Tratamientos en marcha: La sangre que puede traernos respuesta

La comunidad científica investiga qué tan fuertes deben ser las vacunas en las que se están trabajando para que puedan proteger a la población, así como analizan los anticuerpos para saber cuáles son los más potentes para copiarlos en un laboratorio y convertirlos en fármacos.

La comunidad científica evalúa los resultados con plasma de convalecientes frente a la atención habitual en pacientes de coronavirus. Foto: Reuters, tomada de France 24.

Tiffany Pinckney recuerda el miedo cuando el Covid-19 le robó el aliento. Al recuperarse esta madre que vive en la Ciudad de Nueva York se convirtió en una de las primeras sobrevivientes del país en donar sangre con el propósito de ayudar en el tratamiento de otros pacientes graves. “Definitivamente, es abrumador saber que mi sangre puede tener respuestas”, dijo Pinckney a la agencia AP.

Tiffany Pinckney, que se recuperó tras padecer coronavirus, posa para una fotografía en el vecindario de Harlem, en Nueva York. Foto: AP Foto/Marshall Ritzell.

El tratamiento es centenario y médicos de todo el mundo acuden a él para las infecciones: infusiones de plasma sanguíneo repleto con moléculas inmunes pueden ayudar a derrotar el nuevo coronavirus. No hay certeza de sus resultados. Pero, ahora, pacientes en Houston y Nueva York son de los primeros donantes en los Estados Unidos. Los hospitales y los centros de transfusión se están preparando para que cientos de posibles sobrevivientes puedan seguir sus pasos.

También el nombre de la fotógrafa Diana Berrent, de Long Island, llegó a los medios por la misma razón. Le llaman la paciente 000-1. Tiene 45 años, dos hijos y, según declaró ayer al diario La Nación, de Argentina, «Si potencialmente puedo salvar una vida, eso sería nada menos que un milagro».

“La gente se siente muy impotente ante esta enfermedad. Y esto es algo que pueden hacer para ayudar a sus semejantes”, dijo el doctor David Reich, presidente del hospital Monte Sinaí de Nueva York. Mientras los tratamientos echan a andar, “solo esperamos que funcione”, agregó.

Suero del convaleciente

Lo que los libros de historia llaman el “suero del convaleciente” se empleó durante la pandemia de gripe de 1918, y también contra el sarampión, la neumonía bacteriana, así como muchas otras infecciones como la poliomielitis o el Ébola.

Cuando se produce una infección, el cuerpo empieza a fabricar proteínas llamadas anticuerpos, diseñados para combatir ese germen. Esos anticuerpos flotan en la sangre de los sobrevivientes – concretamente en el plasma, la parte líquida y amarillenta de la sangre – durante meses e incluso años.

Ante nuevas enfermedades, y en tanto los científicos buscan vacunas o medicamentos para tratarlas, el tratamiento emerge como “una medida provisional que podemos aplicar rápidamente”, dijo el doctor Jeffrey Henderson, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en San Luis, que está ayudando a desarrollar un estudio a nivel nacional.

Esto “no es una cura per se, sino que es una forma de reducir la gravedad de la enfermedad”, agregó.

Los médicos no saben por cuanto tiempo persisten los anticuerpos contra el Covid-19 en el cuerpo de un sobreviviente. Pero, por ahora, “ellos son los más seguros en las calles”, apuntó Rebecca Haley, médico en Bloodworks Northwest, Seattle, que trabaja en la identificación de donantes. «No estaríamos haciendo mella en el suministro de anticuerpos para ellos mismos”.

Iniciativa en marcha

La semana pasada, la Administración de Alimentos y Medicamentos dijo que los hospitales podían pedir permisos de emergencia para utilizar el plasma de convalecientes, caso por caso, y el Hospital Metodista de Houston y el Monte Sinaí aprovecharon la ocasión.

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Una población desesperada respondió: las familias recurrieron a las redes sociales para pedir ayuda en nombre de sus seres queridos enfermos, y gente en proceso de recuperación preguntó cómo podían donar.

Según la Universidad Estatal de Michigan, más de mil personas se inscribieron en el Proyecto Nacional de Plasma de Convalecientes de Covid-19. Docenas de hospitales formaron ese grupo para estimular las donaciones y la investigación.

Los posibles donantes no pueden presentarse directamente en un centro de donación. Aquellos con una infección demostrada que hayan sido asintomáticos durante varias semanas deben someterse de nuevo a la prueba para asegurar que el virus ha desaparecido. Además, deben tener una salud suficientemente buena que cumpla los requisitos de una donación y pasar tests adicionales para determinar si su nivel de anticuerpos es suficientemente alto.

“No se quiere extraer plasma de alguien que ha tenido una respuesta inmune mediocre. No sería útil”, dijo la doctora Julie Ledgerwood, de los Institutos Nacionales de Salud (NIh, por sus siglas en inglés).

Paciente 001

Según Diana Berrent, el lunes 9 de marzo fue el día de su contagio. Participó de una reunión después de la cual todos terminaron infectados con el coronavirus. En la mañana del 13 comenzó a desarrollar síntomas: fiebre alta y presión en el pecho.

Por iniciativa propia se recluyó y solicitó el test para así alertar a su comunidad de Port Washington, con población de unas 15 mil personas. Que le practicaran la prueba no resultó fácil, «Me dijeron que debía haber estado en China, Italia, Irán, o que debía comprobar haber mantenido más de diez minutos de exposición con alguien diagnosticado para poder hacerme el test», dijo a La Nación.

Junto a su marido y sus dos hijos menores, Berrent se recluyó por 18 días y no salió a la calle hasta superar la enfermedad. Durante ese tiempo supo por las redes de miles de personas que estaban atravesando una situación similar a la suya.

También recibió un e-mail de una red de hospitales privados que anunciaba la búsqueda de sobrevivientes voluntarios para la donación de sangre y plasma para posibles tratamientos con pacientes activos de Covid-19. El pedido derivó en la inspiración para la creación del grupo Cuerpo de Sobrevivientes, una plataforma que reúne a más de 17 mil personas, y cuyo objetivo es convertirse en una base de datos para conectar a voluntarios con centros médicos , es decir, ser el puente entre un sobreviviente y un paciente críticos en necesidad de asistencia.

También se convirtió en la paciente 000-1 del estudio clínico que se realiza en el Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia (CUIMC, por sus siglas en inglés), en Nueva York . El instituto sanitario anunció que el laboratorio determinará si la mujer tiene anticuerpos (proteínas producidas por el sistema inmunitario que pueden neutralizar un virus) para servir como tratamiento o vacuna contra el Covid-19.

Tratamientos en marcha

La propia Tiffany Pinckney también cayó enferma la primera semana de marzo. Sus primeros síntomas fueron fiebre y escalofríos. No podía respirar y las inhalaciones profundas le causaban dolor en el pecho. Es madre soltera, tiene 39 años y se preocupó por sus hijos de 9 y 16 años.

“Recuerdo estar en el piso de mi baño llorando y rezando”, recuerda. Por eso, no lo dudó cuando desde el hospital Monte Sinaí, donde fue diagnosticada, la llamaron para monitorear su recuperación y preguntarle consideraría donar. “Para mí es también un faro de esperanza para alguien más”, dijo.

La semana pasada, médicos chinos reportaron que cinco pacientes que recibieron plasma de convalecientes mostraron alguna mejora alrededor de una semana más tarde. Pero también recibieron otras terapias y, a falta de un estudio riguroso, no hay forma de saber si fue el plasma lo que marcó la diferencia.

Se están planificando estudios para evaluar los resultados con plasma frente a la atención habitual en pacientes de coronavirus, y para evitar contagios en personas con alto riesgo de exposición como los trabajadores médicos.

Otro enfoque: la empresa española Grifols, especializada en la fabricación de plasma, quiere concentrar el plaza donado en una fábrica en Carolina del Norte, creando una versión de alta concentración que también tendría que ser testada.

Por otra parte, investigadores de los NIH están midiendo los niveles de anticuerpos de los sobrevivientes para saber qué fuertes deben ser las vacunas en las que se está trabajando para que puedan proteger a la población. Otros equipos, incluyendo uno de la Universidad Tsinghua de Beijing, estudian qué anticuerpos son los más potentes, para copiarlos en un laboratorio y convertirlos en fármacos.

Pero las donaciones de gente como Diana Berrent o Tiffany Pinckney podrían emplearse tan pronto como los centros de transfusión puedan procesarlas.

(Con información de AP y La Nación)

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