Bajo amenaza las posadas de Miami

Autoridades de Miami consideran que los moteles por hora son un peligro para la sociedad, nidos de prostitución y muerte.

Imagen publicitaria de uno de los moteles de Hialeah. Foto: tomada de Trivago

Puede parecer un chiste, pero no lo es. Las autoridades judiciales y políticas del sur de Florida quieren acabar en Hialeah, la ciudad estadounidense de mayor arraigo cubano, con una de las tradiciones cubanas que ha sido escenario de grandes acontecimientos, protagonista de algunas obras literarias, espacio de soñadores y, a veces, hasta de embarazos no deseados. Quieren acabar con la posadas.

Así de sencillo y diáfano. Se han lanzado a criminalizar los moteles que funcionan por horas, que con sus entradas independientes cobijan el amor, el placer y, también, el delito. La fiscal estatal del sur de Florida, Catherine Fernández Rundle —una mujer firme y rápida en sus decisiones—, considera que los moteles por hora constituyen un peligro para la sociedad.

“Estos lugares facilitan la prostitución y la trata de mujeres. El año pasado las autoridades rescataron a 22 mujeres atrapadas en negocios relacionados con el tráfico humano y la prostitución, y desde entonces hemos tenido mucho éxito en el combate a este delito”, indicó la fiscal. 

El problema fue abordado en una mesa redonda esta semana que termina. Varios políticos locales —algunos reformados y otros buscando la relección— decidieron llamar la atención sobre un problema que, por una extraña razón, no es muy público; mucho menos cuando se explicó que la idea consiste en acabar con los moteles con servicio por horas y transformarlos en instituciones hoteleras “normales”.

Lo curioso es que el alcalde de Hialeah, Carlos Hernández, quien siempre parece estar a la vanguardia de las preocupaciones populares, no dio las caras en el evento. Sus asesores no quisieron ni siquiera atender las preocupaciones de la prensa.

La fiscal Catherine Fernández Rundle. Foto: Maimi’s Community Newspapers.

Pero el asunto no es popular. Los moteles por horas, las populares “posadas” de la cultura cubana, importadas masivamente al sur de Florida en la medida en que la comunidad cubana fue creciendo durante los años 60 del siglo pasado, tienen un público constante y hasta fijo.

“Realmente yo conozco a casi todos los clientes. Vienen sobre el horario de almuerzo los días de semana, los fines de semana son un poco flojos porque la gente se queda con sus familias. Se quedan un promedio de una a dos horas”, explicó a OnCuba un carpetero de uno de los 13 moteles existentes en Okeechobee Road, una arteria paralela al canal de la avenida 27 en Hialeah.

Varios colegas suyos admiten abiertamente que no controlan lo que ocurre en las habitaciones mientras están ocupadas, pero también aceptan que son espacio de “ligues” ilícitos. “Claro, para eso es una posada, ¿no?”, dijo uno de ellos. 

Si los moteles son, o no, un escenario de actividades delictivas es otro asunto. “Es una cuestión de la policía. Si hay un asesinato, claro que es malo para el negocio. Pero la gente ve esto como una posada. Como quien dice: niñas y tragos, buenos momentos y gozadera. Lo demás es paisaje”, agrega la fuente entrevistada, que hace unas décadas era ejecutivo del ICAIC en La Habana y ahora trabaja como carpetero en una posada de Hialeah. “Mira, gano más de lo que ganaba en Cuba”, acotó. Pero “me parece increíble que quieran acabar con las posadas. Fidel no hizo eso”.

En una conversación entre cubanos el nombre de Fidel Castro siempre sale a relucir. Pero mi interlocutor no sabe que las posadas de La Habana cerraron hace años y se volvieron espacios para albergar evacuados por los huracanes y los derrumbes. Se lo explico y me comenta: “Mira, acá los huracanes no acaban con posadas, pero parece que los políticos están en eso”.

Vuelven los guerreros

La mesa redonda que generó el debate sobre los moteles fue convocada por la vicegobernadora de Florida, la republicana Jeanette Núñez, y por el senador estatal Manny García, también republicano.

El senador, republicano por Hialeah, admitió que el problema denunciado sobre el funcionamiento de los moteles en esa ciudad “es un tema complicado”. A lo que agregó: “todos queremos ponerle un final al tráfico humano, a las drogas y a todo lo que dañe a nuestra comunidad”.

Sin embargo destacó: “tenemos que saber que aquí hay dueños de negocios legítimos que pueden salir afectados con esa medida” de cobrar el alquiler por día y no por horas. Indicó que si bien es un tema local que tiene que ser abordado “con mucho tacto por la dirigencia de la ciudad”, no es menos cierto que “no podemos pasarnos de la raya afectando a personas que tienen negocios legales”. Vale destacar que las posadas miamenses se concentran en dos zonas de la ciudad: en Hialeah y al este de la calle Ocho, zona de mayor ahínco cubano.

“Yo espero que esta gente esté jugando porque quien se oponga a las posadas tendrá grandes problemas en las elecciones. Esto no hace daño a nadie. Es una necesidad humana”, declaró a OnCuba un cliente de una de las posadas de la famosa calle Ocho en la mañana del viernes. A la pregunta de si había pasado la noche en el local, el cliente respondió: “Claro, el marido de la jeva está de viaje y aprovechamos”, contestó. Hay que tener en cuenta que este detalle hace que muchos consideren los posadas una “necesidad”. Los políticos que las combatan corren el riesgo de volverse impopulares. Así también se pierden elecciones.

Independientemente de que el presidente de los concejales de Hialeah, Jesús Tundidor, crea que “la solución de este problema es eliminar el alquiler por hora, y hay varios concejales que piensan igual que yo para acabar con el tráfico de personas y otras modalidades de delitos”. No se sabe quiénes son los otros legisladores que apoyan esta impopular solución.

Foto: Booking.com

Esta onda de acabar con las posadas no ha llegado aún al gran público. Los canales de televisión y la radio no abordan el asunto porque no suelen tocar temas que preocupen a la Iglesia católica o porque son “mojigatos”, dice un colega periodista que no quiere identificarse. “Me pongo a hablar de posadas, de putas y templadera, me identificas y al día siguiente tengo miles de correos protestando, aunque más de la mitad de los televidentes no tenga problema con el asunto y sean devotos clientes de las posada. Acuérdate de que en esta ciudad una mitad de la gente se dedica a mentirle a la otra mitad”, justifica el colega.

Quien sí tiene una opinión clara sobre este asunto es el periodista cubanoamericano Benito García, un profundo conocedor de la sociedad del sur de Florida y cuyas opiniones raramente son cuestionadas.

En una conversación con OnCuba, Benito expone: “cuando se legaliza y regula la prostitución se pueden frenar las complicaciones inherentes al giro, tales como el proxenetismo, el tráfico de menores, drogas y otros delitos relacionados”. Sin embargo, agrega, “el mayor obstáculo es que semejante solución perjudicaría los intereses creados de muchos funcionarios que se hacen los de la vista gorda para forrarse los bolsillos con las ‘contribuciones’ de los que lucran con el negocio”.

No obstante, el periodista remata apuntando que “tal vez los únicos que pudieran beneficiarse en algo con las restricciones propuestas al alquiler por hora de las posadas serían los cornudos y cornudas, gracias a las trabas que eso les pondría a los tantísimos devotos del adulterio posadero”.

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