Trump contra ellas

Un editorial de Los Ángeles Times describió al presidente como “el racista en jefe”. Incluso Teresa May ha reaccionado al otro lado del Atlántico: las declaraciones son "completamente inaceptables".

Las nuevas legisladoras de la Cámara de Representantes suelen ser objeto de controversia tanto dentro como fuera del Partido Demócrata, entre otras cosas por portar visiones alternativas que denotan un cambio social al ser electas por bases congruentes con sus posiciones y programas. Se trata de cuatro mujeres jóvenes: Alejandra Ocasio-Cortez (D-N.Y), Ilhan Omar (D-Minn.), Ayanna Pressley (D-Mass) y Rashida Tlaib ( D-Mich.)

El pasado fin de semana el presidente Trump les dedicó varios tuits, todos bastante agresivos. Las invitó a “regresar a donde vinieron, a esos países estropeados e infestados de crimen”.

Y agregó: “Al que no le guste este país, al que se queja todo el tiempo, mejor que se vaya, mejor que se vaya ahora mismo”.

Estos comentarios, de inmediata repercusión, constituyen una expresion de racismo, aun cuando el presidente dijera que “a mucha gente le encantó” lo que había escrito. Pero pasaron por alto un detalle: las cuatro legisladoras son ciudadanas estadounidenses, y tres de ellas nacieron en el país.

Más tarde siguió enviando tuits, se negaba a pedirles disculpas e insistía en todo lo contrario. “¿Cuándo estas legisladoras de la izquierda radical le pedirán perdón a nuestro país, al pueblo de Israel y hasta a la Oficina del presidente, por el lenguaje grosero que han usado y por las cosas terribles que han dicho? ¡Tanta gente está molesta con ellas y con sus acciones repugnantes y horribles!”

La senadora republicana por Maine, Susan Collins, dijo que los insultos del presidente “estaban más allá de lo permitido y él debe borrarlos”; el senador por Pensilvania, Patrick Toomey, que a los demócratas “hay que ganarles con la batalla de ideas, no insultarlos por su etnia”.

Y remató: “El presidente Trump se equivocó al sugerir que cuatro congresistas de izquierda deberían regresar a su lugar de origen. Tres de las cuatro nacieron en Estados Unidos y la ciudadanía de las cuatro es tan válida como la mía. No podría estar más en desacuerdo con las opiniones de estas congresistas sobre la inmigración, el socialismo, la seguridad nacional y prácticamente todos los temas de política. Pero tienen derecho a sus opiniones, por muy equivocadas que puedan ser. Debemos derrotar sus ideas en cuanto al fondo, no en base a su ascendencia”.

El senador Lindsey Graham, quien apareció  en “Fox and Friends” para defender al presidente, tuvo otro acercamiento. Le sugirió apuntar “más alto” y darse cuenta de que las demócratas que criticó eran “ciudadanas estadounidenses debidamente elegidas”. “Son ciudadanas estadounidenses, ganaron una elección, asumen sus políticas”, dijo. Pero entonces dio un giro al describirlas como personas “antiamericanas” que “odian a nuestro propio país”.

“Todos sabemos que [Alexandria Ocasio-Cortez] y esta multitud son un grupo de comunistas, son antisemitas … no necesitamos saber nada sobre ellas personalmente, solo hablar sobre sus políticas”, dijo.

La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi pidió apoyo para una resolución condenando los tuits del presidente. Trump había “ido más allá de sus propios estándares bajos usando un lenguaje vergonzoso sobre los miembros del Congreso”. Dijo que los demócratas “responderían enérgicamente a estos actos repugnantes”.

Ayer lunes por la tarde las cuatro legisladoras convocaron una conferencia de prensa. Pressley dijo que no había que morder el anzuelo. “Esto es simplemente una interrupción y una distracción de la cultura cruel, caótica y corrupta de esta administración”, dijo. “Queremos volver a los problemas de los estadounidenses”.

Omar, por su parte, ripostó: “Tenemos que tomar medidas cuando un presidente está violando abiertamente el juramento que hizo a la Constitución de Estados Unidos y los valores fundamentales a los que aspiramos”.

Ocasio-Cortez envió un mensaje a los niños: “No importa lo que diga el presidente, este país te pertenece y pertenece a todos”.

Mientras las congresistas hablaban, el presidente dijo lo mismo, como un polichinela programado. Un editorial de Los Ángeles Times lo describió como “el racista en jefe”.

Como un guante que encaja perfectamente en la mano.

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