“Demasiado mortal”: virus de Nipah, un patógeno emergente

¿Será este patógeno el causante de la próxima pandemia? La respuesta a la pregunta está en su alta letalidad.

Foto: tomada de BBC Brasil (online).

Un nuevo brote del virus de Nipah, en el estado indio de Kerala, enciende las alarmas en ese país y en el resto del mundo. Cuando se registraban seis casos y dos fallecidos, el gobierno y las autoridades sanitarias elaboraron una lista de más de 1000 personas que pudieron estar en contacto con los infectados.

Por si fuera poco, han puesto en marcha pruebas masivas para detener la propagación del virus, han restringido las reuniones públicas y han cerrado escuelas, oficinas y parado el transporte público. Tanto la alarma como las medidas tomadas hasta el momento podrían parecer excesivas ante un virus que a la mayoría de nosotros no le suena de nada.

Pero no lo son; el virus de Nipah (NiV) es un microorganismo extremadamente peligroso, que está clasificado como patógeno de Grupo de Riesgo 4/ BSL4 (Nivel de bioseguridad 4), el más alto que existe. Además, ha sido incluido por la Organización Mundial de la Salud en el plan de investigación y desarrollo que identifica patógenos que pueden causar una epidemia o una pandemia. Sobre el virus de Nipah, las paradojas asociadas a este mortal patógeno y las enfermedades que causa hablamos hoy.

Patógenos zoonóticos y enfermedades emergentes

El virus de Nipah es un patógeno zoonótico, emergente. Esto significa que se transmite a los humanos a través de los animales, que son su reservorio natural. En cuanto a la categoría de “emergente” se refiere a que es una enfermedad que aparece por primera vez o que, habiendo existido previamente, aumenta su incidencia, virulencia, resistencia o distribución geográfica en determinado momento. Dos ejemplos típicos de enfermedades emergentes son las producidas por el VIH y la COVID-19.

Las infecciones provocadas por el virus de Nipah cumplen todos los criterios de esa clasificación. De hecho, fueron descritas por primera vez durante los brotes epidémicos que afectaron a criadores de cerdos de Malasia y Singapur entre 1998 y 1999. En esa ocasión no solo provocó casi 300 casos y más de 100 muertes en humanos, sino que también generó un impacto económico sustancial, porque hubo que sacrificar a más de un millón de cerdos para ayudar a controlar el brote. El nombre del virus, en consecuencia, proviene de Sungai Nipah, un pueblo de la península de Malasia donde vivían los criadores de cerdos que enfermaron de encefalitis.

Este virus pertenece al género Henipavirus, tiene ARN monocatenario, es decir de cadena sencilla, gracias a lo cual muestra una mayor probabilidad de infección en especies hospedadoras. Este tipo de virus es responsable por entre el 25 % y el 44 % de las enfermedades infecciosas emergentes recientes.

El índice de casos mortales en los diversos brotes registrados hasta la fecha ha variado del 33 % hasta aproximadamente el 75 %, por lo que nos enfrentamos a un virus muy peligroso. Además, se estima que el 25 % de los supervivientes de las infecciones padece deficiencias neurológicas residuales.

“Zorros voladores” y jugo de palma datilera: trasmisión y propagación de la enfermedad

Aunque los primeros brotes tuvieron a los cerdos en el centro de la diana, no son ellos los principales reservorios de este virus. Por el contrario, se piensa que la infección en los cerdos fue iniciada por excreciones y secreciones de una especie de murciélagos frugívoros (que se alimentan de frutas), conocidos como “zorros voladores”, del género Pteropus. El virus está presente en la orina del murciélago y posiblemente en las heces, saliva y fluidos del parto.

Las granjas porcinas malasias contaban con árboles frutales que atraían a los murciélagos del bosque tropical, exponiendo a los cerdos domésticos a su orina y materia fecal. Después, se difundió rápidamente entre los cerdos de cría intensiva. Más aún, la transmisión entre granjas puede deberse a fómites, esto es: prendas, equipos, botas, vehículos, etc. contaminados.

Otra de las fuentes más probables de infección en los brotes que han ocurrido en Bangladesh y en la India, y una de las fuentes del actual brote, es el “consumo de jugo de palmera datilera”, muy popular en Asia.

Por desgracia, también es muy apreciado por los murciélagos frugívoros que por la noche sobrevuelan las plantaciones, lamiendo la savia derramada por las palmeras y que los locales recolectan a través de un cuenco sujeto al tronco. Asimismo, es probable que estos animales orinen o defequen cerca del cuenco. Cada día, a primera hora de la mañana, los vendedores locales comienzan a vender el jugo fresco y sin pasteurizar, lo cual pudo provocar el actual brote de virus Nipah.

La trasmisión de persona a persona, por microgotas respiratorias, es una importante fuente de contagio. Esta se ha visto, especialmente, en ambientes hospitalarios, donde es probable la aparición de brotes.

¿Qué síntomas produce el virus Nipah?

Los síntomas iniciales de la infección por virus Nipah pueden incluir fiebre, dolor de cabeza, mialgia (dolor muscular), náuseas, vómitos, dolor de garganta, tos y/o molestias respiratorias. En algunos casos, los síntomas pueden ser leves o, sencillamente, no manifestarse. Otra forma de presentación puede ser la de un cuadro respiratorio grave y potencialmente mortal.

Por otro lado, también puede desarrollarse una encefalitis aguda con los siguientes síntomas: mareo, somnolencia, alteración del estado de conciencia… En casos graves, se producen convulsiones que pueden conducir al coma en 24-48 horas. La progresión a encefalitis indica un mal pronóstico, con muerte generalmente en seis días tras el inicio de los síntomas, según el ECDC.

La mayoría de las personas que sobrevive a la encefalitis se recuperan totalmente. Pero las disfunciones neurológicas persisten en alrededor del 20 % de los sobrevivientes. Entre ellas se incluyen convulsiones recurrentes, fatiga abrumadora y alteraciones del comportamiento.

La cura está en camino

Si bien hasta el momento el tratamiento de esta enfermedad se reduce a tratar los síntomas, mantener al paciente en un ambiente cómodo e hidratarlo, hay algunos tratamientos en investigación. Entre ellos está el anticuerpo monoclonal humano M 102.4 para combatir las infecciones por el virus de Nipah, que ya ha demostrado ser seguro y se ha administrado con “carácter compasivo” (autorizado de modo excepcional), con buenos resultados.

Por su parte, el  fármaco antiviral Remdesivir  se ha revelado eficaz en primates no humanos cuando ha sido administrado como profilaxis post-exposición y puede ser complementario a los tratamientos inmunoterapéuticos.

También hay varias vacunas en desarrollo. En un ensayo realizado con monos verdes africanos, una vacuna basada en el mismo principio que utilizó la vacuna de AstraZeneca contra la COVID-19, generó una fuerte respuesta inmunológica en los simios a partir de los catorce días posteriores a la vacunación inicial.

¿Será el virus de Nipah el causante de la próxima pandemia?

Cuando cualquier persona medianamente informada escucha hablar de un virus sumamente mortal y poco conocido, que tiene a los murciélagos como reservorio natural, para el que no existe hasta el momento una cura y que puede causar epidemias e, incluso, una pandemia, lo primero que le viene a la mente es lo que sucedió con la COVID-19. ¿Podría el virus de Nipah extenderse por todo el mundo, causar millones de muertes y miles de millones de enfermos?

Una de las características del virus de Nipah es su alta letalidad, que se contrapone a una mortalidad baja. Téngase en cuenta que la letalidad solo comprende a las personas que mueren con respecto al total de afectados. En el caso del Nipah, esta puede ser muy alta.

La mortalidad, por el contrario, es la cantidad de fallecidos por una enfermedad tomando como referencia a la población total. Las enfermedades producidas por el virus de Nipah tiene una baja incidencia, es decir, son pocas las personas afectadas en relación a la población total de un área. Por eso, la tasa de mortalidad es baja.

Esto ocurre porque, a deferencia del virus de la COVID-19, que se propagaba con mucha facilidad, el virus de Nipah tiene dificultades para propagarse, en parte, por ser tan letal. De ahí que el riesgo de una pandemia, en este momento, sea poco probable. Además, las autoridades de la India han informado que a partir de este lunes las clases ya fueron reiniciadas en algunas zonas, mientras que en otras la educación remota sigue siendo la mejor opción para evitar los contagios.

También, y gracias a las medidas tomadas, desde el 16 de septiembre no se reportan nuevos casos de la enfermedad en la India, aunque algunas fuentes hablan de más de 300 casos y más de 100 fallecidos en total en el actual brote. Ahora, autoridades sanitarias del vecino Pakistán se encuentran en alerta ante la posibilidad de que el virus se extienda a ese país.

Los expertos consideran que cada vez que el virus infecta a un humano la posibilidad de que mute y aparezcan nuevas variantes aumenta. Así que no es descartable que en el futuro se vuelva más infeccioso; en ese caso sí constituiría un enorme peligro para la humanidad.

Niveles de Bioseguridad: ¿qué son? 

Una de las características del virus de Nipah es ser un patógeno de un Grupo de Riesgo/BSL4. Pero ¿qué se entiende por BSL4 y qué implica esto? La clasificación de niveles de bioseguridad (Biosafety Level, BSL, en inglés) establece las condiciones bajo las cuales los agentes biológicos pueden manipularse de forma segura en los laboratorios. Al respecto se describen cuatro niveles según las combinaciones de prácticas y técnicas de laboratorio, equipos de seguridad e instalaciones.

Nivel de Bioseguridad 1 (BSL-1)

El BSL-1 representa un nivel básico que se fundamenta en prácticas microbiológicas estándar, sin ninguna barrera primaria o secundaria especialmente recomendada, salvo una pileta para lavado de manos.

Nivel de Bioseguridad 2 (BSL-2)

Este nivel es el de laboratorios educativos, de diagnóstico, clínicos u otros laboratorios donde se trabaja con un amplio espectro de agentes de riesgo moderado que se encuentran presentes en la comunidad y que están asociados con enfermedad humana de variada gravedad.

Se deben utilizar las demás barreras primarias, tales como máscaras contra salpicaduras, protección facial, batas y guantes y contar con barreras secundarias, tales como piletas para lavado de manos e instalaciones de descontaminación de desechos a fin de reducir la contaminación potencial del medio ambiente.

Nivel de Bioseguridad 3 (BSL-3)

Conocido como nivel de contención. Las prácticas, equipos de seguridad y el diseño y la construcción de las instalaciones del Nivel de Bioseguridad 3 pueden aplicarse a instalaciones clínicas, de producción, investigación, educación o diagnóstico, donde se trabaja con agentes exóticos con potencial de transmisión respiratoria, y que pueden provocar una infección grave y potencialmente letal.

Nivel de Bioseguridad 4 (BSL-4)

Nivel de contención máxima. Las prácticas, equipos de seguridad, y el diseño y la construcción de instalaciones de este nivel son aplicables al trabajo con agentes peligrosos o tóxicos que representan un alto riesgo individual de enfermedades que ponen en peligro la vida, que pueden transmitirse a través de aerosoles y para los cuales no existen vacunas o terapias disponibles.

Por lo general, la instalación del Nivel de Bioseguridad 4 es un edificio separado o una zona totalmente aislada con sistemas de gestión de desechos y requisitos de ventilación especializados y complejos para prevenir la liberación de agentes al medio ambiente.

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