Fauci, el especialista que nunca mintió sobre los peligros de la pandemia, se jubila en diciembre

En diciembre, cuando cumple 82 años, el epidemiólgo pone término a una carrera de 55 años que abarcó la asesoría a todos los presidentes desde 1980. El único que lo 'noqueó' fue Donald Trump cuando propuso, sin consultarlo, combatir el COVID-19 con lejía.

El Dr. Anthony Fauci, considerado por la comunidad científica como el principal experto en enfermedades infecciosas de EEUU, llamado inepto por el expresidente Trump y objeto de ataques partidistas durante la pandemia de COVID-19, anunció el lunes que dejará el gobierno federal en diciembre, cuando cumpla 82 años y después de más de cinco décadas de trabajo.

Fauci dirige el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, es el principal asesor médico del presidente Joe Biden y también dirige un laboratorio que estudia el sistema inmunológico.

Si bien la COVID-19 lo presentó a millones de estadounidenses, se había dirigido a la nación desde mucho antes para enfrentar numerosas enfermedades o brotes, incluidos el VIH/SIDA, el SARS, la gripe pandémica, el Ébola y los ataques de ántrax. “He ido a este campus, a los laboratorios y al hospital todos los días, incluso la mayoría de los fines de semana, durante 54 años. La idea de alejarse obviamente es agridulce”, dijo Fauci a la agencia AP.

Al anunciar su partida, el especialista, actualmente con 81 años, se refirió a sus diversas responsabilidades como “el honor de mi vida”, pero agregó que ya era hora de “seguir el próximo capítulo de mi carrera”.

Conocido por su franqueza y por su capacidad para traducir información médica compleja al lenguaje cotidiano, Fauci ha sido un asesor clave de siete presidentes, empezando por Ronald Reagan.

La pandemia de COVID

Fauci se convirtió en el rostro del gobierno para responder las dudas sobre la COVID-19 a principios de 2020, con apariciones frecuentes en televisión y conferencias de prensa diarias con funcionarios de la Casa Blanca, incluido el entonces presidente Donald Trump.

Pero, a medida que la pandemia se profundizaba, Fauci perdió el favor de Trump. Sus llamados a continuar con la cautela pública chocaron con el deseo del expresidente de volver a la normalidad y promover tratamientos no probados contra el virus.

Fauci se vio marginado por la administración Trump, pero continuó apareciendo públicamente en entrevistas con los medios, donde abogaba por el distanciamiento social y el uso de las máscaras en lugares públicos antes del lanzamiento de las vacunas contra el COVID-19.

También fue objeto de ataques políticos y amenazas de muerte y estuvo protegido durante 24 horas todos los días de la semana por un equipo del Servicio Secreto. Cuando Biden ganó la Casa Blanca, le pidió que permaneciera en su administración en un cargo de mayor nivel: sería su asesor personal.

“He podido llamarlo a cualquier hora del día para pedirle su consejo”, dijo Biden en un comunicado. “Ya sea que lo haya conocido personalmente o no, ha tocado la vida de todos los estadounidenses con su trabajo. Extiendo mi más profundo agradecimiento por su servicio público. Los Estados Unidos de América son más fuertes, más resistentes y más saludables gracias a él”.

Fauci dijo que planeaba seguir trabajando después de dejar el gobierno y dijo que quiere usar su experiencia “para inspirar a la generación más joven de científicos y futuros científicos” a considerar una carrera en el servicio público.

Su carrera

A pesar de todo el rencor partidista causado por el tiempo del coronavirus, no fue en este contexto cuando Fauci tuvo el primer encuentro con un público enojado.

Se convirtió en jefe de la rama de enfermedades infecciosas de los Institutos Nacionales de Salud en 1984, momento en el cual la nación estaba en medio de la crisis del SIDA. En ese entonces los activistas protestaron por lo que vieron como una indiferencia del gobierno y Fauci, realmente frustrado por no poder salvar a los pacientes moribundos.

Más tarde, bajo la presidencia de George W. Bush, Fauci ayudó a desarrollar PEPFAR, el Plan de Emergencia del Presidente para el Alivio del SIDA, para llevar tratamientos contra el VIH que salvan vidas a los países en desarrollo. En 2008, Bush le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad.

Fauci dijo el lunes que esperaba que hubiera una vacuna exitosa contra el VIH antes de jubilarse, y apuntó que “no fue por falta de intentos” que no la hubiera, sino por los extraordinarios desafíos científicos que plantea ese virus.

Pese al avance rápido del coronavirus, para muchos estadounidenses Fauci se mantuvo como una voz confiable, incluso cuando los científicos se sorprendían una y otra vez por la rápida evolución. El NIH había sentado las bases científicas para el desarrollo de poderosas vacunas que, aunque no son perfectas, son altamente efectivas para prevenir enfermedades graves y la muerte.

Fauci dijo a AP que sigue frustrado por las divisiones del país sobre cómo manejar la pandemia. “Si alguna vez hubo una situación en la que hubiera querido un enfoque unificado y que todos se unieran por el bien común, fue en medio de una crisis de salud pública”, dijo. “Como médico y científico, mis colegas y yo tenemos la responsabilidad de hacer lo correcto, lo que está basado en la ciencia”.

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