Votos desde La Habana

Foto: Kaloian.

Foto: Kaloian.

Cuando la atención mundial se vuelca hacia las urnas en los Estados Unidos este martes, en realidad más de 40 millones de estadounidenses ya habrán votado. Un gran porcentaje de estas votaciones tempranas son de ciudadanos estadounidenses en el extranjero y, de hecho, una parte de ellos reside en Cuba, un país cuyo futuro se verá inevitablemente impactado por los resultados que se anuncien esta noche. Yo he sido uno de esos votantes.

La mayoría de los votantes estadounidenses en Cuba han ejercido su voto a través de la “Federal Write-In Absentee Ballot” (voto Federal ausente para la boleta), administrado por el Programa Federal de Asistencia para el Voto (FVAP). Los votantes pueden acceder a estas boletas en el sitio web de la FVAP o en persona en la Embajada de Estados Unidos, la cual no reporta exactamente cuántos ciudadanos estadounidenses residentes en Cuba votaron en estas elecciones.

Este año, por primera vez, el gobierno cubano –a petición del gobierno estadounidense–  publicó un anuncio en su periódico Granma y en la televisión nacional, para dar información sobre el proceso de votación y las fechas topes, según la Embajada.

El próximo presidente de los Estados Unidos jugará un papel crucial en la decisión de continuar o no los progresos en la normalización de relaciones con Cuba, iniciada por la administración de Obama. En general, los planes de Hillary Clinton en gran medida están en concordancia con los de Obama, y en eso Cuba no es una excepción. Ella es de la opinión de mantener un diálogo creciente con La Habana y poner fin al embargo. Mientras, Donald Trump sigue sus estereotipadas posiciones tambaleantes y contradictorias sobre Cuba. Durante el inicio del proceso primario eludió tener un punto de vista que siguiera la más conservadora línea dura, pero después de convertirse en el candidato del Partido Republicano ha adoptado completamente la oposición del partido hacia el acercamiento con la Isla.

¿Cómo voté?

Un martes en la mañana, solamente a unos cuantos días de la fecha tope del 17 de octubre, caminé hacia la Embajada de Estados Unidos por el Malecón para votar, junto a dos amistades del programa de estudios en el extranjero.

Para mí, el área de la Embajada es como una representación física de la historia entre los dos países. El complejo está cercado. Delante están los 138 mástiles conocido como el Monte de las Banderas. A izquierda y derecha de las banderas en grandes caracteres rojos están las palabras  “¡Patria o muerte. Venceremos!”, un lema nacional cubano emblemático de los revolucionarios.

Después de aproximarnos a tan dramática estructura, entramos a la embajada a través de una puerta lateral y nos encaminamos a la Oficina Consular. El proceso pareció bastante simple comparado con el sistema de votación, a veces complicado.

Así es como se hace paso a paso: primero llenamos nuestro formulario para el voto ausente antes de trasladarnos hacia donde están nuestras boletas. Escribimos el nombre de nuestro candidato y la colocamos dentro de un sobre. Entonces, después de buscar en un libro gigante, encontramos la oficina electoral de nuestro condado en Estados Unidos y llenamos las etiquetas de envío. Finalmente, las boletas fueron puestas dentro de la valija diplomática, la cual es fundamentalmente el buzón de salida de la embajada, y se enviaron a los Estados Unidos. Una vez recibidas en las oficinas del condado, se guardan las boletas. Entonces cuando se cierran las urnas en los estados el Día de las Elecciones, todos los sobres serán abiertos y los votos contados y agregados al total.

“Votar en la Embajada de Estados Unidos en La Habana resultó una experiencia muy positiva,” dijo la estudiante Selena Cardona, de Nueva York. “Los empleados fueron de gran ayuda y me acompañaron a lo largo de todo a lo que tenía derecho a hacer. Me dieron todas las opciones”.

Para contextualizar mi experiencia de votante temprano ausente, la proporción del electorado estadounidense que vota temprano de alguna forma se ha incrementado increíblemente en los últimos años, de solamente 10,5 por ciento del total de los votos en 1996 a 35,8 en 2012. Esto incluye los votos ausentes, pero también los que votan temprano en persona y en las boletas que se envían por correo.

A diferencia de muchas democracias, las elecciones en Estados Unidos no son controladas por una sola organización federal, sino por una complicada y a veces coincidente red de oficinas estatales y de condado que establecen sus propias regulaciones. Hay una marcada diferencia entre los estados. Por ejemplo, en los estados progresistas como Washington y Oregón, todos los votantes registrados reciben su boleta por correo. Mientras en estados como Alabama y Nueva York no existe el voto temprano excepto para las boletas ausentes, que solamente son dadas cuando el votante ha proporcionado al estado una “excusa legitima”.

Si la historia nos dice algo, a los demócratas les espera un número mayor de votantes en persona, pero mientras los votos no sean contados hoy, Día de las Elecciones, las afiliaciones partidarias declaradas de los votantes tempranos auguran positivamente para ambos candidatos. Los republicanos están en mejores condiciones en cuanto a los votantes tempranos comparados con el mismo punto en la carrera presidencial de 2012 en algunos estados decisivos como Florida, Carolina del Norte e Iowa. Sin embargo, los demócratas están en mejores condiciones en otros como Nevada y Arizona. Los porcentajes de votantes negros son bajos en Carolina del Norte y Georgia, lo cual es una mala señal para los demócratas que están tratando de continuar con la línea de la coalición que Barack Obama ha luchado por establecer durante sus dos elecciones. Esto, sin embargo, pudiera ser contrarrestado por un creciente mayor número de latinos votando en estados como Arizona.

Los resultados tempranos han demostrado una carrera apretada, donde cada Estado importa, lo que significa que cada voto puede ser más importante que en las dos elecciones anteriores. Las boletas enviadas por correo desde La Habana podrían de hecho dar un empuje crucial para cualquiera de los candidatos. Y quien sea que resulte elegido como el 45 presidente de los Estados Unidos seguramente tendrá un impacto enorme en ambos lados del Estrecho de la Florida.

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