Primero las obras, luego los legados

Para él, como para los demás, no habrá segundas oportunidades.

Foto: Spencer Platt / Getty Images.

Desde que los Estados Unidos proclamaron su independencia, han vivido en ese país unos mil millones de personas, solo 44 de ellos han alcanzado la presidencia. El primero fue George Washington y el actual, Donald Trump.

Como cualquier otro presidente norteamericano, Donald Trump cosechará lo que siembre y pasará a la historia por su legado. Para él, como para los demás, no habrá segundas oportunidades. Cuando cumplidos los mandatos a que tiene derecho deje la Casa Blanca, su vida política habrá terminado para siempre. Nada que haga después será más significativo que lo realizado cuando recibió la oportunidad política más relevante a que pueda aspirar un humano.

La historia de la presidencia de la Estados Unidos comenzó con la revolución anticolonialista, la primera en el Nuevo Mundo. Durante 13 años, desde la proclamación de la independencia en 1776 hasta la elección de George Washington en 1789, el país fue gobernado por los llamados “presidentes sin mando”, en total diez designados por los congresos continentales. El primero fue Peyton Randoph (1775-1777) y el décimo y último Cyrus Griffin (1788).

La presidencia de los Estados Unido es un cargo que ha sido ocupado por 44 hombres en 230 años y que otorga a quienes la ocupan la responsabilidad de gobernar la nación más poderosa del planeta y el privilegio de ejercer la única función con posibilidades reales de influir en los destinos mundiales. Todos los presidentes estadounidenses han sido varones, solo uno, JFK fue católico, ninguno ha sido judío y únicamente Barack Obama es afroamericano.

El primero fue George Washington (1789), el único que no asumió en Washington ni habitó la Casa Blanca. Según sus propias palabras “Caminó sobre terrenos nunca pisados” y estableció precedentes, algunos de los cuales están vigentes todavía. El más joven resultó Theodore Roosevelt, el más longevo al llegar al cargo, Ronald Reagan y entre los más prestigiosos, además de Washington, figuran Lincoln y Roosevelt, único electo en cuatro ocasiones y que gobernó durante 12 años.

Profundamente antimonárquico, Washington rechazó el protocolo de las cortes europeas y trabajó para que quien ocupara el cargo, no fuera un “rey sin corona”. Ello explica la sobriedad de ese cargo. Ningún mandatario estadounidense puede recibir otro trato que el de “señor presidente”, no puede aceptar condecoraciones ni regalos personales ni permitir que sus gastos sean asumidos por personas o entidades ajenas al gobierno.

No obstante, George Washington es el ser humano más reverenciado en todo el mundo por motivos no religiosos.

Por razones doctrinarias, George Washington, que siendo presidente no salió de su país y antes había viajado solo a Barbados y La Habana, fue internacionalmente poco relevante. En el discurso de despedida (1796) aconsejó a sus sucesores: “…Mantenerse alejados de las alianzas permanentes…”, los alertó contra la influencia extranjera en los asuntos domésticos y contra la injerencia estadounidense en Europa. Nunca militó en partido político alguno y advirtió contra el partidismo en la política interna…

En el siglo XVIII hubo dos presidentes, Washington y Adams, en el XIX fueron 24, veinte en el pasado siglo y cuatro en el actual. En el siglo XIX cuatro murieron en ejercicio de sus cargos e igual cantidad en el XX, de ellos cuatro fueron asesinados. En esa centuria renunció Richard Nixon y Gerald Ford protagonizó el extraordinario hecho de ser vicepresidente y presidente sin haber sido electo para ninguno de los dos cargos.

Tal vez el más estoico fue Franklin D. Roosevelt que se sobrepuso a la invalidez provocada por una poliomielitis contraída siendo adulto. El más frágil de todos condujo con mano firme la más grande de las guerras librada contra el fascismo.

De los 44 hombres que han ocupado la presidencia, 23 reinaron un solo mandato y 21 fueron reelectos. Dos fueron juzgados por el Senado.

A pesar de que ya hay capítulos desafortunados como las guerras económicas, el ensañamiento con Cuba o el acoso a México, la historia de Donald Trump está por escribirse. Puede ser relecto o no, engrosar con Johnson y Clinton los que fueron sometidos a impeachment y resultaron absueltos o ser el primer culpable. Los agoreros y las cábalas son muchas. De él depende determinar cómo será recordado y por cuanto tiempo. Allá nos vemos.

 

*Este artículo fue publicado originalmente por el diario ¡Por esto! Se reproduce con autorización expresa del autor.

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