Miami se encierra lentamente ante el avance del coronavirus

Los condominios consideran cerrar espacios públicos, una unidad entera de policía de cuarentena y los abastecimientos primordiales no llegan.

El golfista vasco Jon Rahm se marcha del torneo The Players tras el anuncio de su cancelación debido al coronavirus, en Ponte Vedra Beach, Florida (Estados Unidos), este viernes. EFE/ERIK S. LESSER

El sur de Florida se está cerrando en sí mismo en la medida en que el brote de coronavirus se va adueñando de la vida de sus habitantes.

Se nota de inmediato desde el amanecer. El tráfico ha disminuido sensiblemente para un viernes donde habitualmente se nota un mayor tráfico que lo normal. Las carreteras parecen un día normal de fin de semana y las personas están ocupando con más afluencia los supermercados en busca de alimentos y artículos de higiene, cada vez más escasos.

Se suponía que en la madrugada de jueves a viernes los supermercados Publix y las populares tiendas Walmart fueran abastecidas con productos en falta. Pero no. Los camiones no han llegado y los que arribaron generalmente no han traído los items más perseguidos: alcohol, antibacteriológicos, productos de limpieza y papel sanitario.

“Nos prometieron que íbamos a amanecer bien. Tuve que convocar a mis empleados a venir más temprano para descargar los camiones y reponer la mercancía. Pero, nada, mire la hora que es”, le dijo a OnCuba Gladys Zambrano, administradora de un supermercado en la zona de Kendall, mientras explicaba al público aglomerado desde temprano que esperaba surtirse de todo esto.

Según la administradora, la empresa matriz le dijo que tuvo que desviar los camiones a otros estados y condados colindantes con la Florida porque ahí la situación era más apremiante. “La fábricas están teniendo problemas con la velocidad de la producción”, reveló. La Florida no ha declarado aún un estado de emergencia absoluto, apenas parcial, aunque el gobernador Rick DeSantis lo prometió para este fin de semana si la situación se sigue deteriorando. 

En las farmacias ese escenario no es muy diferente. “Solo estamos atendiendo necesidades especiales o limitando el número de productos a vender a las personas. No sabemos cuándo entran más. Por ahora no hay una entrega prevista”, dijo José, un farmacéutico de Wallgreens, que junto a los empleados de la otra importante farmacia, CVS, se desdoblan en atender las preguntas de sus airados clientes.

“Esto ya se parece a Cuba, donde no hay nada. Dicen que es el mejor país del mundo, pero ahora estamos en esta situación. No hay nada… increíble”, se queja Alexis, una joven cubano-americana que lleva dos días buscando alcohol, pañales de adulto y guantes de goma. Tiene una necesidad especial y esos productos les son imprescindibles.

Las necesidades especiales

Dentro de las necesidades especiales se encuentran las propicias para atender a menores y ancianos que, por una o otra razón, no pueden valerse por sí mismos. Es el caso del hijo de Alexis, que tiene una enfermedad neurológica muy seria que lo ha postrado en cama de por vida. El menor recibe un subsidio del servicio nacional de salud que le entrega regularmente los productos que necesita. Pero se le acabaron el miércoles y le informaron que, de momento, no hay capacidad para asistirla. No le queda otra alternativa que recurrir a las farmacias. “Me informaron claramente que no pueden enviar ni los pañales ni los guantes que necesito para limpiar al niño. Así de simple. Dicen que me van a llamar, pero no me dijeron cuándo”, agregó. Y lo peor es que los que compra por la calle los tiene que pagar de su bolsillo, porque el seguro solo cubre las marcas distribuidas por el sistema de salud estatal y no siempre coinciden con las existencias en las farmacias.

Este viernes el Departamento de Salud de la Florida no quiso definir una fecha para la normalización, ni comentar la situación. Una funcionaria de la oficina central del estado, en Tallahassee, al norte de la Florida, se excusó con OnCuba diciendo que no estaba autorizada a comentar el asunto.

“En primer lugar, estamos asistiendo a una gran confusion. No hay que culpar a los empleados de las farmacias o del gobierno estatal porque el problema es mucho más arriba. El gobierno, simplemente,comenzó a enfrentar esta pandemia demasiado tarde. No tenemos ni siquiera en la Florida lo necesario para hacerle las pruebas a todo el mundo. Somos 19 millones de habitantes, pero según las autoridades ni el 10% ha sido evaluado. El gobierno federal no nos ha mandado lo necesario. Pero tampoco lo tienen”, explica el doctor Jaime Santos, que presta consultas en el único hospital público del condado Miami Dade, el Jackson Memorial.

El jueves tarde en la noche el alcalde de Miami, Francis Suárez, confirmó que es víctima del virus y se ha encerrado en su casa. Se encuentra aislado en su casa y ha dicho que no pretende salir hasta que pasen dos semanas. Mientras, le ha sugerido a sus colaboradores ponerse cuarentena y a los demás empleados de la alcaldía refugiarse en sus casas y trabajar desde allí.

Al mismo tiempo, el Departamento de Salud estatal reveló que apareció el segundo caso confirmado en Miami, esta vez un hombre de 42 años que estuvo recientemente en el exterior y que ha sido aislado. Las autoridades no lo han identificado ni informado si está en su casa o en un hospital.

El jueves también se supo que aparecieron 16 nuevos casos que se unen a los 145 detectados anteriormente en otros condados de Florida. Hasta el momento, se han registrado dos fallecimientos. Las pruebas a 478 pacientes han dado resultados negativos.

La policía también

Por otro lado, toda la unidad de motociclistas de la policía de Miami, unas dos decenas de agentes, han sido llevados a  cuarentena porque sirvieron de escoltas a Bolsonaro y a su delegación durante la visita a la ciudad a inicio de semana. “Decidimos tomar todas las precauciones necesarias. Ellos estuvieron en contacto durante sesiones de fotos y quizá se estrecharon las manos. El punto es seguir el protocolo, por lo cual se quedan en casa 14 días. Después veremos que dice el departamento de Salud”, explicó el jefe de policía de la ciudad, Jorge Colina.

En una realidad que tal vez no esté directamente relacionada, este viernes en el centro de Miami, la presencia policial era mínima para un Viernes, pero no hubo mucho embotellamiento de tráfico porque el número de autos que circulan es menor que lo habitual. Estacionado en la puerta de un hotel, un chofer de taxi confirmó que el día estaba flojo y los clientes no eran abundantes. “Mi mujer no quería que yo viniera trabajar hoy ni el fin de semana, pero hay que hacerlo”, explica Eugenio González, un peruano que emigró hace diez años, siempre ha sido taxista, y nunca vio el centro de Miami tan vacío como en estos días. “Los huéspedes prefieren caminar, no se montan en mi carrito, parece que tienen miedo al ambiente”.

Cerrar escuelas y espacios públicos de condominios

En un condominio del SW de la ciudad, al oeste del aeropuerto, los administradores estaban considerando cerrar las piscinas del inmueble para frenar un contagio. En una reunión de emergencia a la que OnCuba asistió telefónicamente al principio de la tarde, se barajó primero la posibilidad de que los visitantes utilizaran las instalaciones junto a los residentses, pero al final se optó por cerrar las piscinas a todo el mundo, con la conciencia de que se dificulta aún más a los padres entretener a los hijos si al final del día el sistema escolar decide interrumpir las clases, como lo ha anunciado. “Si algún caso de coronavirus aparece en el condado Miami Dade, vamos a cerrar las clases”, dijo el lunes en rueda de prensa el superintendente escolar, Alberto Carvalho. Ya aparecieron dos y se espera una decisión en cualquier momento. “Los niños están todos en el recreo con sus computadoras en las mochilas por si tienen que salir corriendo”, dijo una maestra de secundaria.

Es el inicio de una crisis local grave. El sur de la Florida es vulnerable por los bajos salarios. La gente se debate ahora entre trabajar o encerrarse en casa. Y encerrarse en casa, aunque sea para cuidar a los críos, implica necesariamente una merma en los ingresos domésticos.

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