La ocasión la pintan calva

Que las cosas no pueden pensarse demasiado y hace falta arriesgar decisiones, nos lo recuerda con frecuencia este modismo tan antiguo como la calvicie.

¿De dónde proviene? Mire usted: los romanos adoraban a la diosa Ocasión, a la cual representaban como una mujer bella y desnuda, con alas en los pies y apoyada de puntillas sobre una rueda. Ello, evidentemente, apuntaba a la fugacidad de las oportunidades. Y resulta que la testa de aquella beldad tenía una copiosa cabellera por delante, pero estaba totalmente calva por detrás.

Sin dudas, una metáfora perfecta. Quien estuviera atento para verla venir podría atraparla por el pelo, mas el que demorara más de lo debido la vería escapar definitivamente. Esto es: no se puede dudar un instante para aprovechar las coyunturas.

Con el tiempo, la expresión perdió algo de su sentido original y comenzó a ser utilizada para dar a entender que ciertas cosas se consiguen más por suerte que por capacidad. Recordando otro dicho popular, por barbas, más que por quijada.

Meter a uno en un brete

Aunque en Cuba solemos convertirlo en sinónimo de “chisme”, “patraña” y “cotilleo”, brete no es otra cosa que aprieto o situación difícil. El chisme, por ende, puede meternos en un brete, pero también una pregunta incómoda o algún retortijón de estómago en la guagua.

En el siglo XIV, el vocablo daba nombre a una trampa para cazar aves, según nos recuerda cierto texto del Arcipreste de Hita. Y posteriormente pasó a designar el cepo de hierro que se colocaba en los pies de los presos, a guisa de potro de tortura.

Es decir, que el origen del término es siniestro, y su sola mención implica asociaciones nada satisfactorias o deseables. Porque meterse en algún brete es cosa fácil; lo jodido es encontrarle la salida.

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