Biden firma 17 órdenes ejecutivas para desmontar el legado de Trump

Desde el regreso al Acuerdo de París y a la OMS, pasando por el diseño de una política coherente de combate a la COVID-19 hasta el fin del muro fronterizo con México, Biden quiere humanizar la imagen de EEUU.

El presidente Joe Biden firma sus primeras órdenes ejecutivas, 20 de enero de 2021 en la Oficina Oval de la Casa Blanca, en Washington. Foto: AP /Evan Vucci.

El presidente Joe Biden firma sus primeras órdenes ejecutivas, 20 de enero de 2021 en la Oficina Oval de la Casa Blanca, en Washington. Foto: AP /Evan Vucci.

Joe Biden no perdió el tiempo el primer día de su mandato presidencial. Tan pronto entró a la Oficina Oval comenzó a firmar cada una de las 17 órdenes presidenciales para mejorar o revertir algunas de las políticas de su antecesor, Donald Trump. No son todas. Falta aún un grupo, no determinado, de medidas para enfrentar la pandemia y otras que primero tienen que pasar por el Congreso.

Aún así, en este inicio la prioridad fue la lucha contra la pandemia de la COVID-19, el medio ambiente y cambio climático, la inmigración y la igualdad racial.

La primera orden firmada por el nuevo presidente estadounidense fue la introducción del uso obligatorio de mascarilla y distancia social en todas las instalaciones y terrenos federales, lo cual abarca los parques nacionales. Biden también interrumpió el proceso de retirada de Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y al mismo tiempo nombró como su embajador ante la entidad al doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, a quien dio la tarea de encabezar la delegación norteamericana en un encuentro con el ente global.

En un momento aparte, Fauci anunció de inmediato que Estados Unidos tiene la intención de sumarse a COVAX, una iniciativa global para llevar vacunas a los países más pobres.

“Es un nuevo día. Un enfoque nuevo y diferente para gestionar la respuesta del país a la crisis del COVID-19 ”, dijo Jeff Zients, designado por Joe Biden para coordinar la lucha contra la pandemia, un cargo creado exclusivamente para este propósito.

Pero lo que constituyó una especie de “joya de la corona”, fue el anuncio del regreso de Estados Unidos al Acuerdo de París, revirtiendo una de las decisiones más criticadas, y emblemáticas de Donald Trump. El ya expresidente decidió abandonar el acuerdo en 2019, lo que se oficializó el 4 de noviembre de 2020, al día siguiente de las elecciones presidenciales.

“Fue un momento estelar porque Trump siempre tuvo una alergia al acuerdo y hizo de su retirada una bandera. Ahora no debe estar para nada contento”, comentó a OnCuba el analista Carlos Robles, de la Universidad de Georgetown.

Aún en el tema del medio ambiente, Biden emitió una orden ejecutiva que cancela el controversial proyecto del oleoducto Keystone XL, que pretendía trasladar petróleo de Canadá al Golfo de México, a través de territorios reclamados por tribus indígenas. El oleoducto era también uno de los proyectos “queridos” del anterior mandatario y el partido republicano.

En términos ambientales, el nuevo presidente no se quedó corto pues también revertió un centenar de medidas de Trump, entre ellas, decretar una moratoria en la exploración de petróleo y gas natural en el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico.

Un nuevo amanecer en la (des)Unión

El siempre controversial tema de inmigración tampoco quedó de fuera de las andanada de órdenes ejecutivas. Teniendo en mente el objetivo de detener a toda costa algunas de las políticas de su predecesor que más perjudicaban a los inmigrantes, Biden revocó todas las restricciones impuestas detentores de pasaportes de 13 países musulmanes, que les prohibía viajar a Estados Unidos. También suspendió la política que obligaba a los solicitantes de asilo a esperar en tres países Centroamericanos, principalmente en México, el análisis de su caso y, de paso el nuevo presidente reforzó el programa DACA, creado por el expresidente Barack Obama, en 2012, para evitar la deportación de jóvenes que fueron traídos ilegalmente al país norteño por sus padres, siendo menores de edad.

En lo relativo al muro en la frontera con México, y en una decisión que debe haber sido devastadora para Donald Trump –que hizo del muro su caballo de batalla de su campaña electoral y el centro de la política migratoria de su mandato–, Biden canceló su construcción y los decretos que lo financiaban.

El nuevo mandatario tampoco se olvidó del problema racial, que fue en ascenso durante el mandato de Trump y agudizó las divisiones en el país. Por ello, ordenó a las instituciones federales que procedan a un análisis sobre el cumplimiento de las políticas antirracistas en los próximos 200 días, con la obligación de diseñar y hacer llegar al gobierno federal propuestas concretas para resolver injusticias modernas e históricas.

“El presidente ha prometido erradicar el racismo sistémico de nuestras instituciones. Y esta iniciativa es un primer paso en este trabajo histórico”, dijo Susan Rice, asesora de política interna de Joe Biden, en declaraciones a la cadena CNN.

Durante la campaña electoral, que se desarrolló al mismo tiempo que se llevaba a cabo el censo del decenio, Biden siempre consideró que el proceso estaba deformado porque no contaba a los inmigrantes indocumentados, lo que priva a los estados donde viven de importantes recursos sociales y que, además termina determinando el número de escaños en el Congreso federal, y también en las legislaturas estatales, cuyos distritos son rediseñados cada diez años.

Estas 17 medidas son urgentes para cumplir las planes de Biden de “revertir inmediatamente políticas de Trump que eran profundamente deshumanas y no reflejan nuestros valores”, afirmó el nuevo Asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan.

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