Los evangélicos, las teorías de conspiración y una reelección frustrada

El fracaso de la reelección de Donald Trump ha provocado una crisis de fe en los evangélicos que creyeron en las profecías de sus pastores.

Pastores evangélicos reciben a Donald Trump en la iglesia Rey Jesús en Miami, el 3 de enero. | Foto: Lynn Sladsky / AP

El fracaso de la reelección de Donald Trump ha provocado una profunda depresión entre los evangélicos, quizá el grupo religioso más sólido en el apoyo al ex presidente de los Estados Unidos.

El pastor evangélico estadounidense Jeremiah Johnson lamentaba este viernes haber decepcionado a sus seguidores y que las predicciones sobre la reelección fallaran miserablemente. En una carta a sus seguidores, el pastor admite: “Me arrepiento de haber profetizado equivocadamente que Donald Trump ganaría un segundo mandato como presidente de Estados Unidos”, y prosigue: “me he equivocado y lo lamento mucho y les pido que me perdonen”.

A la usanza de los antiguos profetizadores del futuro, Johnson basa sus postulados en las profecías, asumiéndolas como una filosofía de pensamiento que logra nuclear a su alrededor a miles de seguidores que creen firmemente en su infalibilidad.

Según el diario The New York Times, en Estados Unidos siempre hubo predicadores anticipando el futuro, pero muy pocos encuadrados en una iglesia. Este estado de cosas comenzó a acelerarse con la llegada de Trump a la política, galvanizando al electorado evangélico que se transformó en una base de apoyo político con una fuerza nunca antes vista.

El diario apunta hacia los evangélicos con inclinaciones proféticas como el grupo religioso de más rápido crecimiento dentro del movimiento cristiano en Estados Unidos: “Un movimiento suelto pero ferviente dirigido por cientos de personas que creen que pueden canalizar poderes sobrenaturales y que tienen conocimientos espirituales especiales sobre los acontecimientos mundiales. Muchos son evangelistas independientes que no dirigen iglesias u otras instituciones. Operan principalmente en línea y a través de presentaciones en conferencias o como oradores invitados en iglesias, ganando dinero a través de la venta de libros, donaciones y honorarios por conferencia”, refleja el rotativo.

Y continúa: “Son parte del creciente atractivo de las teorías de la conspiración en entornos cristianos, que se refleja en la popularidad de QAnon entre muchos evangélicos y la resistencia a las principales fuentes de información. Muchos profetas advierten a sus seguidores que no confíen en lo que leen en las noticias, pero en su lugar ofrecen una especie de ciclo de noticias alternativo, refractando e interpretando eventos en el mundo real a través de una lente sobrenatural”.

Lo anterior lleva al refuerzo de los seguidores que necesitan algo en qué creer y consecuentemente a la existencia de, por ejemplo, emisoras de radio dispuestas a servir esa necesidad. “En mi vida de 49 años como seguidor de Jesús, nunca había visto este nivel de interés en la profecía”, dijo el pastor Michael Brown, locutor de radio y comentarista evangélico, que cree en las profecías pero ha pedido mayor responsabilidad cuando éstas no se demuestran: “Es algo lamentable porque es una vergüenza para el movimiento”.

Este fenómeno asociado a las creencias parte del principio de la “confianza” en el comunicador. “Existe la idea de que no se puede confiar en nadie excepto en estas personas de confianza”, ha comentado Brad Christerson, sociólogo de la Universidad evangélica de Biola en California. En su opinión, “es un síntoma de nuestro tiempo. La gente no confía en las instituciones y la gente piensa que todas las instituciones principales son corruptas: universidades, ciencia, gobierno, medios de comunicación”.

Según una encuesta publicada en enero de 2021 por la publicación Lifeway Research, que está afiliada a la Convención Bautista del Sur, en Estados Unidos, casi la mitad de los pastores protestantes escuchan frecuentemente a miembros de sus congregaciones repitiendo teorías de conspiración sobre eventos actuales. La cuestión, no obstante, es que muchas congregaciones están inundadas de información errónea. 

En algo la mayoría de los estudiosos del fenómeno evangélico parecen estar de acuerdo: la gente solo cree en lo que quiere creer, aunque sea mentira. Con Trump, esto se profundizó en la política en Estados Unidos. Ojalá no haga metástasis. 

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