Diez claves para entender la crisis en Nicaragua

Policía antimotines durante enfrentamientos con manifestantes en Managua, el viernes 20 de abril. Foto: Alfredo Zúñiga / AP.

Policía antimotines durante enfrentamientos con manifestantes en Managua, el viernes 20 de abril. Foto: Alfredo Zúñiga / AP.

1. ¿Qué pasó?

Las protestas que hubo en la capital, Managua, entre el 18 y el 22 de abril fueron reprimidas de manera salvaje por la policía. Una reforma al sistema de seguridad social propuesta por el gobierno que promovía mayor pago al fisco, fue lo que encendió la mecha. Después del primero de decenas de asesinatos –un joven llamado Darwin Urbin que volvía a su casa luego de trabajar en un supermercado– el 19 de abril, la vicepresidente y primera dama, Rosario Murillo, dijo que el disparo salió de los manifestantes y se refirió a ellos como “minúsculos grupos, con minúsculas agendas y minúsculo pensamiento, y todavía más diminuta conciencia”. La muerte de Darwin multiplicó todo y generó que las protestas se volvieran mayúsculas.

Un manifestante sostiene una bandera de Nicaragua con la leyenda "Patria Libre. Que se rinda tu madre!" durante choques con las fuerzas de seguridad cerca de la Universidad Politécnica de Nicaragua en la capital Managua, el sábado 21 de abril de 2018. (AP Foto/Alfredo Zúñiga)

2) ¿Por qué es grave lo que sucedió?

Para empezar, lo más grave son los asesinatos y las desapariciones. El conteo no es definitivo, para la Comisión Nicaragüense de Derechos Humanos hay al menos 38 muertos y 46 desaparecidos. Mientras que para la Comisión Permanente de Derechos Humanos hay al menos 70 muertos y 15 desaparecidos. No se puede precisar el porcentaje exacto, pero gran parte de las víctimas eran jóvenes estudiantes, aunque también hubo periodistas, como Ángel Gahona.

3. ¿Quiénes y por qué protestaron?

En Nicaragua la oposición no está organizada, sino atomizada. Lo que hubo en las calles fue una reacción de algunos sectores de la población, más que una movilización partidaria. La mayoría eran estudiantes, pero no un grupo homogéneo de ellos, sino diverso. Hay estudiantes, por ejemplo, atrincherados en la Universidad Politécnica ahora mismo. Mucha gente se organizó para protestar a través de un grupo de Facebook llamado “El pueblo autoconvocado”. Se pueden reconocer dos grandes pedidos: una reforma electoral que habilite la salida del actual gobierno y una era de transición. Un grupo reducido pedía más inclusión para los pueblos indígenas y afrodescendientes. Otros, la liberación de los presos políticos y un freno a la corrupción. También estuvo el componente clásico anti sandinista: parte de las clases altas y medias altas que pedían que el país deje “de parecerse a Cuba y Venezuela”. En resumen: todos los que fueron no podrían acordar una propuesta política mancomunada pero los une el malestar con el gobierno. La novedad es que los que se movilizan ya no son solo los “acomodados”, y quienes han salido a la calle no dejan de movilizarse a pesar de la represión.

4. ¿Quiénes son los Ortega?

Daniel Ortega gobernó entre 1979 y 1990. Luego retomó el poder en 2006.

En 1979 triunfó al mando de la Revolución Sandinista, una gesta con asesoramiento y apoyo de Fidel Castro y la Revolución Cubana y con un amplio apoyo popular que en gran medida tomó las armas. La Revolución derrocó a Anastasio Somoza, tras una sangrienta dictadura de esa familia por más de 40 años.

En 1990, a pesar de avances en lo social como la Cruzada nacional de alfabetización, Daniel Ortega perdió las elecciones frente a una alianza de toda la oposición encabezada por Violeta Chamorro. La Revolución estaba desgastada por más de una década de clima bélico, primero contra Somoza y luego contra los paramilitares financiados por Estados Unidos.

Ortega se presentó a las siguientes tres elecciones y también las perdió.

En 2007, tras 16 años de un liberalismo que se llenó de casos de corrupción y que dejó al país con peores índices socioeconómicos de como lo había encontrado, Ortega volvió a ganar prometiendo “gobernar desde abajo” para tener una Nicaragua “cristiana, socialista y solidaria”. Lo reeligieron en 2011 con el 70 por ciento de los votos aunque sin que el principal partido opositor, el Liberal Independiente, pudiera participar. En 2016 volvió a ganar las elecciones, esta vez compartiendo fórmula presidencial con su propia esposa, Rosario Murillo.

En 2016 la Corte Suprema le quitó personería jurídica al único partido de oposición y el Consejo Supremo Electoral destituyó a los opositores. En las últimas elecciones no se permitió la presencia de observadores internacionales.

Un grupo de manifestantes lanza consignas tras bloquear una calle en un confrontamiento con las fuerzas de seguridad cerca de la Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI) en Managua, Nicaragua, el sábado 21 de abril de 2018. Foto: Alfredo Zuniga/AP.

5. ¿Es una disputa entre derechas e izquierdas?

Según la ex comandante sandinista Mónica Baltodano, “Ortega no dudó en aliarse con la derecha, antiguos contrarrevolucionarios y el gran empresariado desde una visión paternalista”. En todo caso, no se trata de identificar si el gobierno es de derecha o de izquierda, sino de marcar que en otra dualidad menos licuada, democracia o autoritarismo, Ortega eligió el autoritarismo. Los grupos de estudiantes más activos en las protestas están gritando ‘Daniel y Somoza, son una misma cosa’. Aunque los politólogos se esmeren en explicar que no son lo mismo, las nuevas generaciones no vivieron la Revolución y hoy padecen el autoritarismo.

6. ¿Cómo se organizó la represión?

La Juventud Sandinista es un grupo de choque para-estatal que ha salido a amedrentar a los manifestantes, subsidiando la fuerza de la Policía Nacional. Ortega ya no está cómodo en el poder. Desde que decidió responder con tanta violencia las primeras protestas estudiantiles, se despertó una enorme cantidad de jóvenes nicaragüenses dispuestos a salir a la calle a pesar de la represión. Lo que altera a Ortega y a sus Juventudes Sandinistas es la calle; lo que hay en disputa es el espacio público.

En esta imagen, tomada el 20 de abril de 2018, policías antimotines atienden a una compañera herida en una pierna por un mortero de fabricación casera lanzado por los manifestantes en Managua, Nicaragua. Los choques, que enfrentan a contrarios a la reforma de la seguridad social contra policías antimotines y grupos progubernamentales, sacudieron la capital y media docena de ciudades más y causaron 63 muertos, según un grupo de derechos no gubernamental. Foto: Alfredo Zuniga/AP.

7. ¿Por qué es importante lo que sucede en Nicaragua para el resto de América?

Para Estados Unidos Daniel Ortega y su sandinismo socialista, aunque en la práctica no sea tan socialista, es una vieja piedra en el zapato. No es solo la historia política de Ortega; la influencia de China en el gobierno sandinista y su ambición de hacer un canal que una el Pacífico y el Atlántico son una verdadera amenaza para los planes de la Casa Blanca en América Latina y su poder comercial. No puede permitirse una competencia al Canal de Panamá.

Para Cuba y Venezuela, Ortega es uno de los pocos aliados que quedan en la región. De hecho, según el historiador venezolano Tomás Straka, lo que se propone Nicolás Maduro “es replicar la experiencia de Nicaragua, en la que el partido del gobierno iría solo a las elecciones o, a lo sumo, enfrentado a un par de partidos de comparsa”.  

Un dato adicional fundamental: lo que pase en Nicaragua es importante porque es el país más militarizado de Centroamérica.

Marcha contra el gobierno del presidente Daniel Ortega, en Managua, Nicaragua, el domingo 11 de abril de 2018. Foto: Alfredo Zuniga/AP.

8. ¿Cuán revolucionarios fueron los revolucionarios?

Augusto César Sandino había sido el emblema de la resistencia a la ocupación estadounidense. En 1934 fue asesinado por Anastasio Somoza, quien se eternizó en el poder, dejando a sus hijos en el “trono”  hasta que la Revolución Sandinista los derrocó. En el primer período del sandinismo, entre 1979 y 1990, los avances en educación y salud pública fueron notables. Pero tras el retorno en 2006 no hubo un cambio en ninguna matriz central: se profundizó la dependencia del azúcar, la palma africana y la minería, la desigualdad se mantuvo igual y aumentó el asistencialismo.

Nicaragua recibió energía de Venezuela a través de préstamos de PDVSA, pero la asistencia empezó a mermar considerablemente desde 2014. Ocho de cada diez trabajadores no están registrados como tales. Ocho de cada diez viviendas no son aptas para vivir, según la clasificación del Banco Interamericano de Desarrollo.

El proyecto más ambicioso de los Ortega fue haber planificado la construcción del Canal de Nicaragua. Pero necesita al menos 50 mil millones de dólares para implementarlo del todo (que vendrían de una China ansiosa por tener “su propio Canal de Panamá”), un daño ambiental irreparable y el desplazamiento de una decena de poblaciones campesinas.

En 2014 Eduardo Galeano escribió: “¿Qué cuento chino está comprando la familia reinante en Nicaragua? ¿Cuánto está pagando ese pueblo heroico a cambio de un canal fantasma? ¿No sienten ni un poquito de vergüenza los que han puesto bandera de remate a la memoria de la dignidad del pueblo que supo plantarle cara al más poderoso de los imperios de la época contemporánea?”

Decenas de miles de personas se congregan afuera de la catedral de Managua durante una marcha convocada por la Iglesia Católica, en Managua, Nicaragua, el sábado 28 de abril de 2018. Foto: Alfredo Zuniga/AP.

9. Los mediadores que no median

La Conferencia Episcopal está abriendo una mesa de diálogo. La iglesia evangelista ha calado hondo en los nicaragüenses pero no está interviniendo. Por otro lado, el Consejo Superior de la Empresa Privada convocó a una “Marcha a favor de la paz”. El punto es que en los tres actores de la sociedad civil que podrían mediar para frenar la violencia hay demasiados nexos y negocios con el Estado. Y además los opositores al gobierno están tan dispersos, que es difícil elegir referentes que representen a todos.

10. ¿Por qué es importante para Cuba?

Porque los gobiernos de Cuba y Nicaragua son aliados y porque Ortega siempre se dijo parte del “campo socialista”. Pero sobre todo por lo implícito: en Nicaragua hay una Revolución que prometió combatir el capitalismo pero que solo logró eternizar a una familia en el poder. Entre La Habana y Managua hay solo 1,300 kilómetros. Lo que sucede en Nicaragua, objetivamente, no es una realidad muy lejana.

 

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