La batalla en la Cumbre

Esta será la primera Cumbre de las Américas en la que estará presente Cuba pero no serán sus relaciones con EE.UU. el tema que centre la polémica sino la declaración de Washington contra Venezuela, país al que califica de amenaza a su seguridad nacional.

La reacción de América Latina ha sido unánime porque nadie cree que ese país tenga capacidad real para amenazar a EE.UU. y, por otra parte, semejante calificativo puede ser en el futuro la base para justificar una nueva intervención militar en la región.

La Subsecretaria de Estado, Roberta Jacobson, parece sentirse incomprendida por los gobiernos latinoamericanos: “me decepcionó que no hubiera más países que defendieran que (las sanciones) no eran para dañar a los venezolanos o al gobierno venezolano en su conjunto”.

La diplomática estadounidense se muestra dolida porque “el tono que están usando ahora los líderes (latinoamericanos) demoniza a Estados Unidos como si fuera la fuente de los problemas de Venezuela, cuando no lo somos”.

Pero lo realmente sorprendente es que les sorprenda la reacción latinoamericana, continente que ha sido invadido militarmente por EE.UU. decenas de veces durante toda su historia y muchos golpes de Estado contra la democracia contaron también con su apoyo.

Las facturas de la historia

Algunos de los presidentes latinoamericanos asistentes a la Cumbre han sufrido en carne propia la represión de dictaduras apoyadas por los EE.UU., como es el caso de Dilma Rousseff
Algunos de los presidentes latinoamericanos asistentes a la Cumbre han sufrido en carne propia la represión de dictaduras apoyadas por los EE.UU., como es el caso de Dilma Rousseff

Hoy las cosas han cambiado. La familia de la presidenta chilena fue reprimida por la dictadura que promovió EE.UU. Dilma fue torturada por la dictadura que apoyó EE.UU. En El Salvador gobierna el FMLN, movimiento que luchó contra un ejército financiado por EE.UU.

Volvieron al poder los sandinistas, guerrilla que derrocó al dictador Somoza, al cual la Casa Blanca defendía diciendo que “es nuestro hijo de puta”. En Uruguay lidera el Frente Amplio, muchos de sus militantes fueron asesinados o desaparecidos en el Plan Cóndor, asesorado por EE.UU.

Cuestionaron al presidente indígena de Bolivia por su vinculación con los trabajadores cocaleros. En Ecuador apoyan a las fuerzas contrarias al gobierno, democráticamente electo, de Rafael Correa. En Argentina defienden los “fondos buitre” y la soberanía inglesa en las Malvinas.

Mientras los organismos de integración regional buscan crear una zona de paz (CELAC) y reclaman la retirada de las bases militares extranjeras (UNASUR), EE.UU. responde aumentando el número de efectivos y equipos en su base militar de Palmerola, en Honduras.

Además de en Honduras, EE.UU. tiene bases militares en Cuba, El Salvador, Curazao, Aruba, Colombia, Costa Rica, Islas Turcas y Caicos, Bermudas, Bahamas y Paraguay. Finalizada la Guerra Fría, resulta poco creíble que el objetivo de estas bases sea proteger la región de un ataque foráneo.

Exceptuando la base de Guantánamo, en Cuba, el resto de sus instalaciones militares cuentan con el beneplácito de los gobiernos de esos países, los mismos que en bloque votan unánimemente por convertir a la región en una zona de paz, sin bases extranjeras.

Más allá de los discursos

A la Cumbre paralela asisten dos delegaciones cubanas enfrentadas entre sí.
A la Cumbre paralela asisten dos delegaciones cubanas enfrentadas entre sí. Foto: Ismael Francisco/Cubadebate

Cinco meses después del 17 de diciembre, Cuba sigue bloqueada, en su lista de países terroristas y ahora se filtró un plan para “amplificar” la disidencia en Panamá. Existe incluso una grabación en la que se dice que pedirán fondos extras al Departamento de Estado “porque ellos quieren armar algo grande”.

Las autoridades panameñas retuvieron e interrogaron a los disidentes cubanos en el aeropuerto. Asegura la hija de Payá que le advirtieron que iba a “ser deportada a Cuba si causas cualquier disturbio. Vayan a su país causar disturbios”.

Obama se reunirá con los opositores de Cuba y Venezuela. The New York Times, periódico que se ha convertido en el Granma de la Casa Blanca, pidió el apoyo de toda Latinoamérica pero solo logró que lo acompañen sus homólogos de Uruguay y Costa Rica.

El gobierno de la isla no se quedó atrás, llenó un avión de sociedad civil y lo envió a la Cumbre. Así se proyectará la imagen de una sociedad dividida en bloques irreconciliables, cuando el grueso de los cubanos no creen que su país sea el infierno que le cuentan ni tampoco el paraíso que le pintan.

Cuba a segundo plano

La reacción en contra de la política de EEUU contra Venezuela pronostica que el tema hará mucho ruido en la Cumbre
La reacción en contra de la política de EEUU contra Venezuela pronostica que el tema hará mucho ruido en la Cumbre

Pero a pesar de la algarabía de los cubanos, el debate central será sobre Venezuela. Aunque la Casa Blanca quiera evitar el tema, lo más probable es que no pueda evadirlo porque es una preocupación general y difícilmente logrará silenciar a todos los gobiernos.

Obama acaba de asegurar que Cuba “es un país minúsculo” con el cual tener “mayores relaciones (…) no supone muchos riesgos para nosotros”. Ahora tendrá la oportunidad de explicar cómo Venezuela puede poner en peligro la seguridad nacional de EE.UU.

Si algún asesor le dijo a Obama que esta Cumbre iba a ser un bálsamo debería despedirlo porque va camino de repetir la experiencia de la Cumbre de Colombia, la cual terminó sin declaración final y con todos los presidentes de la región reclamando la participación de Cuba.

Asegura el catedrático Luis Suárez que esta Cumbre y los eventos paralelos serán campos de batalla y no parece estar alejado de la verdad. Sin embargo, aclara que la región no pretende darle un portazo en la cara a Obama sino iniciar una negociación colectiva.

No por gusto la política de acercamiento de EE.UU. con Cuba fue aplaudida por todo el continente, la región reclama un trato diferente, de vecinos más que de “patio trasero”. Este será el último encuentro del Presidente Obama con Latinoamérica y en sus manos está decidir qué tipo de despedida quiere.

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