y Raúl Castro, Chávez y Maduro, sino que daba en el fondo “paz y estabilidad”.

Familiares y amigos del estudiante Chester Chavarría, de 19 años colocan flores sobre su tumba en Managua, Nicaragua. Foto: Esteban Félix / AP.

Por eso en estos días el presidente de Nicaragua cedió a Fox News una entrevista, buscando calmar las aguas en la Casa Blanca, hasta dijo que un diálogo con Trump “sería lo ideal”.
Pero en el norte no le toman la mano: el vicepresidente Pence lo exhortó a convocar elecciones, el Senador Marco Rubio advirtió que existe un riesgo “real” de que Nicaragua caiga en “una guerra civil”. Y la Cámara Baja condenó la situación nicaragüense. No es parte de la estrategia estadounidense actual la intervención militar en América Latina.
Manifestante conmemora el Día del Estudiante mientras camina frente a un mensaje contra el gobierno que demanda la salida del presidente Ortega y la liberación de los presos políticos, en Managua, el lunes 23 de julio de 2018. Foto: Alfredo Zúñiga / AP.

4- Llueven críticas y denuncias

El escritor Sergio Ramírez dijo: “Espero que no se repita la historia de Nicaragua y las armas no se impongan a la sociedad civil”. Otra escritora nicaragüense, Gioconda Belli, ha declarado: “Ortega ha escrito una de las páginas más negras de la historia de Nicaragua, estamos asqueados”.

John Cerna el 8 de junio de 2018 ante un mural con la imagen de Carlos Fonseca, héroe nacional y fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional, en la Universidad Autónoma de Nicaragua, donde estudiantes contrarios al gobierno se atrincheraron. Cerna, alumno de la Universidad Nacional de Ingeniería que tiene una cicatriz en su sien izquierda, donde lo rozó una bala, señala que prefieren estar en la universidad y no en la calle o en sus casas, donde pueden ser intimidados, secuestrados o asesinados. Foto: Esteban Félix / AP.

Una delegación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA visitó el país y luego redactó: “Los hallazgos de la visita de trabajo muestran que la violencia estatal ha estado dirigida a disuadir la participación en las manifestaciones y que siguió un patrón común, caracterizado por: el uso excesivo y arbitrario de la fuerza policial, incluyendo el uso de la fuerza letal de manera deliberada y sistemática; el uso de grupos parapoliciales con la aquiescencia y tolerancia de las autoridades estatales”. Hasta el Secretario General de la ONU exigió el fin de la violencia.
Altar dedicado a Álvaro Gómez, de 23 años, adornado con una imagen de la patrona de Nicaragua, La Purísima, y un crucifijo, en Masaya, Nicaragua, mayo de 2018. Gómez recibió un disparo mortal mientras la policía se enfrentaba con jóvenes después de una protesta liderada por estudiantes contra el gobierno de Ortega. Foto: Moisés Castillo / AP.

5- El diálogo está descompuesto

Hay mesas de diálogo, pero en paralelo la violencia en las calles no frena. Además hay fuertes acusaciones entre los que forman parte del diálogo. Ortega intenta criminalizar a los obispos. El presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), cardenal Leopoldo Brenes, anunció que están evaluando su continuidad como mediadores del diálogo nacional, tras ser acusados de ser “parte de un plan golpista” por el presidente.

El cardenal nicaragüense Leopoldo Brenes da una conferencia de prensa en Managua, el 3 de mayo de 2018. Tras la violenta represión de abril, Brenes dijo que las manifestaciones dirigidas por estudiantes estaban justificadas, pero hizo un llamado a todos los actores para buscar una solución pacífica al conflicto. Fot: Moisés Castillo / AP.

6- ¿Quiénes sostienen las protestas y quiénes reprimen?

No solo protestan los anti-sandinistas y no solo reprimen los sandinistas. Más de 300,000 nicaragüenses desfilaron en Managua encabezados por el movimiento Madres de Abril que agrupa a familiares de las víctimas de las masacres.

Paramilitares armados a favor del gobierno hacen la señal de la victoria mientras ocupan el barrio de Monimbó en Masaya, Nicaragua, el miércoles 18 de julio de 2018. Foto: Alfredo Zúñiga / AP.

En las calles no solo está la oposición de siempre; también hay movimientos sociales. Y muchos jóvenes: el más emblemático se llama Lesther Alemán. Lesther tiene 20 años, estudia Historia y le pidió a Ortega en su cara la renuncia. Ahora debe vivir escondido.
El representante de los estudiantes Lesther Alemán interrumpe al presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y le exige que cese la represión de las protestas durante la apertura del diálogo nacional en las afueras de Managua. Foto: Alfredo Zúñiga / AP.

La población que protesta sigue desarticulada. Eso, si bien le quita potencia frente al gobierno y de cara a lo que pueda venir después, es un símbolo de que el origen de los que protestan es múltiple, diverso y heterogéneo. En una palabra: popular.
Un aula de la Universidad Autónoma de Nicaragua, donde estudiantes contrarios al gobierno se atrincheraron. Imagen tomada el 8 de junio de 2018, en Managua. Foto: Esteban Félix / AP.

7- ¿Qué queda de la Revolución? ¿Qué pasará?

El 19 de julio se cumplieron 39 años de la Revolución Sandinista contra el dictador Anastasio Somoza. De esa gesta participó el joven Daniel Ortega. Quien hoy, con 72 años, reprime a los jóvenes que protestan. El gobierno de Ortega ya no es socialista; no lo es hace rato.

Daniel Ortega, coordinador de la Junta Militar de Nicaragua y comandante del Ejército nicaragüense, asiste al 20 aniversario de la invasión de Playa Girón en Cuba, abril de 1981. Foto: Charles Tasnadi / AP.

En algunos países el socialismo solo ha servido para repartir equitativamente la pobreza. En el país de Ortega, ni siquiera: es uno de los tres países más pobres de la región, a pesar de haber tenido cierto crecimiento. Sucede que ese crecimiento se licuó con la corrupción y se financió con deuda. La deuda externa representa hoy en Nicaragua el 80 por ciento del PIB.
Universitarios y manifestantes antigubernamentales con la cara cubierta en una barricada levantada ante la Universidad Autónoma de Nicaragua, 8 de junio de 2018. Foto: Esteban Félix / AP.

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