El (último) fracaso de la contradanza

El senador John Thune (Dakota del Sur) le dijo a los periodistas: "Simplemente no creo que tenga mucho sentido hacer que todos pasen por esto cuando ya se sabe cuál será el resultado final".

El senador republicano Josh Hawley, de Missouri. Foto: LATimes.

El representante Mo Brooks (Alabama) parece estar dispuesto a lanzarse al ruedo con una idea vieja. Dijo que docenas de republicanos de la Cámara de Representantes podrían objetar los resultados del Colegio Electoral el 6 de enero, cuando el Congreso se reúna para contar los votos.

Afirmó, de nuevo sin una sola prueba, que existe evidencia «abrumadora» y «convincente» de «grave fraude y robo electoral» en las elecciones de Estados Unidos, esas que el presidente electo Joe Biden ganó con 306 votos electorales contra los 232 votos del presidente Trump, certificadas por el Colegio Electoral hace apenas unos días.

Y continuó, esta vez apelando al patriotismo salvador: «Mi primer objetivo es arreglar un sistema electoral estadounidense muy defectuoso», dijo. «Una posible ventaja de lograr ese objetivo es que Donald Trump ganaría oficialmente el Colegio Electoral, como creo que de hecho lo hizo, si solo se cuentan los votos legales de los ciudadanos estadounidenses elegibles y se excluyen todos los votos ilegales».

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«Hay docenas miembros de la Cámara de Representantes que han llegado a esa conclusión, como yo», le dijo Brooks a los muchachos de Fox & Friends. «Vamos a patrocinar y copatrocinar las objeciones a las votaciones de los colegios electorales de Michigan, Wisconsin, Pensilvania, Georgia, Arizona, Nevada y tal vez más, según el lugar al que queramos ir colectivamente».

Sin embargo, dejaba a la sombra varios hechos. Uno de ellos, que los miembros de la Cámara necesitan el apoyo de al menos un senador para que la objeción sea escuchada y debatida.

Pero el miércoles pasado apareció, de pronto, uno: el senador republicano Josh Hawley, de Missouri. Dijo en un comunicado que se opondría a los votos electorales del presidente electo Joseph R. Biden en el Congreso el próximo 6 de enero.

Si finalmente se tira al agua, ello implicaría que ambas cámaras se verán obligadas a debatir los resultados de al menos un estado y votar acerca de si aceptan o no la victoria de Biden, proceso que el líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, había instado a los republicanos a evitar, independientemente de la presión del presidente Donald Trump, quien para no variar está instando a sus trujamanes del Congreso a revertir los resultados electorales.

Por solo mencionar dos instancias, ni el Departamento de Justicia ni la Corte Suprema han bastado para disuadir a estos talibanes a no proseguir con una movida que, simplemente, no cambiaría el resultado de las elecciones, sino a lo sumo retrasaría el anuncio de la victoria demócrata (obligaría, por ejemplo, a todos los miembros de la Cámara y el Senado a votar de uno en uno).

La dupla de entusiastas siguió su curso apelando a la manida idea del fraude: «La Cámara de Representantes, en combinación con el Senado de los Estados Unidos, tiene la autoridad legal para aceptar o rechazar las presentaciones de votos del Colegio Electoral de los estados que tienen sistemas electorales fraudulentos que no merecen nuestra confianza», dijo Brooks.  

«No puedo votar para certificar los resultados del Colegio Electoral el 6 de enero sin plantear el hecho de que algunos estados, particularmente Pensilvania, no siguieron sus propias leyes electorales estatales», dijo Hawley en ese mismo comunicado. 

Pero parecen dejar en el tintero lo más importante: que las dos cámaras del Congreso tendrían que rechazar los resultados de los comicios. Que incluso republicanos como McConnell y Romney han aceptado la victoria de Biden con la certificación del Colegio Electoral. Y que los demócratas, que controlan la Cámara, van a votar… como van a votar.

Presidente electo 46 de Estados Unidos

El senador John Thune (Dakota del Sur) le dijo a los periodistas: «Simplemente no creo que tenga mucho sentido hacer que todos pasen por esto cuando ya se sabe cuál será el resultado final».

Por su parte, el senador Ben Sasse (Nebraska) expresó que los republicanos estaban jugando con fuego y que pocos creían en el discurso del fraude electoral: «Cuando hablamos en privado», dijo, «no he escuchado a un solo republicano del Congreso alegar que los resultados de las elecciones fueron fraudulentos. Ni uno solo. En cambio, los escucho hablar de sus preocupaciones acerca de cómo se verán ante los partidarios más fervientes del presidente Trump».

Otros senadores republicanos se sumaron al coro de los discrepantes. «Creo que es horrible. Voy a apoyar mi juramento a la Constitución. Esa es la prueba de lealtad aquí», dijo la senadora Lisa Murkowski (Alaska). Mitt Romney (Utah) calificó la movida de Hawley de «decepcionante y destructiva».

«Los adultos no apuntan con un arma cargada al corazón del autogobierno legítimo. Voy a votar para certificar la elección», dijo el senador Roger Wicker (Mississippi). 

Esto es lo que va a pasar al final del día: el presidente del Senado —es decir, el vicepresidente Mike Pence— declarará a Joe Biden y Kamala Harris como el nuevo presidente y la nueva vicepresidenta de Estados Unidos, respectivamente.

La nueva maniobra no será entonces sino eso: el (último) fracaso de la contradanza.

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