60 Serie Nacional: los peloteros están atrapados

La Serie Nacional de Béisbol se rige por un Reglamento totalmente anárquico y los jugadores, sin un Sindicato que los oriente, represente y defienda sus intereses, se encuentran atrapados en una peligrosa red.

Foto: Carlos Rafael Díaz.

Foto: Carlos Rafael Díaz.

El lanzador Rubén Rodríguez, de los Cachorros de Holguín, fue sancionado a dos subseries de castigo por divulgar en las redes sociales cuestiones internas de su equipo. Dicho así, sin colocar los hechos en contexto, pareciera que el talentoso serpentinero cometió un crimen, reveló un secreto o publicó algún contenido comprometedor vinculado a su escuadra, pero la realidad es bien distinta.

Rubén Rodríguez se auxilió de las redes sociales para denunciar una situación anormal que vivieron él y sus compañeros la pasada semana en Ciego de Ávila, la cual, si bien no es común, representa una mancha en la organización del principal torneo deportivo del país.

Pero vayamos por pasos. Lo primero son los hechos. El jueves 22 de octubre, los Cachorros debían enfrentarse a los Tigres en el parque José Ramón Cepero. El duelo estaba pactado para las diez de la mañana por tratarse del tercer partido de la subserie. En aras de disminuir los riesgos de suspensiones por lluvia, la Comisión Nacional de Béisbol (CNB) ha reprogramado algunos choques al final de los compromisos particulares, una idea sensata.

Las ruinas de la Serie 60

Los holguineros salieron temprano (poco después de las siete de la mañana) de su hotel en Morón para cumplir con los plazos establecidos, y recorrieron cerca de 40 kilómetros hasta Ciego de Ávila. Los Tigres, por su parte, también se trasladaron al estadio, pero su trayecto fue mucho más corto, pues se hospedan en la capital provincial.

Una vez allí, se encontraron con un contratiempo: en el jardín derecho del Cepero había una tubería rota, lo cual provocó una acumulación de agua en la zona de las praderas. Aquel problema no se iba a solucionar de inmediato, por lo que los Tigres regresaron a su hotel, ubicado a unos cinco minutos del estadio, pero los Cachorros comenzaron una angustiosa espera de seis horas hasta escuchar la voz de play ball.

En ese lapso, cada cual “mató el tiempo” como pudo. Algunos durmieron en el dogout y el clubhouse en condiciones más que incómodas, otros se sentaron a conversar o a jugar con sus celulares. Todos almorzaron después de la 1:00 de la tarde en el propio parque; no hubo oportunidad de gestionar su comida en el hotel donde se hospedan los Tigres ni en ninguna otra instalación.

De acuerdo a “Nuestros Cachorros Holguineros”, una de las páginas de Facebook que se han creado en casi todas las provincias para seguir el accionar de sus respectivos equipos, al lanzador Rubén Rodríguez, abridor designado para el encuentro, y al receptor titular de los Cachorros (Franklyn Aballe), les ofrecieron una habitación climatizada en el hotel Ciego para descansar, pero ellos decidieron permanecer junto a su equipo.

Al final, el partido comenzó pasadas las 2:00 de la tarde y los holguineros, a pesar del cansancio y el mal día, se llevaron la victoria. Esos son los hechos, relatados de igual manera por diversas fuentes.

Uno se cuestiona entonces: ¿dónde está el problema con Rubén Rodríguez? Pues simple. El lanzador decidió enviar algunas imágenes de su amarga espera en el Cepero al periodista Liván Espinosa, quien publicó toda la historia de lo sucedido con lujo de detalles en las redes sociales, citando al mencionado serpentinero de los Cachorros.

Con este acto, Rodríguez violó uno de los incisos del Artículo 11 sobre las relaciones con los medios de prensa del Reglamento del campeonato, específicamente el que refiere: “No está permitido socializar en el ámbito público la información que solo concierna al equipo en general y al atleta en particular, la cual se definirá en cada momento de conjunto con la dirección del equipo”.

Si nos guiamos exclusivamente por dicho acápite, el tirador holguinero está bien sancionado, sin entrar a cuestionar ya la magnitud del castigo, que pudo ser menor o mayor en dependencia de qué tan grave considere la Comisión Disciplinaria que fue la falta del jugador.

A los efectos, Rodríguez divulgó evidencias de una situación que vivió su equipo —no hemos podido confirmar si lo hizo con el visto bueno de la dirección de los Cachorros—, y eso es una violación de lo estipulado en las reglas.

Pero ya que la CNB es tan estricta en el cumplimiento al pie de la letra de lo que dice el Reglamento, el comisario técnico de este duelo también debería ser sancionado, pues incumplió con su obligación de “chequear y controlar” antes del juego el estado de organización de la subserie, específicamente en lo referido a las condiciones del terreno.

Si había un problema en el estadio, de la magnitud que fuera, el comisario debía saberlo mucho antes de que los equipos salieran de sus hoteles, en aras de poder avisar a tiempo, evitar molestias y cumplir así su misión de chequear y controlar “todo aquello que contribuya a lograr la calidad óptima en la competencia”.

Nada de esto sucedió. El comisario no avisó a ninguno de los equipos sobre el problema en el terreno y al final salió mal parado el conjunto que se hospedaba a 40 kilómetros de la sede. Aunque ustedes lo pueden sospechar, les confirmo que ni el comisario ni nadie del personal de la CNB encargado de velar por la “calidad óptima en la competencia” recibieron amonestación de ningún tipo. O, al menos, no se ha comunicado oficialmente sobre ello.

Rubén Rodríguez durante un partido de la 60 Serie Nacional de Béisbol. Foto: Carlos Rafael Díaz.

No hace falta ser un genio para darse cuenta de lo torcido de este asunto. Una persona es sancionada por divulgar un problema, pero no se les toca un pelo a quienes debían velar para que ese problema no afectara a los verdaderos protagonistas del juego.

Lo peor es que el pelotero sancionado, Rubén Rodríguez, firmó un contrato y aprobó este Reglamento que ahora lo castiga por divulgar una situación que, en esencia, solo podía perjudicarlo a él y a su equipo. Parece un trabalenguas, pero en realidad solo es un absoluto despropósito.

Mirando en retrospectiva, Rodríguez y los jugadores de la Serie Nacional cometen año tras año el mismo error de dar el visto bueno a un documento que, por lo general, no conocen en profundidad. 

En resumen, Rubén Rodríguez no tiene en quién apoyarse, no ahora, sino desde antes de arrancar el campeonato. Él y el resto de los jugadores deberían estar representados por un Sindicato, totalmente independiente de la CNB, que defendiera sus intereses en el medio de la temporada, y que también los orientara y aconsejara en la etapa previa, cuando se discute el Reglamento y hay margen para modificar algunos puntos.

Para colmo de males, la Comisión Disciplinaria, encargada de “investigar los hechos ocurridos y proponer al Comisionado Nacional de Béisbol una sanción a imponer al infractor tras realizar las acciones investigativas oportunas”, está integrada por Roberto González (presidente), Luis Hernández (vicepresidente) y Leonardo Goire (secretario). Los tres son chequeadores de la Serie Nacional…

¿Qué sentido tiene esto? ¿Cómo es posible que quienes deben velar por el correcto desarrollo del juego y proteger a los protagonistas sean los mismos que, en una situación determinada, proponen los castigos? Ante este escenario, los peloteros están atrapados…

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