Beijing y Washington se preparan para larga guerra comercial

China acude a vecinos asiáticos y Rusia para buscar respaldo.

El presidente de China, Xi Jinping, saluda tras una conferencia de prensa en las afueras de Beijing. Foto: Mark Schiefelbein/AP.

En una intervención en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái en Kirguistán, el ministro chino de Exteriores, Wang Yi, dijo el miércoles que representantes del grupo de ocho naciones asiáticas y Rusia expresaron su “amplio apoyo” a la posición de China.

Beijing nunca aceptará acuerdos comerciales desiguales, reiteró Wang en declaraciones reportadas el jueves.

China igualará la “extrema presión” de Washington con sus propias medidas, afirmó en comentarios publicados en el cibersitio del Ministerio.

Las fricciones comerciales han “despertado gran preocupación en la comunidad internacional”, dijo Wang. “Yo insisto a todo el mundo que las acciones de China no son solo para preservar nuestros legítimos derechos e intereses sino también para mantener las normas de las relaciones internacionales y la seguridad del sistema de libre comercio internacional”.

En la Organización de Cooperación de Shanghái, un grupo de seguridad controlado por Moscú y Beijing, también están Kazajistán, Tayikistán, Uzbekistán, India y Pakistán. Varios países más fungen como observadores y socios de diálogo.

Las declaraciones de Wang demuestran el intento de China por poner a la opinión internacional en su favor.

China ya respondió al incremento de aranceles decretado por el presidente Donald Trump sobre importaciones chinas valoradas en 250.000 millones de dólares, imponiendo sus propios gravámenes sobre 110.000 millones de dólares en bienes estadounidenses.

En base a los datos comerciales del año pasado, la medida no afecta a alrededor de 45.000 millones de dólares en importaciones estadounidenses.

Esto incluye semiconductores y otros elementos clave necesarios para las nuevas industrias tecnológicas chinas.

Una trabajadora ensamblando luces LED en una fábrica en el condado Yushan en la provincia Jiangxi de China. Foto: AP.

Una larga guerra

Mientras se acumulan los aranceles y las negociaciones se encuentran estancadas, Estados Unidos y China parecen prepararse para prolongado impasse comercial.

Beijing exhibe películas de la Guerra de Corea (el antagonista: Estados Unidos) para avivar los sentimientos patrióticos en los espectadores chinos, y ofrece reducción de impuestos a compañías de software y chips, mientras el control de las exportaciones de Estados Unidos pone en riesgo a las compañías tecnológicas chinas.

En Washington, el secretario del Tesoro Steven Mnuchin conversa con Walmart y otras empresas para encontrar formas de aliviar el daño si el presidente Donald Trump prosigue con los planes de extender los impuestos de importación a los 300.000 millones de dólares en productos chinos que todavía no han sido afectados por los aranceles.

Y el gobierno de Trump trabaja en un paquete de ayuda financiera para los agricultores estadounidenses afectados por los aranceles que impuso China como represalia sobre la soya y otros productos agrícolas de Estados Unidos; eso además el rescate financiero del año pasado de 11.000 millones de dólares.

Mnuchin y el representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, concluyeron la 11ra ronda de conversaciones hace unas semanas sin llegar a un acuerdo para resolver la disputa provocada por los agresivos planes de Beijing para desafiar el dominio tecnológico estadounidense.

Estados Unidos acusa a China de robar su tecnología, de subsidiar injustamente a sus propias empresas y de obligar a las compañías de Estados Unidos a entregar secretos comerciales si quieren acceder al mercado chino.

“Es muy difícil identificar si es el principio de un conflicto prolongado o sólo una táctica de negociación”, dijo David Dollar, investigador del Instituto Brooklyn y exfuncionario del Banco Mundial y del Tesoro de Estados Unidos. “Cada vez más creo que esto se convertirá en un largo conflicto comercial. Tendremos que sopesar la posibilidad de que no haya acuerdo”.

Las dos economías más grandes del mundo están enfrascadas en la guerra comercial más cara desde la década de 1930.

El presidente Xi Jinping visitó esta semana una fábrica china que procesa tierras raras, minerales usados en teléfonos móviles y autos eléctricos. El mensaje: Estados Unidos necesita a China para adquirir los exóticos minerales.

En Washington, miembros de la Comisión de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes presionaron el miércoles a Mnuchin por los costos de la guerra comercial con China.

Mnuchin dijo que había hablado con Walmart y otras firmas sobre cómo limitar el efecto que tendría la imposición de más aranceles en los consumidores estadounidenses. “No espero que haya costos significativos en las familias estadounidenses”, dijo.

¿Podrán Estados Unidos y China superar el punto muerto?

“Para llegar a un acuerdo necesita haber una llamada Trump-Xi, que permitiría una visita útil de Lighthizer a Beijing”, dijo Derek Scissors, un especialista en China en el American Enterprise Institute. “Entonces los dos líderes podrían reunirse en Osaka y comprometerse en al menos un tema importante: revitalizar las conversaciones”.

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